Mariana Rondón (2013)
Pelo malo me ha resultado una película bastante plana, lenta y en algunos momentos bastante incómoda, pero incómoda mal. Creo que en estos largos donde el protagonista absoluto es un niño o niña, el carisma de los actores o actrices infantiles tiene un peso enorme, y en este caso, ni Junior ni su amiga me han llegado como sí lo han hecho otros personajes infantiles como Cocó de 20.000 especies de abejas o Moonee de The Florida Project.
Probablemente en este caso me ha sido más difícil empatizar con el contexto que en estas dos anteriores, y de ahí que no haya conseguido meterme de lleno en la película y se me haya hecho bastante pesada (aburrida). Me ha gustado ese seguir paralelo entre la historia de Junior y ese reflejo crítico de la sociedad venezolana, pero se me ha quedado un poco coja en esto último.
El estilo naturalista busca un mayor impacto en el espectador, pero nuevamente se me queda un poco a medias. Como que entiendo lo que busca la directora, Mariana Rondón, pero creo que no llega a conseguirlo, quedándose a medio gas en todo: en la sensibilidad, en la brutalidad, en la crítica sociopolítica…
Sí me gustaría destacar el papelón que se marca la actriz que encarna a la madre, que es finalmente quien se pone a los hombros todo el peso de la peli. Y la primera escena con el fotógrafo, que me ha parecido una maravilla.
Peli mala. Jejeje tenía que hacer la broma.
No, pero ahora en serio, me ha parecido muy sin más. Este cine social tan “exagerado” en vez de hacerme empatizar consigue casi lo contrario. Puedo llegar a entender a esa madre soltera que vive ahogada en un ambiente súper hostil y que acaba pagando esa frustración con el hijo, pero me pierden cuando la conversación deriva en por cuánto dinero va a vender al niño a su abuela.
Lo mismo me pasa con todo el tema de la sexualidad del niño. Me creo que tenga miedo a que el chaval le salga gay por el sufrimiento que pueda tener y demás, incluso que intente a la desesperada cosas un poco absurdas como cortarle el pelo, pero follarse al Mauricio Colmenero venezolano delante del niño y mirándole a los ojos ya roza lo esperpéntico.
Creo que además hay algo en la peli que no acaba de funcionar. No se si son los diálogos, las actuaciones o qué pero hay momentos que me chirrían mucho. Un ejemplo de esto es la escena de:
– “No te quiero”
– “Yo tampoco”
Debería ser el “climax” y sin embargo queda rarísima.
Dicho todo eso, tampoco se me ha hecho muy pesada y sí que creo que logra transmitir esa precariedad que impregna todo y que acaba desquiciando a cualquiera.
Me sorprende un poco que esto tenga tantos premios. No me parece una mala película, está bien, pero no tiene mucho que decir. El principio de la película y el final son casi iguales, no ha avanzado la trama, no hay conflicto, no hay apenas historia. Y no soy yo una persona en contra de las películas contemplativas, pero esperaba algo más. Tampoco ha ayudado que necesitara subtítulos en más de una ocasión y nada, que Filmin no los provee.
Ni siquiera me ha dado mucho tiempo para coger cariño a Junior. Eso sí, a su madre sí que me ha dado tiempo a prácticamente detestarla. Lo siento, he querido no juzgarla porque la vida es dura, el capitalismo, la precariedad etc, pero no se puede ser tan cruel con un hijo. No se puede. Y aun así, el planteamiento de Pelo Malo es bonito, aprecio seguir a un niño en su día a día con sus tiernos ojos de niño. Fan de esa ensalada que se hace en el pelo y de su forma de bailar.
Me da pena no tener nada más que decir, pero la película tampoco lo ha tenido.
En Pelo Malo nos cuentan la historia de Junior, un niño que, paradógicamente al pelazo que tiene, sueña con ser cantante y tener el pelo liso. Grabado de manera sutil con una cámara que se cuela en los momentos más íntimos, vemos la relación de rechazo que suscita Junior en la madre, que no traga la identidad aún por definir del niño. Es especialmente doloroso ver el poco cariño de la madre, pero es que no hay ningún personaje que no actúe de una u otra forma de manera inmoral, dejando entrever las situaciones extremas que se viven en el barrio. Tanto es así que incluso la relación de Junior y su única amiga en el bloque colmena donde viven se ve influenciada por el ambiente de hostilidad que sufren.
Si bien se agradece que el punto de vista que ofrece la directora no resulte nada paternalista ni ahonde en el drama puede que esto sea a su vez lo que haga la historia demasiado plana y te deje una sensación de repetición constante sobre el planteamiento de los temas, importantes sin duda, pero sin demasiada profundidad.
Junior es un chico en la Venezuela tardochavista que desea alisarse el pelo y hacerse una foto vestido de cantante. Una premisa tan curiosa como esta da pie a abordar temas como la precariedad, la pobreza, la identidad de género, las relaciones materno filiales, la sexualidad, la homofobia o el paso de la niñez a la adolescencia.
No estamos ante una película con poderosos diálogos, giros de guion inesperados o escenarios apabullantes. Pelo Malo se cocina a fuego lento y basa su fuerza en sus interpretaciones (mención especial a Samantha Castillo como Marta, la madre de Junior) y en la crudeza de sus imágenes. Aquí Caracas es un personaje más y nosotros, cuales moscas en la pared, contemplamos su día a día.
Quizás no se trate de una película que deje huella. Tampoco lo busca. Es un retrato honesto y atrevido. Solo por eso merece mucho la pena.
Echando la vista atrás sobre las últimas películas que he visto, observo que pocas, o ninguna, tratan sobre la infancia. Pelo malo no es una película sobre la infancia per sé pero su protagonista sí es un niño con unas circunstancias determinadas en un contexto muy marcado. ¿Qué quiero decir con esto? Que me ha gustado mucho el pensamiento que deja sobre el espectador la diferencia que hay entre un niño rico y un niño pobre. Perdón por reducirlo tanto. No voy a meterme ni a decidir si esta madre quería ser madre porque para mí eso ahora da igual. Lo que quiero explicar es que “todas” las madres quieren a sus hijos, al menos hasta que desarrollan su personalidad y son más adultos, -sigo reduciendo el asunto- pero la diferencia entre madre rica y madre pobre es que esta última no se permite mostrar sus sentimientos ni flaquear, ella está centrada en seguir para adelante y llegar al final del día. Me rompe el alma ver detalles cómo: ¿No puedes comer más deprisa? -le escupe preguntando a Junior. Esta lucha por la supervivencia no es un caldo de cultivo positivo para las tendencias no normativas (en un mundo hetero patriarcal) que muestra el pequeño. La escena en la que le consulta al doctor…wow.
Junior tampoco lo tiene fácil ya que se mueve entre la dualidad de ser quien es realmente o ser el niño que le gustaría a su madre. Considero un gran acierto rebajar la tensión y el drama con una trama tan banal como es EL PELO. No deja de ser un drama que, si lo pensamos, tiene mucho detrás pero para mí es positivo manejarlo de esta manera. Jamás sufrí tanto un corte de pelo y eso que yo practico el do it yourself.