Santiago Mitre (2015)
Me gusta esta película pero no estoy de acuerdo con ella. De hecho me enfada, me cabrea muchísimo así que no entiendo nada chica.
Desde que la vi hasta hoy he ido pensando por qué me gusta y creo que lo sé –pero no del todo-. Me gusta por el tiempo narrativo; las pausas me ponen cerdísima. ¿Qué puede durar una hora y veinte en lugar de casi dos horas? Sí pero no sería lo mismo. También por el trabajo de cámara. Esa primera escena grabada en plano secuencia en la que tiene lugar la discusión de Paulina con su padre sobre ir a dar clases a una zona rural. Uffffffff qué maravilla.
Por el simbolismo con el edificio vacío, a medio construir, que contrasta con el resto del paisaje y que, a mi modo de entender, tiene un significado poderosísimo. Ah y por Dolores Fonzi.
Ya está.
Quitando eso La patota es una patata. Pero me gusta. Pero no joder. Per sí. ¡¡Que no!! Vamos a ver cariña céntrate ahora voy a destacar las cosas por las que no paso.
1. Excusar al violador. ¿En serio me estás mostrando su vida y cómo sufre cuando lo detienen? ES UN VIOLADOR no puedes pretender que empatice con él pero Santiago Mitre –director del largometraje- lo hace. Con dos cojones.
2. El tratamiento que le dan al personaje de Paulina. No se justifica, no explica sus motivos, no dice nada. Si la entiendes bien y si no pues mira problema tuyo. ¿Por qué se hace esto? Para que no la entiendas. Para que, en el fondo, pienses “está loca”.
3. Lo del racismo ya tal.
Pd: obsérvese que EN NINGÚN MOMENTO en esta crítica he usado el término “Machismo” asi que ahora mismo tengo la vena aorta como la manga de un plumas.
Lo primero que he hecho después de ver la película ha sido buscar el significado de patota. Puede ser que lo hayan mencionado, pero entre el idioma propio y la jerga argentina, está claro que me he perdido algunas cosas. Así que si alguien más tenía la duda, patota significa pandilla, haciendo clara referencia a la manada de la peli.
Aclarado esto, ya podemos centrarnos en el tema central de la película. Siendo este una violación, auguraba el retorno del debate de Irréversible, pero ahora que la he visto tengo mis dudas. Como he leído en una crítica que he visto por internet: Paulina merece la atención, no el juicio del espectador.
Esto es precisamente lo que hacen todos los personajes femeninos de la película. Y aquí mis amigas feministas seguro que habrán disfrutado con tanta sororidad.
Como contrapunto está el personaje del padre. Su tarea era acompañarla, y solo se dedica a juzgar. Del novio ni comento, que el tío coge y directamente se va de la ciudad. Mira macho, vete a la mierda.
Una de mis escenas favoritas de la película ha sido la primera. La conversación entre Paulina y su padre es muy esclarecedora. En unos pocos minutos quedan claras las motivaciones de ambos y la relación que tienen entre ellos. Esa actitud paternalista que por muy progre que sea de puertas para fuera, ay, con su niñita no puede evitarla.
Empieza la película diciéndole como tiene que vivir su vida y la acaba diciéndole como tiene que gestionar la violación, la investigación y su embarazo. Me ha gustado que ambas escenas, la primera y la última, muestren el inmovilismo del padre en su discurso, discutiendo todas las decisiones que toma Paulina y manexplicándole cuales son las buenas. Cero evolución del personaje.
Nadie duda de que quiera lo mejor para su hija, y está claro que es una situación extrema en la que se juntan muchas cosas y para la que es difícil estar preparado. Incluso la propia Paulina le explica que ni ella tiene claro qué es lo que tiene que hacer.
