Velvet goldmine

Todd Haynes (1998)

 

I want to be a pop idol

Tenía esta película en mi watchlist desde hace tiempo, así que vi el Club del Cine como una oportunidad estupenda para, por fin, verla. Mi sensación post peli es un poco neutra: no me ha flipado como esperaba, pero tampoco me ha disgustado.

Creo que sus dos puntos fuertes son muy obvios: la banda sonora y el reparto. Aunque no seas fan del glam rock, es innegable que durante la peli suenan auténticos temazos, y cada momento musical es un goce (y ya si te mola algo el glam rock y te flipan los musicales, como a mí, ni te cuento).

Y por otro lado está el reparto. Con ese plantel, no sé por qué esta película pasó tan desapercibida. Jonathan Rhys-Meyers nunca me ha gustado, tengo un tipo de fobia especial hacia toda persona que pone morritos. Pero para este personaje, que me resulta un poco odioso, ni tan mal. El personaje de Toni Collette me gusta en los 70, pero luego se va convirtiendo en un peñazo (esto es de las cosas que menos me ha gustado de la peli). Pero la dupla Christian Bale – Ewan McGregor: fantasía. Qué jóvenes, qué pelazo, qué purpurina. Y bueno, ¿cómo es ver un Christian Bale de cutis perfecto, con crop top, y compartiendo piso con Placebo? Amazing.

Confieso que toda la estética glam rock me flipa (más que la música en sí), así que he gozado muchísimo con todo lo estético de la película (vestuario, maquillaje… los títulos de crédito, otra fantasía). Esa rueda de prensa en un “circo”, maravilla. Y bueno, saber que en un principio el director quería hacer una especie de biopic de Bowie y que éste no lo autorizó, le da salseo interesante a la peli (y me ha hecho a posteriori leer unos cuantos artículos sobre ella y este conflictillo con el cantante, que no permitió que utilizaran ninguna de sus canciones).

Pero hay algo que me ha hecho no conectar del todo con la película: el desorden. Quizá me ha faltado un plus de atención, pero con tanto salto temporal, voces diferentes en off, etc. ha habido momentos que andaba un poco perdida, la verdad. Me ha gustado mucho que el hilo de toda la peli sea la intrahistoria de Christian Bale (hasta el punto que me la traía bastante floja el saber dónde estaba Brian Slade), pero la estructura a veces me descolocaba. Probablemente media horita menos de película y un poco más de orden hubiera supuesto una estrellita más.

No quería terminar sin alabar también la elección de la canción de los créditos finales, una de mis canciones favoritas de la vida.

Película que sobrevive gracias unos cuantos temazos en su BSO y una estética aceptable pero que fracasa en el aspecto narrativo. A veces videoclip en sus mejores momentos, frases vacías en los peores y un hilo conductor desastroso que solo contribuye a la confusión. El guion o su ausencia y la estructura narrativa la lastran para llegar a ser más que un fenómeno fan. Todd Haynes es un nostálgico y friki de la época glam y si no compartes su entusiasmo te pasas todo el tiempo jugando al quién es quién y arrugando el ceño entre todos los detalles que se parecen pero que no son por derechos de autor. En sus inicios quería que fuera un biopic de Bowie en este periodo pero no pudo adquirir los derechos y se quedó en ficción con claras referencias.

Si como yo estás perdido con la conexión de Oscar Wilde y te interesa saber qué es lo que tenía Todd Haynes en la cabeza, te copio un par de preguntas de una entrevista que dan luz a la idea que quería plasmar y el contexto de la época.

-¿Cómo fue el proceso de investigación?

