Jean-Claude Lauzon (1992)
¿Por qué he elegido Léolo?
Por el 30 aniversario de los cines Renoir (os echo de menos) me regalaron esta camiseta que he usado de pijama miles de veces. Ya era hora de verla.
Y al hacerlo me he dado cuenta de que en realidad no dice esa frase, sino << Porque sueño, yo no lo estoy >> (Parce que je rêve, je ne suis pas). Qué difícil el trabajo de traducir y doblar.
Bueno, pero que han puesto el acento en la ‘o’ y no en la ‘e’. Eso no lo paso.
Creo que esta película es de las que mientras la ves estás pensando continuamente WTF pero luego te das cuenta de que ha pasado un mes y sigues pensando en ella. Y es ahí cuando piensas “esa película no era de 3 estrellas”. Eso me pasó con Ema, la de Larraín, hace unos meses. Y dentro de un mes le auguro a esta el mismo futuro.
La película empieza con un señor masturbándose en unos tomates y una señora que pare a nuestro protagonista Léolo, digamos que por culpa de ese tomate que acaba inseminado. Esto ya nos da una pista de lo que nos vamos a encontrar en la siguiente hora y media, que es en definitiva un desenfreno de momentos bizarrísimos.
Tenemos un narrador que adormece con sus meditaciones guiadas, un niño imaginativo, escenas aparentemente inconexas, descripciones tan precisas que te estallan la mente y un intento de equilibrio entre violencia y ternura. El film es más complejo de lo que en un principio puede parecer, pues a pesar de que se nos cuenta la historia a través de las aventuras de un niño, el trasfondo es bien gordo. Léolo vive ansiando cariño y atención rodeado de pobreza, expresada de forma explícita y cruda. Nadie le quiere ni le comprende y ni siquiera le llaman Léolo, joder. ¡Que es italiano de padre tomate! Luzon nos expone perfectamente tanto la tangibilidad de la precariedad como el anhelo de lo que nunca tuvo Léolo. Todo esto sin juicios o culpas hacia ninguno de los personajes, ya que lo vemos a través de los ojos del protagonista, y él no los tiene. A pesar de que la familia está loca y son, digamos, pelín ignorantes, a Léolo saberlo le otorga una posición complicada en el debate de querer (a ellos) y no querer (ser como ellos).
Para terminar mencionaré que por si lo anterior fuera poco, la película también trata la creación de la identidad masculina en el paso de la infancia a la adolescencia. Por suerte no tengo pene y no viví ese despertar sexual traumático que además aquí se agrava al haber recibido una educación afectiva y sexual nula. Y todo esto nos lo exponen sin medio remilgo. ¡Ah! Súmale también un uso poderoso de la luz frente a la oscuridad. Joder, no sé por qué le doy solo tres estrellas.
Lo mejor:
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Hay escenas épicas y son bastantes. Si tengo que elegir una, me quedo con la mano que coloca Léolo en la cabeza de su hermano Fernand para consolarle después de no poder pelear.
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Lo escatológico de esta peli, es divino.
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Parece poco más que un adolescente pajero, pero el chaval escribe bastante bien. “Como siempre, me contemplaba a mí mismo jugar a la vida”
Lo peor:
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La arcada que me ha dado el puto abuelo.
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La canción de misa en español que no ha sonado una vez, sino dos.
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Esta frase neutra será mi único comentario acerca de los personajes femeninos.
Te gustará si te gusta: tu infancia entre revistas porno con las páginas pegadas, tu vecina, soñar y no estar soñando, Italia sin conocer Italia, los psiquiátricos con bañera, los hígados de vaca, los narradores de los 90, las películas en las que siempre hay un señor mayor ajeno a toda la historia pero que se entera de todo.
Léolo ha sido un soplo de aire fresco a pesar del contenido escatológico y feo que emana su contenido. Siempre es un subidón encontrarte con una recomendación de la que no tenias la menor idea y que te acaba encantando. Gracias Clara.
Es curioso como se puede disfrutar en una película de las cosas que a priori amargarían la vida a cualquiera. Muchas veces es gracias a la manera de enmascarar el acto con belleza en la fotografía, en la manera de actuar o simplemente de contarlo. No es el caso de Léolo en el que lo grotesco, feo y maloliente no lo encontramos de manera enmascarada al menos en la parte visual. De la misma manera que resulta agobiante la ignorancia y la falta de recursos que rodean al brillante protagonista. Por contra, encontramos el equilibrio en la esperanza para escapar de ese mundo de mierda, ya sea a través de las pesas en el caso del hermano o de la escritura en el caso de nuestro protagonista. La voz que nos va narrando la pasión del chico nos pone la mirada en lo único positivo a lo que decide encomiarse. También contrarrestan esa negrura el buen trabajo de caracterización del chico, con el que vamos aprendiendo el despertar sexual y en general el transito preadolescente (en este momento hay que dar gracias a internet por mantener los hígados en la nevera). Resulta valiente y acertado cerrar el film sin consumar la esperanza. Cuantas veces no tendría que contenerse el director para no ofrecer una versión mas light. Es de agradecer de vez en cuando.
Hacia el final de la peli suena una canción mítica, you can´t always get what you want. Que aunque siempre es guay encontrarte con temazos, pienso que le da un aire de nostalgia que no siempre le viene bien, y este era uno de ellos a mi modo de ver.
Buena fotografía, buena –maravillosa- música y un magnifico protagonista. ¿Puedes empatizar con él? Desde luego que sí ¿Te puede resultar cansado? También. Pero ojo que no pese más lo negativo que lo positivo aunque solo sea por esta vez.
¿Quién no ha soñado? ¿Quién no ha tenido momentos de mierda y se ha imaginado su vida? ¿Quién no ha tenido familiares que le han reprochado actitudes? Familiares, por cierto, muy bien retratados, con distancia, como si se tratara de extraños. Y, bueno, ¿Quién no, en plena cuarentena, ha expiado un poquito a sus vecinos?
Es fascinantemente onírica. Fascinantemente triste y tierna. Me ha gustado mucho. Leolo es algo así como el Totó de Cinema Paradiso pero en crudo y sórdido. No he podido dejar, hablando de sueños y vida, recordar a Petrarca:
“¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
Leolo, no son sueños, es arte.
Mi mayor decepción con esta película me la llevé cuando me di cuenta de que esa introducción en la que un señor nos narra los orígenes y la cotidianidad del protagonista no era solo la introducción, sino el formato en el que se desarrollaría toda la película. Me parece un buen recurso para el inicio el presentar las peculiaridades de los personajes y su contexto (¡incluso (500) Days of Summer lo hace!), pero en el momento en el que se extiende al resto de película y se convierte en su seña de identidad, me cansa muchísimo.
No contentos con esto, lo que nos muestran constantemente es una especie de costumbrismo grotesco, una Amelie de lo asqueroso en vez de lo cuqui. Yo lo siento pero no lo compro. Seguramente sea su intención la de causar ese rechazo constante, pero ni consiguiéndolo le doy ese mérito. Cacas cogidas con la mano, ancianos masturbándose, gatos follados… Me parece pura provocación que no va a ningún lado.
Encima en contraposición a eso tenemos el rollito este del escritor atormentado. Todo súper intenso en medio de tanta mierda (literal), con la música esa de los infiernos sonando a cada rato y el descendiente de Cervantes en su palacio leyendo.
No la he entendido, lo siento. Ni siquiera la he odiado tanto como parece, simplemente me ha aburrido a cada paso.
Pero me ha hecho recordar Sicilia. Eso me ha gustado.