Algunas decisiones entiendo que son muy difíciles de comprender y aceptar, como que no quiera identificar al violador o continuar con el embarazo. Pero lo que no puede ser, señor, es que le niegues el abrazo del final. Qué clase de orgullo de mierda es ese. Todas las buenas intenciones que pudiera tener me parece que quedan empañadas por ese gesto rancio y egoísta. Tu tarea era apoyar y sólo la recriminaste sus decisiones.
¡QUE LA CULPA NO ERA MÍA, NI DÓNDE ESTABA, NI CÓMO VESTÍA!
Lo primero que siento al terminar de ver La Patota es confusión, las intenciones del director no son claras. Después de masticarla con un poco mas de paciencia llego a la conclusión de que expone la imperfección humana, ningún camino es el correcto. La película es un sin fin de abrir debates morales en cuanto a clases, justicia, venganza, política, patriarcado… si buscas alguna reflexión mas allá del planteamiento, un desarrollo demasiado profundo o alguna conclusión acabaras frustrado.
El personaje principal esta muy bien planteado y la interpretación es buena, sin duda la principal baza de la peli. Una persona que por cualidades podría ser tentador ejemplalizarla pero que simplemente es un ser independiente que trata de marcar su sino y no caer en el ojo por ojo, elemento que hace enfurecer al resto de allegados, principalmente a los varones. Su conducta no siempre es acorde con sus convicciones al igual que en la figura del padre y nos muestra una vez mas las incongruencias en las que caemos continuamente.
La narrativa, interrumpida con saltos temporales y distintas perspectivas me parece que aporta mas bien poco. No ayuda a exponer ninguno de los hechos , apenas a desarrollar mas ningún personaje y diluye mas aun la historia. No lo entiendo.
En conclusión, consigue plantear debates y exponer cadencias sociales en las que tenemos un gran camino que recorrer, sin aportar nada nuevo, pero como film no termina de convencer con su trabajo desdibujado.
Turno esta semana para La Patota, film argentino dirigido por Santiago Mitre y estrenado en el 2015 que conforma el remake de la cinta homónima estrenada en el año 1960 y dirigida por Daniel Tinayre. La película de Mitre actualiza el argumento para tratar de servir de crítica y poner en relieve los diferentes problemas de la sociedad actual.
En cuanto al apartado más artístico. Nos encontramos con una narración a veces algo confusa en sus maneras, aunque bajo mi punto de vista acertada y con un resultado final correcto. Esa especie de flashbacks que nos muestran como llega cada uno de los protagonistas a los puntos clave de la cinta nos permite ponernos en la piel de éstos y tratar de entender en cierta medida sus motivaciones. Esto no aplica a la protagonista, Paulina, quien es el centro de la trama y cuyas motivaciones, una vez pasada la primera hora de la película, comienzan a perder cierta coherencia. No tanto por las decisiones tomadas, sino por la falta de un argumento detrás que las sustente. En sus propias palabras, “nadie puede ser capaz de entender por lo que ha pasado” y quizás sea este el motivo por el cual no se ofrece al espectador la suficiente información como para poder discernir porque Paulina toma las decisiones que toma.
Más allá de la denuncia contra la sociedad actual en la continua duda a la que es sometida Paulina tras la violación que sufre, teniendo que aguantar como todavía se le pregunta sobre la ropa que llevaba o si puede haber sido cierto comportamiento suyo el que haya desencadenado los hechos ocurridos, la película trata también de esbozar ciertos elementos políticos actuales como la situación de zonas desfavorecidas y los problemas de la gente que habita éstas, la universalidad de la justicia o los diferentes tratos de los cuerpos de seguridad en función del lugar al que perteneces. Si bien estos problemas se esbozan en los diálogos que enfrentan a Paulina y a su padre, no se llega del todo a profundizar en ellos y la película llega a su fin sin haber encontrado una posición clara al respecto.
Nos encontramos pues ante una cinta que comienza sobre unas bases sólidas, pero que no termina de despegar y se enreda en muchos caminos para finalmente no llegar a nada. Cabe destacar eso sí la gran actuación de la actriz protagonista y la réplica que encontramos a ésta en su padre, con quien comparte las mejores escenas en los diálogos que mantienen.