-Fue muy largo porque hasta 1998 no hubo libros que se trataran del glam rock como movimiento, así que leí todas las notas y artículos que había por ahí. Todas las biografías de los artistas clave: Bowie, Bolan, Iggy Pop, etc. Y pronto me di cuenta de que el glam tenía que ver con la estética camp inglesa e incluía contrafilosofías acerca del arte y la cultura que para mí se originan en Oscar Wilde. Wilde se convirtió entonces en la manifestación perfecta de esa era, así que leí todo lo que encontré de él, sus libros, biografías, todo. Wilde aparece en la película como un extraterrestre. Creo que el glam rock fue el primer movimiento que unió la noción del alien con la noción de la homosexualidad, y ambas cosas se transformaron en este fantástico potencial para la expresión musical, una libertad potencial para chicos atrapados en vidas tristes. La nave espacial definitivamente trae los elementos marginales del período, que yo le atribuyo a Wilde y el dandismo, pero también se refiere a esa sensación de sentirse distinto, incomprendido en la adolescencia.

-El corazón de la película está en la historia de amor entre Brian Slade y Curt Wild, las estrellas de rock que podrían entenderse como manifestaciones ficticias de David Bowie e Iggy Pop.

-Para mí el glam fue el romance entre la tradición británica, que era extremadamente teatral, autocentrada e intelectual, irónica e influenciada por la cultura gay, con la tradición norteamericana que era cruda, visceral, sexualmente potente y también influenciada por la cultura gay. El modo en que estos elementos se enamoran uno de otro están personificados en Brian Slade y Curt Wild. Y hay muchos más personajes en el Curt Wild de Ewan Mc Gregor, no es sólo un Iggy Pop. Así como el Brian Slade de Jonathan Rhys Meyers va más allá de David Bowie. Es una historia de amor entre Londres y Nueva York, entre tradiciones que contrastaban en lo estético y lo musical.

Jamás pensé que vería al mismísimo Obi-Wan Kenobi en el papel de un pseudo Iggy Pop en una película queer. Esta película desafía la narrativa lineal típica de los biopics de músicos famosos, ofreciendo una experiencia más inversiva y menos convencional que otras con el mismo objetivo. Aunque inicialmente tenía mis reservas hacia el estético y llamativo mundo queer, la película logra sumergirte en la atmósfera setentera británica sin caer en excesos tipo Drag Race.

La música, indudable protagonista, es un punto a favor, con una selección de temas buenísima, incluyendo un regalo de los New York Dolls. La trama aborda de manera acertada temas como la máscara de la imagen y el poder de la construcción de la identidad pública. Al final triunfa quien mejor se vende o quién puede montar una narrativa alrededor de su persona. Aquí lo intentó Alaska y mirad como acabo la cosa

El nivel del elenco hace que todo cuadre, aunque me costó un poco creer en McGregor como un punk decadente. Christian Bale, por otro lado, me gustó bastante más, su personaje funciona muy bien como hilo conductor de la trama.

Supongo que los fanáticos del glam rock y de Bowie en particular encuentren mayor disfrute en la película, para mí fue un entretenimiento con una banda sonora genial.

¿Soy la única persona que durante los primeros minutos de película pensaba que Slade y Christian Bale eran la misma persona? Bien, tras esta declaración acerca de mi escaso reconocimiento facial empecemos.

Todd Haynes no es un director que me interese en exceso pero tampoco me deja indiferente. Lo que más me llama la atención de sus producciones es la estética y lo que más me ha gustado de Velvet goldmine es que pese a ser una película menos pensada que las siguientes de su filmografía tiene un desorden esteta perfecto. Imagino que va parejo con la época que representa.

Los saltos temporales, montajes precipitados y escenas “oníricas” llevan a preguntarse si Haynes habrá descuidado el fondo. A mí me funciona pero es verdad que a veces no aclara muy bien qué está contando o si lo que cuenta va a alguna parte.

Me ha parecido una película correcta, entendemos quiénes pueden ser esos personajes y en quién están basados y hemos pasado el rato sin parar de mover la pierna al ritmo de la música.

Supongo que el glam rock es al rock lo que los metrosexuales a la heterosexualidad.

Acabo de terminar la película y quedan 10 minutos para subir las críticas así que seré breve.

