Leto

Kirill Serebrennikov (2018)

 

Necesitamos un nombre corto y sencillo.

Llegué a ella por casualidad y descubrí a Kirill Serebrennikov al cual pudimos ver por la Sección Oficial de este tan reciente Festival de Cannes -Leto también fue presentada en SO de Cannes-. Llegué a ella por casualidad aquel otoño de 2018 y me alegró el día y la semana. Desde entonces no la había vuelto a ver, prefería guardar el buen sabor de boca.

Su revisión no me ha defraudado, sigue manteniendo la frescura, originalidad y buen ritmo. No me canso. Esas escenas semejantes a videoclips me parecen un respiro acertado y la postproducción plástica es ¡tan divertida!

Gracias a Leto he rellenado el vacío que tenía sobre el underground cultural y musical moscovita/»ruso» de los 70 y 80. Mi cabeza ha asumido que fue así y punto. Aunque creo que la película cae sobre cierto buenismo que tampoco me parece mal dado el tono de la misma.

Con la película ya bastante avanzada me doy cuenta, por segunda vez, que no hay punto de inflexión si no que simplemente asistimos al devenir de los personajes. Quizá de esto último venga mi pega: su duración.

¿No os ha parecido super fácil la manera en la que Viktor entra a ser parte del grupo? ¿Tan fácil es hacer amigos? ¿O es que ya tengo más de 30 años?

Clásico ejemplo de como unos cuantos números musicales pueden salvar una película del montón.

Que esté ambientada en la Unión Soviética me genera cierto interés al principio, pero poco a poco se va diluyendo y son las canciones las que me hacen aguantar. Y aunque las cantadas en ruso tienen su gracia y suenan mejor de lo que al menos yo esperaba, los mejores momentos son cuando recurren al repertorio americano más mainstream con las performance entre garabatos visuales.

Tiene un par de números que al acabar la película he querido volver a ver, así que doy la experiencia por buena.

El resto pues bueno, olvidable. El triángulo amoroso no me ha interesado demasiado, aunque si me ha gustado la naturalidad con la que lo tratan. Por ejemplo cuando Mayk le dice a Natalya que no puede adivinar lo que quiere y que tiene que decírselo y esta le contesta que quiere besar a Viktor. Que avanzados estos soviéticos.

Me ha sorprendido bastante el film de Kiril Serebrenniko, al ver que era musical en blanco y negro y la temática iba preparado para lo peor. Mi sentir es que el triángulo amoroso como eje para este biopic funciona muy bien. Los tres protagonistas realizan un gran trabajo y mantienen en la trama ese plus que te mantiene dentro. La gran ambientación y el contexto histórico le aportan interés a un mundo bastante desconocido para mí. Se respira ese ambiente prohibido y antisistema que tuvo que ser el comienzo del rock en la URSS. Coleccionar vinilos de manera clandestina y pasarse las letras traducidas unos a otros mientras van de fiesta en fiesta y tocan en un club de rock con gente bien sentadita y sin moverse. La producción de sonido también ayuda con toda esa atmósfera dando la sensación de hacer lo que se podía con los medios que había.

Otra cosa son la multitud de recursos efectistas que se utilizan, algunos ni tan mal como las grabaciones caseras, pero otros restan más que otra cosa como los garabatos en las escenas más de videoclip o el narrador exterior ese. Simplemente no me cuadran con el tono.

Esta película fue presentada en Cannes en su año y no pudo acudir el director por estar en arresto domiciliario. Este año vuelve con otro biopic basado en la novela de Emmanuel Carrère, Limonov, la cual recomiendo mucho, pero que parece que la versión de Kiril no está recibiendo muy buenas críticas.

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