The changeling

Peter Medak (1980)

 

The changeling es la típica película de terror sin ser la típica película de terror. Y es que la trama principal de la mansión encantada por el espíritu de un niño asesinado no podría sonar mas prototípica ni estar más estereotipada. Pero esta película esconde algo más. Dentro de un terror psicológico, humilde y sin grandes alardes, diferenciándose de las películas de terror más modernas que funcionan de la misma manera mugrosa y cochambrosa, con esa fórmula tan básica y cutre que solo sirve para atraer a adolescentes, the changeling se erige como una intrigante historia, oscura y perturbadora, que consigue sumergirte en la investigación de un intrépido y valiente protagonista, que se enfrenta al miedo de la manera más osada imaginable, plantando cara al horror que asola su vida con un envidiable coraje.

Y es que la actitud del protagonista es uno de los elementos diferenciales de este film. En lugar de ceder al temor y al pánico, John Russell decide plantar cara a la incertidumbre que devastaría hasta el más pintado y consigue con la ayuda de su capacidad investigadora y a su afán de conocimiento desentrañar el misterio que rodeaba su casa. Tan acostumbrados a los llantos, los gritos y lamentos de todos los protagonistas de las películas actuales de terror, se agradece, al fin, una persona que con la calma y serenidad es capaz de enfrentarse a un espíritu.

Pero sobretodo lo que más se agradece de esta película es que no se centra en los sustos o en los fantasmas que suelen desembocar en historias intrascendentes, sino que hay un trasfondo y una potente historia que contar y desentrañar, haciendo que la película sea mucho más llevadera. Porque sinceramente, lo que es miedo, miedo, la película no da ni un poquito.

Voy a ser breve, que empieza el Q12 en quince minutos y no quiero perdérmelo. Eso sí que me da miedo, y no esta película.

Para ser un género del que huyo bastante, a lo tonto le he dedicado bastante tiempo las últimas semanas. Pero ni The mist (si es que se puede considerar de miedo), ni Us, ni The changeling me han dejado muy satisfecho. Veremos si lo consigue Hellblade, que sale esta semana para Switch y dará cierre a mi particular mes temático.

En cuanto a The changeling pues diré que para ser una película de terror de los 80, ni tan mal. Es verdad que hay ciertas situaciones absurdas (la muerte de la mujer y la hija al inicio de la peli es de risa) y algunos clichés (esa teclita del piano tocándose sola), pero lo dicho, siendo de hace casi cuarenta años se puede entender.

Más difícil de entender es la actitud del protagonista, un señor que no se inmuta ante nada. Joder, a mi me pasa una sola de las cosas que le ocurren en esa casa y me suicido. Ni siquiera huiría, porque seguro que los fantasmas pueden seguirte por mucho que corras. Vale que el tío esté traumatizado por la muerte de su familia, pero digo yo que como mínimo algún sustito tendría que haberse llevado.

El caso es que no solo no se asusta, sino que decide ponerse su traje de detective e investigar el caso del niño muerto, dando lugar a una trama que en parte me mantiene entretenido pero que al mismo tiempo me da exactamente igual. Resulta que un millonario mató a su hijo y lo cambió por un huérfano. Pos ok. ¿Cómo pretenden darte miedo si el protagonista y el niño muerto se hacen bestfriends?

Al menos toda esa parte final se hace relativamente amena, no como la primera hora de película en la que solo estás esperando a que pase algo mientras nuestro profesor de música toca el piano y oye ruidos (¿no hay demasiada música en la película? Que mareo).

En resumen: ¿Miedo? A cuentagotas. ¿Facepalms? También alguno. ¿Recomendable? No.

  • TEST DE BECHDEL

Lo pasa en el minuto uno con la madre y la hija hablando y jugando antes de morir.

Luego también hay alguna escena en la que las de la agencia hablan entre ellas. Personajes por cierto que no entiendo muy bien y no sé que aportan a la trama.

Sabias que…La película costó 7 millones de dólares y se basa en unos hipotéticos sucesos reales que tuvieron lugar en Denver, Colorado, en Estados Unidos. El Chessman Park que sale en la película es una referencia a este lugar, de igual nombre, de Denver donde acontecieron los hechos.

El problema que le veo a este film para que no me haya suscitado demasiado interés es principalmente que lo veo por primera vez en 2019 y que sus recursos propios del cine terror han sido repetidos hasta la saciedad desde que se estreno allá en 1980. La evolución en este genero a bebido directamente de películas como esta y a día de hoy la ambientación en el caserón, los efectos sonoros, los movimientos inexplicables del mobiliario y demás recursos para hacerte entrar en tensión han sido perfeccionados. Ahora viéndola por primera vez son casi una mofa de un mix de películas de terror.

Aun así con todo ello y sin ser capaz de entrar del todo en la película acabo muy enganchado a una trama que si me parece estar muy bien hilada y que va desarrollándose de forma inteligente aportando fluidez y misterio. Si hace dos entradas comentaba espantado la incoherencia de todas las acciones de The Mist esta se gana toda mi puntuación justo por lo contrario y seguramente me ganaría del todo de no ser por lo que ya comentaba en el primer párrafo. Que haya sido capaz de mantenerme intrigado con ausencia de tensión alguna, habla muy bien de la estructura narrativa de esta película.

Sobre la actuación del protagonista también tengo que poner una nota negativa pues parece que pasa con mas indiferencia que yo sobre todo los sucesos paranormales.

Por cierto, no puedo evitar pasarme toda la peli pensando cuanto gana este tío y cuanto vale alquilar una pedazo casa como esa, con fantasmas incluidos.

