Ladj Ly (2019)
Los miserables pertenece a ese grupo de películas que vemos de vez en cuando los blancos privilegiados para quitarnos la venda y trabajar la empatía. A este grupo puede pertenecer también Cafarnaúm (vedla si no lo habéis hecho ya). Estas palabras pueden parecer altivas, no lo pretendo, considero que a esto se refieren algunos críticos cuando dicen que una película «es necesaria».
Estamos acostumbrados al abuso de poder y a la violencia que se genera de él pero no a las consecuencias ni a lo que sucede en la cara B.
Aquí te lo exponen de manera clara, sin poder hacer nada, solo miras, oyes y callas. Con esa apariencia entre la realidad y la ficción Ladj Ly hace un alegato en favor de las minorías discriminadas obligadas, consciente o inconscientemente, a vivir en barrios marginales.
Si analizó formalmente la película tengo que decir que los primeros minutos de metraje me cuestan. Entrar en la historia, aunque te lo ponen fácil, se me resistió y me sorprende que con unos personajes tan simples y arcaicos -me refiero a los «policías» mayoritariamente- el desencadenante de todo tarde en aparecer.
Aún así es de alabar el ritmo que posteriormente consigue con el movimiento de cámara y los primeros planos. Sí que hay que reconocer que pese al forzado comienzo la película va in crescendo hasta desembocar en un final que te deja agarrado a la silla.
¿Por qué la he recomendado?
Respuesta que esperáis: me gusta muchísimo el cine de denuncia social. Soy de ESAS blanquitas. Qué asco ¿no?
Respuesta verdadera: Los miserables es una de las películas más recientes que he visto este año y el final me dejó sin respiración -pocas lo consiguen, Custodia compartida y pocas más -. Yo quería recomendar algo más de lo mío que es el cine clásico pero no quiero ser una petarda. O por lo menos no quiero ser una petarda al principio de la temporada.
Cada cierto tiempo aparece en el club del cine una película tipo The wire que me recuerda que tengo que volver a ver (y acabar) la serie de David Simon, que ultimamamente se dedica a trolear por twitter a la derecha española. Esta temporada ha llegado pronto con una versión a la francesa.
¿Era necesario que esta película se llamara como la obra de Victor Hugo? Seguramente no y seguiría teniendo la misma fuerza. Aunque el trasfondo de lucha de clases sea el mismo, me da la sensación de que es más un gancho comercial para atraer al espectador. Conmigo funcionó, eso sí. La tenía pendiente desde que vi el trailer en el cine.
Al margen de eso, la película se sostiene perfectamente por si sola, sin necesidad de recurrir al clásico más allá de un par de guiños que hace. Seguramente gran parte de su fuerza se deba a esa visión casi de documental que tiene de ese bario de París, siguiendo cámara en mano a sus gentes como si de un capítulo de Callejeros se tratara. Es de esas visiones que te hace reflexionar sobre la supuesta igualdad de oportunidades que presuntamente hay en occidente, y más en ciudades como París, casi capitales del mundo. Hay que reírse ante esos discursos.
Me acaba de venir la imagen de los señores de Nuñez de Balboa exigiendo libertad a golpe de cacerola y sintiéndose los más revolucionarios. Escribe eso, Victor Hugo.
Para terminar, diré que me parece especialmente importante que se ponga el foco de la película sobre los niños, los verdaderos miserables de esta historia, a los que ningunean y pisotean desde todos lados y que prácticamente expulsan de la sociedad nada más llegar a ella. Aunque un poco ñoña, me gusta la reflexión final de que “no hay malas plantas, si no malos cultivadores”.
¡Una temporada más en El Club del Cine! Qué emoción, qué ganas de compartir otro curso pensando que las películas que yo elijo son las mejores. En realidad estoy aquí para conocer argumentos que me hagan convencerme de lo contrario, así que yo encantada.
En general Les Mis 2019 me ha dejado ligeramente indiferente. Lo peor es que no tengo del todo claro por qué ha sido así, pero mi sensación es que dentro de poco la olvidaré casi por completo. No puede ser por la historia, porque me engancha, ni por las actuaciones, que son bastante buenas. ¿Pero por qué? Hay algo que no me hace conectar, que no me toca mi fibra emotiva. ¿Será que la película estaba plagada de referencias a la novela de Víctor Hugo que yo obviamente no he leído?
