Mariano Cohn y Gastón Duprat (2016)
Lo que en su día hizo que esta película no pasara como una más es sin duda su sentido del humor que conecta conmigo y me hace disfrutar a carcajadas de algunas de sus escenas. Situaciones ridículas y de contrastes con unos personajes bastante caricaturizados, pero que a pesar de ello logran hacer un buen esquema social.
Si bien puede parecer que los personajes cumplen un estereotipo muy evidente y que todo forma parte de una sátira demasiado directa, la virtud en mi opinión es el juego de ambigüedad constante que mantiene con la ficción. ¿Qué es la verdad en realidad?, ¿Acaso importa? Le permite exagerar más sin alejarla de la realidad. También propone un debate interesante en el que vemos la creación literaria del protagonista que se basa en los ciudadanos del pueblo, los personajes de la película diseñados por el director y en el centro, como el propio escritor deja caer que no tiene por qué estar de acuerdo con sus creaciones ni tiene porque tener ninguna intención moral con su público.
Sin ser del todo brillante creo que todo encaja y se asimila muy bien. La nota negativa la pongo en la trama de la exnovia y la hija que me pareció demasiado exagerada. Pero algunas escenas quedan para el recuerdo como el camión de bomberos o el baile en el burdel.
La película abre, acertadamente creo, con un discurso petulante y rimbombante que marca perfectamente cual será el carácter de nuestro personaje principal. Muestra a un intelectual del siglo XXI que no teme disparar. Así Mantovani nos puede parecer un tipo frio, distante, cínico e interesante, es decir, un artista. Un artista en lo global y un escritor en lo particular que se ha servido de su vida pasada -profundo cliché del mundillo- para reproducir su obra.
Me parecen acertadísimas las primeras imágenes que vemos de su regreso, con esa cámara al hombro, que rozan lo documental. Cuando regresa a Salas, recordemos que ha sido después de mucho tiempo, es recibido y aplaudido por personas que ni si quiera han leído una línea suya ¿puede ser esto más representativo del ser humano? En el inicio y hasta la primera mitad de la película el guion es salpicado por la comedia para luego tornar en una amarga realidad. Grotesca e incluso frívola.
Muy divertido el microcosmos del pueblo, la “cutrez” y sencillez de todo. Unos habitantes ven a nuestro protagonista como un marciano con ínfulas, otros como un ególatra, otros como un genio y otros como un rival. En resumen una buena película con múltiples lecturas antropológicas3 y un final ambiguo y divertido.
Me gusta todo en esta película. Desde el inicio, con ese escritor rebelde contra su status quo, hasta cuando se planta en su pueblo natal y la propia gente le trata (y él se comporta) como alguien superior.
Me encanta ver como lucha contra esa sensación de estar fuera de lugar y al mismo tiempo intentar comportarse como él mismo. Creo que hay veces en la vida en la que ya simplemente no puede ser, ambas realidades son incompatibles y la película lo refleja bastante bien.
Además mantiene un equilibrio muy bueno entre hacerte odiar y querer al protagonista. Daniel Mantovani tiene reflexiones interesantes. ¿Pero hacía falta ser tan pedante con según que gente? ¿Tenía que ser tan idealista en su única semana en décadas en ese pueblo o a ellos les hubiera venido mejor que les “riera las gracias” y les siguiera el juego?
Me parecen preguntas muy difíciles de responder pero que dan para hablar largo y tendido. Un ejemplo de esto es la trama del niño con parálisis que necesita una silla.
Y por si acaso la historia se le estuviera haciendo pesada a alguien (no es mi caso), la película va tornándose en una especie de thriller de terror psicológico al estilo Get out que acaba poniendo la guinda.
Muy buena experiencia que consigue llegar a las 5 estrellas gracias a la obra maestra que es esa presentación homenaje a Daniel Mantovani y que no ha dejado ni un recurso estilístico del powerpoint sin utilizar.
Volver, con la frente marchita.
Eso es lo que hace Daniel Mantovani, premio Nobel de Literatura, a su pueblo natal. Y lo hace tras dar un manido discurso de escritor frustrado, de hombre sin rumbo ante la vida y su trabajo.
No lo hace por ellos, por dar esas charlas, lo hace por el puro egoísmo de sentir.
Sentir que es un soplo la vida.
Lo que aparece ante nosotros como una comedia argentina, de esas socarronas, acaba siendo un pequeño drama en el que nuestro protagonista parece salir airoso de un pueblo de salvajes y pendencieros. De ese mismo que huyó para convertirse en un escritor de éxito.
Lo cierto es que él, inseguro y burlón con los que antes fueron suyos, solo encuentra una
escapatoria en un chico que le regala unos cuentos y le hace volver a la pasión.
Al final no sabemos si todo es ficción o realidad, pero que importa ante una película que te mantiene pegado al sillón observando un pequeño pueblito argentino, el rencor y la soledad del que se fue.