John Ford (1962)
Elegí este Western porque en su día me hizo reconciliarme con el cine clásico y con este género en concreto. Desde el inicio la trama te atrapa y no decae en ningún momento. Una historia contundente, llena de emociones, valores, intriga perdedores y ganadores. Todas las escenas cuentan no le sobre ni le falta nada. Además, desde que vi Forrest Gump, siempre he tenido cierta inclinación hacia las pelis basadas en flashbacks.
– ¿Por qué ha venido a Shinbone? ¿Algún misterio?
– No. No hay misterio. He venido a un funeral.
– ¿Funeral? ¿ Quién ha muerto, señor?
– Un hombre llamado Tom Doniphon.
– ¿Quién era Tom Doniphon?
CORTINILLA DE ESTRELLAS
El trasfondo en el que se desarrolla la trama es la mitificación Yankee del Salvaje Oeste como territorio sin ley donde lo que más importa es como la tienes de grande y lo rápido que la puedes sacar (la pistola se entiende).
La película tiene mensajes incompatibles y por eso creo que es tan especial. En un primer plano la trama gira en torno al progreso de la sociedad, la confrontación entre la civilización y la brutalidad. En segundo plano tenemos a Tom Doniphon (John Wayne) un personaje imprescindible para el progreso pero que actúa como aquellos a los que intenta destruir. La contradicción creo que la vemos todos los días es claro que los estados de derecho se mantienen, en parte, gracias a la violencia un elemento difícil de eliminar del todo.
El reparto está genial especial mención a la risa de malo de Liberty Balance (Lee Marvin) mejor que la de cualquier Joker. Todos los secundarios son también están muy cuidado, el periodista representante del cuarto poder, el Marshall borracho y miedoso.
Yo quiero eh, yo quiero creer en ella. Quiero abrazar la historia, elegir el bando bueno, creer al abogado que compromete sus principios en busca de un bien final, pero es que no, no puedo. Ya dije que las películas antiguas no me cautivan, pero es que esta además parece aún más antigua de lo que es. No puedo evitar fijarme en las anécdotas y perderme la idea central: un peinado, un herido con solo dos gotitas de sangre, una escena centrada en esquinas, un par de sartenes que parecen de cartón, un idioma que ni siquiera me recuerda al inglés.
Por supuesto tampoco ha ayudado James Stewart. No puedo con él. Esa cara de Ángel Garó, no puedo. Da igual que tenga 15 años o 50, siempre haciendo de correctísimo, buf, le tengo muchísima manía. Pero es que encima los demás personajes son también exageradísimos y unidimensionales. Un alcohólico, un alguacil garrulo, la mujer de la película en su estelar papel de mujer de la película, un hombre negro en su papel de esclavo… Eso, el trasfondo en sí me intriga, pero no puedo evitar que la forma me estropee la fiesta del cine.
Además, qué es esto de incluir la acción del título de la película a la hora y 34 minutos. El spoiler, si es que se puede llamar así. Es más, qué es esto de Valance pueda pasearse por el pueblo tan tranquilamente asesinado a diestro y siniestro, ¿esto no era un western? ¿De verdad tiene que venir James Stewart a intentar cargárselo? ¿James Stewart obligándonos a elegir entre fascismo o libertad? Ayuso estaría encantada.
En fin, tengo que confesar que el momento último del tren me gustó. Al final mereció la pena y todo.
Bueno pues empiezo como casi siempre con estas películas disculpándome por no saber disfrutar de lo que parece ser un clásico del cine. Intentare explicar que es lo que no me convence de este film que se grabo 38 años antes de que yo naciera.
El tema y el género ya me pillan un poco descolocado, pues no soy demasiado fan de los western clásicos y no tengo un contexto muy claro de la época. Tampoco soy de los que desdeñe de primeras una película antigua , pues intento ver alguna de cuando en cuando y luego lo agradezco en mas ocasiones de las que me horrorizo, como es el caso. Y es que la clave suele ser intentar olvidar el salto técnico y la manera de actuar para poder meterte en la trama pero esto requiere de una brillantez que te ayude. Aquí los personajes son muy obvios al igual que el argumento, los malos son muy muy malos y muy muy tontos y los buenos son muy muy buenos. Unos siguiendo la ley del mas fuerte, que se esta quedando obsoleta y otro con la leyes y la politización por bandera. Las leyes se acabaran imponiendo al salvaje oeste y todos lo vemos porque la sutileza de esconder la narrativa o las intenciones de los personajes es mas cutre que el rey mago pintado de negro en las cabalgatas. Toda la película me parece predecible y forzada. Los personajes siguen todos su camino y aun cuando se ven obligados abandonarlo lo hacen de la manera mas tosca. Los que no están definidos entre los importantes son una sátira que no se si si debería hacer gracia pero que mas bien da vergüenza ajena, es el caso del alguacil y los compañeros de Liberty Valance.
Si con algo me tengo que quedar en la película es con los actos políticos que tienen bastante parecido a lo que tenemos que sufrir hoy día aunque sin la excusa de ser nuevo.