Vamos a intentar desgranarlo. Primero, creo que Los Miserables tarda mucho en arrancar. Nos presenta durante un rato largo a los policías, pero desde el principio tenemos claro el papel de cada uno, ya que son bastante básicos. A saber: el poli bueno (indistinguible de Jordi Roca), el poli malo -capaz de gritar YO SOY LA LEY siendo él bastante corrupto- y el otro. El otro, que para no ser el poli malo, vaya, qué despiste, ups, ay cómo se disparaba esto. Pues… casi que es el peor.
Tampoco nos excedamos, que el poli bueno está a dos días de ser malo, aunque tiene algo en su interior: empatía. Empatía que le viene de tener un hijo, pero cierto es que más o menos se puede defender su postura y llegar a entenderle. Hasta que claro, te acuerdas que es un poli y ACAB. Incluso ellos mismos saben que no se puede confundir el miedo que les tiene la población con el respeto, que viene siendo escaso.
Así que eso, una nueva película sobre los límites del bien y del mal. Me gusta el no punto de vista de Ladj Ly, que pretende que el trabajo de posicionarnos lo hagamos nosotros y que reflexionemos quién es el malo, quién es peor en la balanza y por qué. A mi gusto peca de excesivo, pues este conflicto se nos presenta continuamente, no solo con los tres cansinos policías. El niño que graba con un dron, las chavalas que le hacen borrar las imágenes pero se quedan con las de otra chica para bulearla, el filósofo-imán que cuida de los chavales pero les capta para su -suponemos- cruzada fundamentalista. Todos son el yin y el yang.
Eso sí, tanto el último plano, fundido a negro en el momento de la decisión, como la cita final me dejaron buen sabor de boca. El director nos abrre la puerta a reflexionar sobre política, inversión pública o educación. Pues claro que los policías y las minorías no están al mismo nivel. Unos tienen el poder y los otros siempre han sido trasladados a los márgenes. A estas alturas es que poco se recurre a la violencia.
Buen comienzo de la quinta temporada del ECDC con un thriller sin sosiego que nos transporta a los suburbios de París.
El estreno de Ladj Ly me da la sensación de objetivo cumplido, su apuesta va al grano y logra transmitirte al menos lo que se espera de un thriller de estas características. En un principio pensé que iba a ser mas un drama costumbrista sobre la inmigración en los suburbios que la trepidante acción de bandas y policías que expone. Quizá la apuesta mas arriesgada es la de exponer el tema desde el punto de vista de tres policías y no optar por la opción del mas vulnerable. Integra de esa manera a todos los grupos dentro de los miserables, aunque claro, no todo es tan sencillo. Uno de los policías, en su primer día de servicio y proveniente de una zona rural, nos hará de guiá para descubrir el complicado entramado de bandas y poderes. Tirando en este aspecto de cierto cliché sera un poco el extranjero moralista que no se deje llevar fácilmente por el statu quo imperante. A partir de ahí la película no es demasiado original, ni lo pretende, y me recuerda a otros títulos como La Haine (desde el punto de vista de los chavales) y a Training Day (por su ritmo y composición).
El final abierto me gusta, ninguna de las opciones supondría un cambio real a la situación.
Lo mejor: expone con sobriedad el reflejo de la sociedad y aplica perfectamente la tensión y la agitación necesaria para parecer que corres por todo el metraje detrás de los personajes del bullicioso suburbio. El ambiente resulta muy creíble y manifiesta temas actuales. La forma de grabarlo ayuda a palpar toda esa agitación.
Lo peor: aunque intenta dar una visión plural y objetiva desde distintos ángulos si que hace gala de cierto discurso moral por el que intenta conducirnos. No lo requiere pues mas bien es redundar en algo que salta a la vista.
