Triangle of sadness

Ruben Östlund (2022)

He aquí una intrusa del club del cine. Lo primero, porque no soy del club. Lo segundo, porque ni siquiera voy tanto al cine. Menos en el #70SSIFF, ahí sí que fui muchísimo. 

San Sebastián me hizo recordar porque no es lo mismo ver una peli en una sala de cine que en la pantalla del portátil, desnucándote en el sofá o en la cama de tu casa. Y no lo digo únicamente por la calidad de la imagen y el sonido (hay gente equipadísima: proyectores, subwoofer, home cinemas de todos los tamaños…), sino por el acto colectivo que supone reír, llorar y asustarse al unísono con las 20, 30 o 1806 personas con las que compartes oscuridad durante las dos o tres horas que dura la película. En ese espacio temporal, todo queda en standby (o en modo avión, que viene a ser lo mismo) y solo existen la pantalla, los personajes y tus compañeros y compañeras de fila: compañeros de aventuras y de vida.

El cine es una experiencia colectiva, y Triangle of Sadness una oportunidad para redescubrirlo. Es una de esas películas que que te obligan a interactuar: reírte en voz alta, emitir sonidos (¡uf! ¡ay!) e incluso dar alguna palmada suelta, de estas que acompañan a las carcajadas para subrayar un puntazo (puajajaja!). Cuanto más se ríe el cine, más te ríes tú, una retroalimentación que va in crescendo según avanza la película de la primera a la segunda parte, para acabar reposando hacia el final, como si el viaje de emociones nos hubiera dejado exhaustas.

La risa nos une, claro, pero también una sensación de victoria y venganza al observar cómo se hunde (literalmente) la clase privilegiada. Al mirar, desde nuestras butacas, cuán ridículos resultan los ricos, en su ambiente y también fuera de él. Los personajes están tan bien elegidos que parecen reales: una pareja de modelos guapísimos sin nada en común (ella influencer, claro), un oligarca ruso y su caprichosa familia, un adorable matrimonio cuyos negocios no te sorprenderán… Una caricatura de nuestro mundo. Imposible no cogerles asco y cariño.

Mi recomendación es que vayáis a verla al cine, como dicen en el trailer (juro que lo vi después de empezar a escribir la crítica), “con la mayor multitud posible”. 

P. D. La actriz protagonista, Charlbi Dean, falleció este verano por una enfermedad súbita. Está fantástica en la película. D.E.P.

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