He visto “La Patota” en dos días distintos, y eso ha influido para puntuarla. Quise ver el principio en el típico rato de antes de acostarte que quieres coger sueño viendo una peli. Pero claro, no fue así. 45 minutos después me vi tensionada as fuck. Tuve que parar la película y ver Friends para dormir.
Y os cuento mi vida porque viene un poco (bastante poco) a cuento. Cuando quise retomar la película el argumento había cambiado. La violación y el manido género vengativo habían dado paso al cine social y reflexivo. Y eso he de decir que es un gran punto a favor. Y no porque no fuera necesaria la primera parte, que lo es, sino porque el último cuarto de la película es el que te regala la reflexión definitiva y un gran diálogo entre padre e hija.
Y como he visto dos películas, pues aquí mis críticas:
La Patota I:
Refleja muy bien el dolor, la humillación y el poder ejercido. Lo llegué a sentir. Pasé un buen rato recordando las pocas ganas que me quedan de ver películas en las que aparecen violaciones.
Parece obvio pero se sigue juzgando a las mujeres cuando son violadas incluso cumpliendo todos los cánones del relato del hombre violador como loco que asalta por las calles. Me he acordado varias veces de las mujeres chilenas de Las Tesis. De la chica de La Manada. De cómo juzgarán tus actos tanto si sigues adelante con tu vida como si decides cambiarlo todo. Te culparán de la violación con cualquier argumento.
En esta parte de la película estaba tan metida en la historia que me olvidé de que estaba viendo una película. Ni idea de cómo eran las actuaciones o los planos. Estaba simplemente dentro. Flipándolo con Paulina, su entereza y dignidad.
La Patota II:
Retomé la película y no os miento, me aburrí un rato. Y es que Paulina tiene algo que millones de mujeres no tienen: un tono de piel claro, y sobre todo, un estatus y clase altas. Pero acabó por sorprenderme. No solo por cómo la película está narrada (me parece que los saltos en el tiempo están muy bien ejecutados), sino por el conflicto que plantea. ¿Qué es la justicia y para quién existe? Y el clásico debate de la izquierda: qué debe ocurrir antes, la lucha de clases o la lucha feminista. No me queda más que agradecer a esta película la invitación a plantearse cuestiones nada fáciles.
Lo mejor:
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El plano secuencia del final, nada más y nada menos que ella andando. Hipnótico.
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Si no lo digo reviento: ¡Sola, borracha, quiero llegar a casa!
Lo peor:
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La tensión sexual no resuelta entre Paulina y Laura. Estaba convencida de que se iban a besar y nunca pasó. Puede que no viniera a cuento, pero y si.
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Sigo preguntándome por qué una película que tenía todo para gustarme no lo ha llegado a conseguir.
Qué difícil es escribir algo sobre Paulina. Y con eso no me refiero a su apartado formal, pues el filme se mueve con soltura entre los géneros del thriller y el drama social y político, tiene garra y una gran fuerza interior, y con esa cámara incontenible consigue reflejar su realidad de manera sincera y contundente. Me refiero, más bien, a los distintos planteamientos temáticos que propone.
En realidad, Filmin define la película de Santiago Mitre como una “revisión del subgénero de rape and revenge que se sitúa en las antípodas de películas como Hard Candy o La extraña que hay en tí”. Nunca me había planteado la existencia de dicho subgénero, y esa vuelta de tuerca resulta en este caso cuando menos curiosa, pues aunque Paulina trate obviamente las consecuencias de una violación, la cinta las explora desde una perspectiva tajantemente alejada de un simple y vacío concepto de venganza.