Las escaleras han supuesto a lo largo de toda la historia del cine un elemento con una gran carga simbólica. Hay escenas que no significarían lo mismo o no conllevarían la grandeza que muestran si no hubieran sido rodadas en dicho emplazamiento famoso desde el siglo XVI cuando Miguel Ángel Buonarroti acepta el reto de disponer una escalera en el estrechísimo vestíbulo de la biblioteca Laurenciana.

Chaplin, Keaton y Lloyd. El acorazado PotemkinEl golem y El gabinete del Dr. Caligari. Cary Grant en Encadenados, Bette Davis en Jezabel, Barbara Stanwyck en Perdición, Marilyn Monroe en La tentación vive arriba, Julie Andrews en Mary Poppins. El show de TrumanSolo en casaTitanicEl padrinoEl resplandorEl mago de OzLa cenicientaEl exorcista¿Qué fue de Baby Jane? , VértigoMatar a un ruiseñorUn tranvía llamado deseo… y un larguísimo etcétera, son algunos de los ejemplos en los que la escalera juega un papel importante como simple elemento secundario o como un elemento que guarda un sinfín de dobles lecturas.

La escalera –o escaleras, recordemos que hay dos, ninguna más importante que la otra- de The Changeling se convierte en una protagonista más al trasladar al espectador la pregunta ¿Qué se esconde tras ella? ¿Cuál es su secreto?

Sugiere todo el tiempo y no sobran los momentos donde realmente vemos algo en un continuo ir y venir que juega con nosotrxs. Me llama la atención la ironía de esta película canadiense que gana el pulso imaginario y hace sombra al gran titán estadounidense de los largometrajes de terror. Ha pasado a la historia del cine.

En el fondo la historia es modesta, pero no simple, y nada olvidable. Asistimos a un drama que hará llorar a lxs más sensibles –ni confirmo ni desmiento que me haya pasado- aderezado con momentos de tensión magníficos y oportunos. Admitiré que con la escena de la pelota LO PASÉ MAL. Por cierto, hablando de la pelota, no sé si al resto os pasará pero ¿No os recuerda a El resplandor? No por ese elemento, que también, sino por cómo usa Peter Medak la cámara. Ah y ya que estamos la trama roza a The ring, solo que al niño le falta pelo.

La ambientación y los recursos formales utilizados son los la típicos pero correctos de cualquier película de suspense/terror; espacios amplios y sin decorar, travellings y contrapicados en gran angular acentuando la soledad y los aspectos inquietantes, silencios y tímidas teclas de piano que acrecientan la tensa atmósfera.

Por supuesto tiene algo negativo, su final. Mi no entender chica. Una película que modestamente tiene todo, en la que menos es más, nos sorprende con un final lleno de efectismos que no necesito. Un final irregular tras todo lo visto anteriormente, le falta imaginación.

No sé muy bien por qué, pero tenía muchas ganas de ver The Changeling. Hay ciertas películas que entran por los ojos antes de verlas, a veces por razones de peso como su director, su reparto o su género, y otras por motivos más secundarios, como el póster o el título. Ya que no conocía prácticamente nada del filme, excepto las dos últimas cosas, mi interés era mas irracional que fundado. Cuando ya indagas un poquito más, y descubres su consideración de cinta de culto y clásico contemporáneo del cine de terror, la buena disposición no hace más que aumentar, inevitablemente.

Pero el problema con estos casos siempre es el mismo: las jodidas expectativas. A veces ocurre que una película trasciende su propia naturaleza para colarse en cierto imaginario popular, ya sea por su influencia posterior o porque toca ciertas teclas que impactan en un momento determinado. Sin embargo, y con el paso del tiempo, puede suceder que la misma haya dejado de pertenecer a un legado y, considerada únicamente por sí misma, haya perdido la fuerza y gran parte de la trascendencia de entonces. Es lo que creo que ocurre con The Changeling.

No es que el terror sea uno de mis géneros favoritos. El problema con el mismo, para mí, y por lo menos en su vertiente más comercial, es que parece que lo único que importa es provocar el susto en el espectador. Por supuesto no voy a decir que conseguirlo sea fácil -todos hemos saltado alguna vez del asiento- pero sí es más sencillo que llegar a elaborar todo un conjunto tenebroso, que esté apoyado en unos personajes, una historia y una atmósfera dotados de un espíritu aterrador e inquietante. No es el caso de The Changeling, que aunque resulte una película perfectamente canónica de casas encantadas (de ahí su prestigio e influjo posterior, sobre todo en el cine más comercial), no me llega a perturbar en casi ningún momento. Conforme se van sucediendo los acontecimientos, la indiferencia va ganando peso y al final todo acaba resultando algo decepcionante. Ni la historia tiene suficiente empaque, ya que no se llega a desarrollar en profundidad el turbador crimen que la desemboca (ni se llega a establecer un diálogo entre ese pasado y el presente traumático del protagonista), ni tampoco el tono o la atmósfera de la cinta consiguen ser del todo inquietantes. Seguramente todo se pueda resumir en que nunca me ha llegado a perturbar lo que hay “al final de la escalera”.

Quizás la mejor escena de la película sea la del espiritismo, que aunque sinceramente tampoco sea la panacea, sí que llega a transmitir cierta fuerza sobrenatural. Lo más destacable para mí, sin ninguna duda, es el trabajo de George C. Scott, tan expresivo y desternillante en ¿Teléfono rojo?, como sobrio y profundo en este papel de hombre atormentado y desafiado por el pasado, tanto el propio como el de su nuevo hogar.

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