En la esencia del western el cine estadounidense construye su propio relato mítico del nacimiento del país y es un género tan norteamericano que no podemos dejar de verlo como una manifestación de su pueblo donde predomina la estética épica. En el cine del oeste confluyen los elementos históricos (colonización) con los elementos míticos y gracias a estos dos ingredientes funciona. Así pues el western va de la epopeya a la concepción del país como familia.
“Si la leyenda se convierte en realidad publica la leyenda, no la realidad”
El hombre que mató a Liberty Valance
Ahora bien, todo tiene un contexto. No es lo mismo los primeros westerns (La Diligencia o Rio Rojo) que los que se harán avanzados unos años (Raíces Profundas o La Conquista del Oeste). Ahí es donde entra El hombre que mató a Liberty Valance, rodada en 1962. En la recta final de la vida de John Ford este decide dar un golpe en la mesa ante el auge de la televisión y las nuevas formas de ocio americanas y rodar este western crepuscular que supuso el origen de una nueva marcada etapa donde la clave estaría en la reflexión en torno a los falsos mitos del oeste. De esta manera se empieza a abrir camino hacia un western que incide en la idea de crisis ya que cuentan historias donde el desplazamiento de la situación dramática deriva en la constatación de que el oeste no fue tan civilizado.
De esta última idea extraigo el carácter opuesto de nuestros protagonistas; mientras Tom es el pasado -la fuerza y el carácter desbocado- capaz de matar por un filete, Ransom, que lleva la democracia a Shinbone, es el futuro -el progreso-. Y a través de estos dos personajes descubrimos, también, el amor, no me viene a la memoria película de Ford en la que haya tratado el amor con tanta dulzura. Hallie se situará de esta manera ante la disyuntiva de “elegir” pasado o futuro y no vemos hasta esa maravillosa escena final lo que ha decidido. Nunca un cactus y su flor significó tanto. “Mis raíces están aquí. Supongo que mi corazón está aquí” afirma Hallie dirigiéndose a Ransom.
El tema del duelo se me queda más bien flojo, aunque veamos su verdadera resolución después me falta una épica propia del medio o del género aunque si tenemos en cuenta el carácter de Ransom quizá quedaría excesivo. No por la brevedad de dicho duelo dejo de sufrir por él.
Para concluir dos hechos impepinables tras su visionado; es una obra maestra y mi salón huele a puro.
Pd: sinceramente, por decir algo negativo, hubiera recortado momentos de la parte electoral/democrática.
Sí, amigos, una vez más me he aburrido con una película de hace sesenta años. ¿Quíen lo hubiera dicho? Lo siento, pero como explico siempre en estos casos, me es imposible identificarme con algo tan antiguo. Todo me es ajeno: los valores de la época, la interpretación, la estética, la trama…
Seguramente tenga varios alicientes para un estudioso del cine. Se me ocurre que la forma de narrar la historia por medio de un gran flashback o el plot twist final pudieron ser innovadores en su momento, pero yo crecí con Lost y esto se me queda tremendamente corto.
Tiene algo de interesante y revolucionario el hecho de que el protagonista quiera salvar al pueblo por medio de la ley y la educación, pero al mismo tiempo tiene un enfoque tan naive y un desenlace tan absurdo que no me lo puedo creer.
Por supuesto, muchas de las razones que me impiden disfrutarla son intrínsecas a la época y por lo tanto inevitables. No la culpo por ello, pero tampoco puedo disfrutarlo si con los ojos de hoy se asemeja mas a un sketch que a un drama.
John Ford juntó por primera vez en pantalla al gran James Stewart con el duro durísimo de las pelis del Oeste por excelencia, John Wayne, en este western atípico para la época, que narra la transición de la ley del más fuerte imperante en el lejano Oeste a otro donde la justicia de las leyes se fue imponiendo poco a poco a la barbarie de los hombres.
Si bien la considero una gran película, admito que no me ha cautivado de la misma manera que la primera vez que la vi, a mis tiernos 18 o quizás 19 años. Eso no quita que haya vuelto a disfrutarla mucho, y podido apreciar la maravillosa dirección de Ford y por supuesto un fabuloso guión donde los brillantes diálogos, a menudo con tintes sumamente cómicos, abundan.
También es cierto que pocas cosas podían salir mal con un reparto encabezado por el enorme James Stewart, cuya simpatía y porte bonachón te hacen apreciarle aún sin saber casi nada de él. Qué decir de John Wayne, quien si bien es cierto nunca fue un gran actor, encasillado por sus papeles de hombre duro del Oeste, siempre ha cumplido con interpretando ese tipo de personaje, tan repetido una y otra vez en el cine de la época. Diría que en “Liberty Valance” está particularmente bien, con algunos matices a los que no estamos acostumbrados. Vera Miles destaca todo lo que se puede en el típico papel de mujer de la época, siempre en un segundo plano eclipsada por los hombres, pero no por ello menos merecedora de halagos.
La trama, el desarrollo y el final son probablemente lo mejor de la película, que ha pasado a la historia como uno de los mejores Westerns que se han hecho, aunque yo personalmente prefiero unos cuantos antes que este. Destacar que el final (me refiero al desenlace con Valance), que en su día me sorprendió, me dejó algo más tibio que la primera vez.