Una Mezcla entre Training Day y la típica película sobre barrios marginales e institutos chungos que a los vuelca-frutas les encantan. A falta del profesor guay – pensando fuerte en Sister Act aquí- y sobre estos cimientos algo manidos se monta una película bastante potente. A pesar de no ser muy fan de las historias que no te dejan respirar, en este caso creo que funciona muy bien se nota que el guion y el montaje están cuidados.
En cuanto al hilo argumental de la chavalada Rousseau y Víctor Hugo tenían la idea loca de que el hombre (de las mujer no decían nada, por algo será) es bueno por naturaleza y que solo se corrompe o hace el mal por influencia de la sociedad (yo soy yo y mis circunstancias que diría nuestro compatriota) En los miserables originales la peñita se revela contra las injusticias sociales aquí se revela (AKA roba un león a unos gitanos chungos) contra no tener likes en el Instagram (superlike). Es una actualización que no acaba de convencer, pero es está bien traída. As Víctor Hugo said «Cuando se llega a cierto grado de miseria, lo invade a uno algo así como una indiferencia espectral y se ve a las criaturas como si fueran larvas” La jerarquización del barrio marginal que se presenta es cruel y creíble, atrapa desde el inicio, a lo Ciudad de Dios.
En cuanto a la trama “policial” decir que gusta odiar y si es a un policía joputa-cabrón más aún y esta parte de la historia te da eso (mis dieses). Los personajes Chris el madero chungo y Gwada el madero semi-chungo se quedan un poco flojetes porque se presentan casi como malos de Disney sin ninguna motivación, cuándo en una historia el malo es muy malo se pierde un poco de chicha. Las escenas de tensión policial son lo que más me gustó de la película, a nivel visual te hacen meterte bastante en las acciones y querer pegar a los policías o quemar un contenedor en su defecto.
Lo que más: como crece la furia hasta ese final cargado de ira anti-policial. La violencia que está latente y se percibe durante toda la película y la manera de finalizar sin dejar que se vea la explosión final es un acierto genial. La frustración de los personajes también llega bastante bien y te hace partícipe de su rabia.
Lo que menos: demasiado mélange en una historia muy rápida y el exceso de moralina en ciertos momentos.
Les Misérables, en una clara alusión a la novela de Víctor Hugo, nos transporta a los suburbios de París, donde tres policías, uno de ellos nuevo en esa brigada, se encargan de poner orden y solventar los diferentes conflictos que surgen debido a la delincuencia imperante en esos barrios.
La trama sigue a los tres personajes a lo largo de un día de trabajo, en el que se describe con detalle la lucha por el control de estos barrios (un alcalde corrupto que trata de chantajear a la policía, bandas de gitanos con bates de baseball o hachas,dueños de negocios que no son lo que parecen, grupos de niños callejeros cuya tendencia a la delincuencia es casi inevitable etc.). Un cóctel difícil de manejar para una policía, que en general tiende a hacer la vista gorda para evitar problemas mayores, o a actuar de forma poco ética. La trama se complica cuando un determinado suceso crea un debate moral a nuestros protagonistas, que nos permitirá ver el fondo y la integridad de cada uno de ellos.
La película acierta en términos generales gracias a un ritmo acelerado (la mayor parte de la película sucede en un único día), unos personajes creíbles y una ambientación muy lograda, que refleja fielmente los problemas de determinados barrios parisinos, dominados por la delincuencia de bandas de diferentes etnias y la corrupción y el abuso de poder de aquellos que deben velar por la ley.
A mi juicio, el mayor triunfo de su director (y co-guionista) es no posicionarse claramente a favor o en contra de una idea concreta, lo cual tiene cierto mérito dada su condición de activista que lucha en favor de los barrios desfavorecidos y contra los prejuicios de la policía francesa hacia las minorías raciales. Con esto quiero decir que a pesar de la clara ideología del director (no le conocía de nada, pero indagué un poco), no se hacen juicios categóricos (policías malos, ciudadanos buenos), sino que en ambos casos podemos encontrar personajes íntegros (Stéphane, el policía nuevo; Salah, el dueño del restaurante), y personajes legal y moralmente cuestionables (Chris; el alcalde).
