Un amor

Isabel Coixet (2023)

Me toca a mí hacer la crítica de Un Amor supongo que porque unos meses antes de ver la película en el Kursaal me devoré el libro como hacía tiempo que no me enganchaba a uno. Tiempo después, cuando supe quién iba a interpretar a los personajes, estaba deseando el estreno. Imagino que como yo, la mayoría de lectores se imaginaron a Laia Costa como Nat y a Hovik Keuchkerian como el Alemán. Vaya elenco tan bien escogido. 

No tengo claro que ahora pueda imaginarme la película separada del libro y viceversa, por eso me dedico a preguntar qué opinan a los que solo han visto/leído una de las dos. Y es que creo que el fallo está al unir ambas. Hay elementos incluidos en la película que no ocurren en el libro (como la frase estrella de la vecina mayor, que Coixet afirmó en rueda de prensa que llevaba años queriendo introducirla en una de sus películas y al fin le encajó) o el hecho de que el perro fuera hermafrodita, dato que también conocimos en la rueda de prensa que se incluyó aunque no estuviera en guion porque, efectivamente, el perro lo era. Eso son cosas menores, y de hecho creo que suman. Lo que me falla es el tratamiento del ‘amor’ en sí de los protagonistas. El arco de la relación. Las palabras del libro, y en este caso las precisas frases de Sara Mesa, se desdibujan en las escenas de la película. No quisiera ser yo acusada de puritana, pero la relación sexual tiene más peso en la película del que yo esperaba. El “puedo arreglarte el tejado a cambio de que me dejes entrar en ti un rato” es la base del libro, la frase a la que se le da una y mil vueltas, por la que Nat se desquicia, y en la obra de Coixet siento que se pasa página rápido. Por no hablar de la cistitis que se tuvo que coger Laia Costa al ser masturbada con huevo crudo. 

Hay dos cosas más que me fallan: una es la explicación de por qué Nat deja su trabajo. De hecho las imágenes de los ojos –ese primerísimo primer plano– de la mujer a la que Nat traduce me saben casi a colonialismo. Nos hacen creer que son importantes, pero en realidad no nos dejan apreciar nada que no gire en torno a Nat. Que sí, es lo que le reclama Andreas a ella, pero siento que la crítica hacia su personaje se queda escasa. Eso me lleva  a la otra cosa que falla: el final. La redención de Nat, su baile, la reaparición del perro, la ensoñación. Qué. Por qué. De ese pueblo solo espero barro, mala gente, recriminaciones, goteras, amenazas no explícitas. Peter, la pareja de vecinos, hasta la chica de la tienda, y por supuesto el casero. A esa lista de gente a la que detestar esperaba poder añadir a Nat y quedarme con el regustillo de dejar atrás a todo ese pueblo al terminar la película, pero me molesta tener que ver a Nat casi como la víctima-empoderada-redimida. Yo quería odiarles a todos, incluida a la nueva vecina. 

Si no has leído el libro y solo has visto la película, por favor cuéntame qué te parece. En realidad diría que es un film solvente, que mantiene la tensión, con buenas interpretaciones. No creáis que no me ha gustado. Si es que yo solo quiero saber cómo veis a Nat todos los que no la habéis leído.  

Solo me queda decir una cosa: gracias Sara Mesa, gracias Isabel Coixet por no pintar una vida rural bucólica y aspiracional como tantas películas de los últimos años. Urbanita moriré.

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