Resulta difícil escribir sobre Paulina porque es una película que ciertamente conduce hacia límites morales a veces incómodos, a veces más bien incomprensibles. El charco es tremendamente espeso, pues la protagonista, tras haber sido brutalmente aprehendida y violada, y tras un proceso de asimilación postraumático, decide rehusar de los mecanismos que ofrece el sistema judicial para sancionar a sus agresores, por razón del estatus social y las condiciones de vida de los mismos. Valiente y provocador, sí. Pero también rayando lo temerario.
Esta última decisión y sus vicisitudes son el conflicto principal de la película, que en ese sentido hace bien en reflejar únicamente en manos del punto de vista de su protagonista, quien añade, a la inabordable experiencia de la violación, la soledad y el escarnio provocados por una actitud tan difícil de comprender para los demás. He ahí una de las grandes virtudes de la cinta: el reflejar cómo algo tan aberrante y tan doloroso para una mujer da pie a un proceso posterior tan íntimo, tan desgarrador y tan complejo que, en cierto modo, resulta osado posicionarse y juzgar sus ulteriores comportamientos y resoluciones. Cómo una mujer, al haber sido violentada en lo más profundo de su ser, hace suyo y sólo suyo el proceso de asimilación y superación.
Por lo demás, Paulina también se preocupa por plasmar alguno de los temas que hoy en día siguen siendo tristemente recurrentes a la hora de abordar la violencia machista, como la eterna sospecha de culpabilidad de la víctima, el asqueroso juicio a su libertad y condición como mujer, y la terrible falta de empatía y comprensión hacia la misma. Sin embargo, a la película le falta algo de maduración y profundidad para tratar un tema tan espigoso y cuestionable como el que plantea. Y un camino sinuoso que pretende adentrarse en asuntos tan grandes como la política, la educación, las barreras culturales, la justicia social, la responsabilidad del delito y la situación psicológica de las víctimas, termina siendo, más que una sólida reflexión, un callejón sin salida en el que reina la ambigüedad por encima de la verdadera introspección.
¡Ay! La Patota empezó conmoviéndome, y acabó con un ¡qué pena! me podría haber gustado mucho más.
La primera escena es de las que más me ha gustado, diálogo intenso entre padre con actitud bastante paternalista en la que se ve claramente que para los demás, él podría ser el más progre, como le dice ella en algún momento de la charlita, ahora cuando le toca a su hija, nada de eso, a seguir el camino que el sistema capitalista patriarcal marca, me gusta que Paulina defienda sus argumentos y acabe haciendo lo que realmente quiere.
La Patota te hace replantearte bastantes cositas:
- ¿Justicia?
Está claro que la Justicia a quien protege y defiende no es a las mujeres, no, cada una de las preguntas del interrogatorio no hacen otra cosa que juzgarla, en lugar de dar por hecho que el violador es el culpable, no me quiero imaginar como sería a una mujer no blanca y de estatus social mucho más bajo que el de Paulina. Desde el momento de la violación, tuve todo el rato en mi cabeza resonando el himno feminista de Las Tesis.
También está claro que a las clases marginales tampoco y ahora viene el siguiente debate que se me plantea.
- ¿ Lucha de clases?
No le he dado cuatro estrellas, porque al final, no he entendido, no sé si no he entendido bien, porque se “blanquea” la figura del violador por su clase social. He estado hablando con Clara y Enrique R sobre esto y creo que Clara tiene razón, no es que blanquee al violador es que anteopone la lucha de clases frente a la lucha feminista dada la situación de privilegios sociales de Paulina.
- ¿Cómo se supone que hay actuar sentir y reaccionar después de ser violada?
Como quieras. Mucha gente estará indignada con el comportamiento de Paulina, cómo no va a querer abortar esta chica. Pues no, no quiere y hay que respetar, empatizar y entender que cada mujer puede actuar como quiera después de haber sufrido tal cosa. Sororidad.
Seguro que se me escapa algún otro tema, pero hasta aquí mi crítica. Y yo sigo cantando, LA CULPA NO ERA MÍA, NI DONDE ESTABA, NI COMO VESTÍA.