Manbiki kazoku (Shoplifters)

Hirokazu Koreeda(2018)

 

Es la primera película que veo del director Hirokazu Koreeda, sobre el que he leído que esta obsesionado con la representación de la familia y los lazos familiares. Me pasa con algunas películas como esta que su póster me persigue hasta que finalmente la consigo ver, se me queda grabada la imagen y me da la sensación de que siempre que abro alguna app, web o leo algún artículo me recuerda que esta en mi lista de pendientes. O simplemente si pienso en ver algo automáticamente me viene esa imagen. Otras pelis que también recuerdo que me persiguieron fueron Midsommar y Carol.

Pero tranquilidad, no he venido a hablar de mis paranoias si no de lo mucho que me ha gustado Shoplifters. Una película que he disfrutado en dos fases distintas. Por un lado una parte más sensorial en la que disfruto del ritmo visual para poder inspeccionar todos los detalles de la caótica casa y las abarrotadas tiendas y mercados. Resulta muy fácil sentir el calor pegajoso o el frio de la muerte y torcer el gesto con las uñas de la abuela o el constante sorber de los tallarines. Descansar en los momentos de siesta o vivir cualquier evento en familia. Sublime, la manera de exponer los lazos y secretos de cada uno. Para cuando la historia llega al desenlace siento que conozco a todos los personajes de sobra. Por otro lado, la parte que te hace pensar y te remueve la conciencia. A parte del análisis de la familia, su definición y que la compone que me es un poco más indiferente donde me hace sentir incomodo es en los limites del bien y del mal. El propio debate lo tienen los personajes que poco le deben a una sociedad fallida en muchos aspectos. Ademas en el desenlace se sintetiza a través de los medios y policía lo que normalmente nos llega sin conocer la historia completa, cuantas veces no habré juzgado tan injustamente.

Un equilibrio perfecto entre la exposición naturalista, la crítica social y el debate que hace que nada sea excesivo.

Amo a Koreeda, probablemente sea mi director favorito y el tema con el que meto la chapa. Mi momento favorito del festival de San Sebastián es ver en primicia sus películas ya que SIEMPRE es invitado.

Todas sus películas giran alrededor del mismo tema: la familia (japonesa). Koreeda parte siempre de una situación: la ausencia de un ser, provocada por la muerte o por la huida. Después de esta partida pone a la familia contra las cuerdas y la cuestiona. ¿Qué es una familia?

Así reparte las cartas y deja que nosotrxs las juguemos, es decir, nos traslada un debate que debemos resolver.

La unidad familiar que muestra ya no es un conjunto de miembros basado en los lazos de sangre ni en una situación legal, si no que se puede considerar a la misma como un grupo de personas que forman comunidades donde establecen relaciones que pueden ser tan profundas como las que se dan en las familias normativas.

ESTA ES LA CLAVE.

Esto es Un asunto de familia y qué manera de contarlo. Sabe encontrar el punto exacto entre frivolidad y melancolía, no es lacrimógena, es realista. Y esto último también se debe a las magníficas interpretaciones, sobre todo de los niños.

Me ha costado entrar en la película pero me ha acabado gustando mucho. Queda pendiente un revisionado que seguro que me ayuda a seguir la trama con mayor facilidad.

Con las películas asiáticas siempre me ocurre que no acabo de comprenderlas bien. Supongo que tiene que ver con cosas como el idioma, el modo de vida o la cultura en general, que difiere tanto de la nuestra que muchas veces es difícil hasta pillar el tono que quieren transmitir.

En este caso particular hay que sumarle que parte del misterio es la relación que guardan todos los miembros de ese núcleo familiar tan heterogéneo. Y hasta bien metidos en harina no he conseguido descifrarlo. Creo que también tiene que ver con los subtítulos tan malos con los que la he visto.