A favor de ver a Ewan McGregor y Christian Bale de jóvenes y al mismo tiempo dándome la sensación de que son exactamente igual que en la actualidad pero con peluca.

El glam rock de los 70 no es que me interese especialmente, pero como repetiré en cada crítica hasta el día en que muera, siempre disfrutaré de los momentos musicales de cualquier película, en parte gracias a toda la cultura musical que me ha aportado glee, serie de la que, y no me causa ningún rubor reconocerlo, estoy profundamente enamorado. Varias canciones me han hecho revivir algunos de sus míticos números.



No tengo mucho más que aportar. Creo que no soy el target de esta película. Debe tener millones de referencias a ese movimiento cultural, pero a mi se me escapan todas. Veo parecidos con Bowie aquí y allá y poco más.

La trama del periodista con sus traumas, sus flashbacks y sus descubrimientos no me ha interesado mucho y por momentos me ha parecido un poco liosa. ¿Por qué no le reconoce al final Curt Wild en el bar? ¿Qué era lo que le deja en la cerveza que le da tanta calma?

No sé, no sé, no me ha convencido. Mucho tiene que ver que no soporto a Jonathan Rhys Meyers y que toda la parafernalia glam superstar no me interesa nada. Lo más gustoso sin duda es ver a Ewan McGregor en otra faceta que hasta ahora no había visto. De hecho, no sabía que existía –y que necesitaba ver– una escena donde Ewan hace un desnudo integral y se echa purpurina.

No obstante, la historia no me ha dicho mucho, el personaje de Toni Collette es una auténtica pereza porque parece que somos una vez más las mujeres las que somos aburridas y no soportamos que los hombres triunfen y se lo pasen bien. Y eso que al menos no tiene un personaje hiperplano. Pero yo qué sé, debe ser que he pasado ya el cupo de películas intensas con frases como “qué guapa está la gente saliendo por la puerta”. La música se agradece, eso sí.

Para pasar el rato es más que suficiente.

Reconozco sin problema que Todd Haynes me gusta bastante y que guardo un excelente recuerdo de la mayoría de sus películas: Carol, Dark Waters y especialmente Far from Heaven. Este mismo año llevo bastante tiempo queriendo ver May December. Sin embargo, Velvet Goldmine no estaba ni mucho menos dentro de mi radar, así que os agradezco que la hayáis recomendado.

Las películas de Haynes suelen contar con una exquisita ambientación, un casting muy bien elegido y dirigido y, un buen guion. En este caso del vestuario y la ambientación poco se puede objetar, es una fantasía. Paso la película embelesado, transportado al ambiente mod de los setenta londinenses. Pienso si me quedará bien cortarme el pelo como Christian Bale o teñírmelo de azul como Jonathan Rhys-Meyers, y donde podría encontrar yo algunos de sus trajes. En resumen, me meto en la hipérbole de la película. A esto también contribuye una banda sonora muy acertada que impregna cada escena de la misma. Parece lo mínimo en un film sobre un músico, aunque bodrios recientes como Maestro de Bradley Copper lo han olvidado.

La elección del casting es la de un conjunto de pre-estrellas. Como la malísima y olvidada serie española SMS: todos han triunfado después de esta, es sorprendente el número de ellos que aparecen aquí juntos, son todos arrebatadoramente guapos y nadie se acuerda de que salieron en esta película. Todos están bien, en especial los implicados en el triángulo amoroso: Collete, McGregor, Rhys-Meyers. No diré lo mismo de Christian Bale, que me parece que hace un papel horrible.

Desafortunadamente esta película acaba con un guion totalmente descontrolado y que no sabe hacia donde va. Esta situación, nada común en el resto de películas del director, le quita la guinda al pastel, ese final no es para mí. Sin embargo, el viaje que me propone esta película me gusta, y me hace pensar que esto o parecido es lo que deberían haber sido otros recientes bodrios en forma de biopic: Rocket Man y Bohemian Rapsodie. Es decir, mas exceso, más plumas y más gente guapa.

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