El final queda un poco en el aire (intencionadamente), y la película se cierra con esa memorable frase de Víctor Hugo, que viene a decirnos que no existen personas malas (podemos entender esto como una exculpación del comportamiento delictivo de los niños), sino que nosotros las creamos (el sistema tiene la culpa de estos comportamientos). Pese a que no concuerdo plenamente con esta frase, creo que es un cierre totalmente acertado en este caso.
Cada día muchas personas al cruzarse con gente de otras etnias sienten cierto nerviosismo por su integridad. Y a veces, ciertamente, estos (jóvenes) responden con agresividad, respuesta al miedo y al rechazo al que son sometidos diariamente. De esto mismo trata la película. Es una crítica y un retrato de la opresión, el racismo y la división social existente en Francia, e invita al espectador a reflexionar sobre esta realidad.
La película se desarrolla en un periodo corto de tiempo, dos días, y en una localización Montfermeil, barrio originario del director y donde ocurre la novela de Victor Hugo. Aunque Les Miserables pueda hacernos pensar en la novela homónima, está más cerca de la película El odio de Mathieu Kassovitz o de Haz lo que debas de Spike Lee. Empieza con la final del mundial 2018, partido entre Francia y Croacia que terminó con la victoria de Francia. Durante esta secuencia los planos son amplios y están muy cargados de gente, transmitiendo unidad y retratando lo que es Francia y quienes son los franceses. En el resto de la película se emplea mayoritariamente un plano estilo documental, cámara en mano, movimientos rápidos, planos cortos y de lente muy abierta en los que se ve poco más que al personaje de turno. Con estos planos casi entendemos una oposición a lo que habíamos visto al principio, individualidad en vez de unidad. Se acentúa además la contraposición de lo que ciertos radicales definen como “la Francia más francesa” (segregada, de gente blanca…), con la realidad de Francia, es decir lo visto al principio.
Técnicamente la película tiene una coherencia narrativa muy conseguida. No desaprovecha el uso del lenguaje (la manera de entender el mundo según el posestructuralismo) para ayudar a definir a cada personaje, podemos imaginar rápidamente quién usa expresiones como “maricón” o “los bichos”. Por lo que tanto los diálogos, como las acciones de los diferentes personajes considero que encajan bien, son creíbles y transmiten la esencia de cada uno, lo que muestra una dualidad en todos Esto no va de malos o buenos, es algo más profundo. De esta manera se establece una clara división y una lucha de poderes entre grupos en un mundo muy masculino, donde lo femenino y la mujer está completamente relegado.
Aprovecha bien los detalles para transmitir la esencia de la situación, como el hincapié en el papel de los imanes, que adoctrinan a los jóvenes, y lo que puede acabar en el fundamentalismo. Personalmente me gustaron las escenas en las que se ven los juegos de los niños de Montfermeil, que creo que transmiten claramente la precariedad y una ruptura de clase, y nos dejan ver que la realidad en la que no todo el mundo puede permitirse una Switch está a solo unos kilómetros de la capital Francesa.
La tensión es palpable durante toda la película, lo que el director además refuerza mediante no sólo una tensión argumental, sino además mediante una tensión visual, buscando transmitir la presión y el estrés existente. En mi opinión, la película funciona mejor en los actos del primer día que en el segundo, pero este es necesario para entender que la respuesta criminal de estos grupos (o el rechazo a la policía como en el caso del chico del dron) no es una cuestión cultural sino una respuesta a, como decía, la violencia, la opresión y los abusos cometidos contra ellos. Pero el miedo es por ambos lados ¿no? por eso la policía actúa con violencia también. Creo que desaprovecha la oportunidad de hacer empatizar más al espectador con los policías en el lapso entre días, aunque es cierto que rompería el guión desviando la acción principal, lo que se quiere poner de manifiesto, y se alejaría de la localización principal, cosa que sería un error ya que creo que el uso del tiempo y el espacio es un fuerte en la película.
Antes de la frase final de la novela, la película funde con un final abierto, donde Issa, chico que ha sufrido los abusos policiales el primer día, apunta con un cóctel molotov a Stéphane, policía recién llegado, quien a su vez le apunta con la pistola mientras la imagen torna a negro, referencia a que este problema no se ha acabado y continua hoy en día.