Respecto a la película diré que me parece que no se lo pone fácil al espectador, que ya me parece un mérito por si mismo. Nos muestran a esta familia de ladrones con muchas acciones reprochables e incluso muy graves (robar niños, wtf?) y aun así consigue que les comprendas e incluso que les cojas cariño.

Claramente son unos estafadores con pocos escrúpulos y se aprovechan de todo el que pueden (niños incluidos) para salir adelante. Aun así entre ellos se cuidan y tienen una familia bastante compacta donde todos suman desde su posición, sin apartar a los viejos o a los niños. Esto tendrá que tener algún valor ¿no?

A mi me ha dado pena que se separen y no solo porque la alternativa de los niños fueran un orfanato y unos padres maltratadores, sino porque realmente creo que formaban un buen grupo, con todos los peros que se les puedan poner.

No sé si era yo o la película en sí, pero me costó comprender los personajes, las relaciones que tienen entre sí y sus formas de ser. La película juega a ser difusa y a darte pequeñas pinceladas para que vayas formando en tu cabeza las conexiones y que las vayas disfrutando poco a poco, pero yo tardé un rato en entrar.

No le quito mérito a Shoplifters: de hecho, me parece muy interesante que no te muestren todas las cartas al inicio. ¿Quiénes son? ¿Son realmente familia? ¿Se quieren? ¿Solo les une el dinero y los robos? Ir poco a poco descubriéndolo permite que les cojamos cariño a los personajes e incluso a esa casa sucia y desordenada. Al fin y al cabo, vas comprendiendo que son una familia porque ellos han decidido serlo. Eso se ve en escenas con una sensibilidad muy alta, momentos tiernos que van dando pie de forma orgánica a otros bastante más crudos. Una familia que se expresa para lo bueno y para lo malo.

Hay películas asiáticas en las que conecto a la primera, pero en esta se me ha hecho difícil entender y navegar en una cultura tan ajena a la mía. Por eso creo que le daré otra oportunidad más pronto que tarde. Al final he cogido cariño a ese concepto de familia tan amplio e ilegal.

Una película redonda tanto en su contenido como en su confección, la fotografía una pasada los actores geniales, lo bonita que es la trama sin llegar a ser un pastelón ultradulce, en fin, que me la vería otra vez (sería la tercera) encantado.

Se ve que esto de las adopciones fuera de la legalidad es un tema recurrente en la cultura japonesa, aunque el tratamiento es diferente se parece mucho a la trama de Tokio Godfathers. En este caso la trama está más centrada en el hecho de que la familia no se elige, en la historia se cuestiona las dinámicas familiares y como es difícil escapar de esa prisión del parentesco biológico, es decir, que, si te toca nacer en una casta de mierda, lo tienes difícil hagas lo que hagas. La familia alternativa presentada es grupo de personas que conviven con algo común, ser gente pobre expulsada de la sociedad. Todo el conjunto: dinero, prioridades vitales, familia y valores está muy bien tratado (Almodóvar aplícate el cuento).

Me gustó especialmente como está construida, la manera en la que va presentando las motivaciones y problemas de cada uno de los personajes a medida que avanza. Normalmente el cine japonés (o cine de juncos como una amiga llegó a denominar) peca de lento e inmisericorde (Semana Santa vibes), si te gusta bien, si no puede ser una tortura, en este caso creo que los momentos “juncos” son muy pertinentes y están bien traídos. Estos serían cuando Shota y Osamu juegan en el aparcamiento o cuando hacen un muñeco de nieve. Además, se aplica una tensión justa que está latente durante las dos horas, el hecho de que la familia vive una felicidad frágil e insostenible y que debe terminar.

En el desenlace también hay una lección, según veo, sobre las concesiones que tenemos que hacer por el hecho de vivir en una sociedad avanzada y/o compleja, y es que muchas veces se tiene que imponer la ley sobre la justicia lo eso genera gran cantidad de mierda. La alternativa a eso sería más caótica en general.

En resumen, una película muy bonita con mucha tela que cortar que no se hace pesada.

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