Stephen Frears (1988)
Me ha gustado normal. Culebrón aristocrático de la Francia del siglo XVIII que poco tiene que envidiar a las telenovelas sudamericanas de las que tanta mofa se hace, solo que con la sofisticación y la delicadeza de la época prerrevolucionaria. Los más malos malísimos tejiendo su red de mentiras y manipulaciones encarnadas en los personajes más prototípicos para encarnar el mal. La marquesa y el vizconde.
Dos horas que se hacen excesivas largas para ver a un aristócrata manipular mujeres a su antojo aprovechándose de su ingenuidad y puerilidad, donde los valores y moralidad de la época tanto como su manera de dar importancia a ciertas circunstancias hace que difícilmente entienda la manera en la que los personajes actúan.
Película que me alegraré de no volver a ver nunca, pero que se hace curiosa e interesante debido a la maravillosa caracterización de los personajes y la época, donde te puedes hacer una idea de como de lamentable era la época de finales del XVIII.
Que alegría me llevé al ver que la película de esta semana era casi de los noventa y en color, así se afronta con otro ánimo. Mi gozo en un pozo al darme cuenta a los pocos minutos de que se trataba de un culebrón ambientado en el siglo XVIII. Otras dos horas de sufrimiento, pensé.
Y efectivamente, dos horas en las que ni siquiera me ha quedado clara la trama de venganzas, celos y romances. Un batiburrillo de cartas enviadas y recibidas, violaciones, peleas y mentiras que acaban perjudicando a todo el mundo. Todos acaban mal, esa es la conclusión. No mintáis, niños.
No ayuda mucho a seguir la trama que todos los personajes parezcan iguales. En esto tiene gran parte de culpa que vayan vestidos de época, que supongo que es uno de los grandes alicientes de la película. Una estética que seguro que es súper fidedigna pero que a mí me da pereza. Y la forma de hablar más.
En cuanto a los personajes, no aspiro a empatizar con ninguno de ellos (demasiados comportamientos que no entiendo), pero salvaría al de Glenn Close. Tanto ella como su amante, pese a ser dos manipuladores sin escrúpulos, tienen las únicas conversaciones interesantes (reales) de toda la trama. El resto sólo son marionetas en sus manos. Por momentos parece que entre ambos hay una relación real en la que se respetan a su manera y se quieren, pero al final es sólo un espejismo y los dos acaban medio majaras (seguramente siempre lo estuvieron), especialmente él.
Seguramente sea ella la que tiene las cosas más claras y la que más entiende a todo el mundo, de ahí que adquiera ese rol de “consejera” de todos. Sus conversaciones han sido lo más salvable de la película, sin duda.
De los demás personajes apenas recuerdo a Young Keanu Reeves y a Sansa Stark, los jóvenes enamorados que se follan a viejos mientras esperan encontrarse el uno al otro.
En definitiva, un telefilm de alto presupuesto que no entiendo por qué tiene casi 4 estrellas en letterboxd. Que alguien me lo explique. Eso sí, qué reparto.
- TEST DE BECHDEL
Lo cierto es que lo pasa sin problemas. Hay bastantes escenas en las que las mujeres tienen charletas, aunque normalmente sean bastante casposas.
Sabias que…el equipo de la película tuvo que esperar hasta bien llegada la mitad del rodaje para recibir a la maravillosa actriz Glenn Close. Y es que, hasta ese momento, Close no pudo incorporarse debido a que acababa de dar a luz a su hija. Mereció la pena esperar, sin duda.
Lo que esta claro es que cuando hablamos de Dangerous Liasisons tenemos que hacerlo ante todo de su reparto y de su maravilloso trabajo. Las interpretaciones son la autentica fuerza y lo que da veracidad a la trama y las relaciones de los personajes. Destaca ante todo Glenn Close y le seguirá muy de cerca Jhon Malkovich, Michelle Pfeiffer y una jovencísima Uma Thuman, todo un lujo.
El otro gran pilar es la escenografía y el vestuario, me parece una magnifica puesta en escena de la Francia de la época y que contribuye también a mantener al espectador siempre inmerso.
Y es que, el gran problema que le encuentro a la película es que no me sorprende lo mas mínimo. Debajo de toda esa floritura barroca, las mentes son tan retorcidas desde el primer momento que su evolución aun con los distintos giros no puede llegar a sorprender pues ya estas viendo que los personajes no son de fiar y que por supuesto, al margen de las victimas inocentes y los daños colaterales, los perturbados protagonistas tampoco pueden salir indemnes. SPOILER. También encuentro bastante inverosímil el giro que se produce en el Vizconde instantes antes de caer en la nieve, si esperaba un redimir de sus pecados, pero no que se quisiese convertir en el mismísimo San Pedro. Siempre es difícil cerrar sin esperanza. Por cierto no puedo dejar de comentar el ridículo de esa escena, se ve perfectamente y casi a cámara lenta como se mete la espada debajo del brazo.
En definitiva me parece un gran trabajo técnico, de interpretación y un guion muy buen hilado, pero una trama que me deja bastante indiferente.
Se trata de un juego, de una apuesta. Nada hay de personal en ello. Aparentemente. Se fijan las reglas con unos premios y castigos. Es lo que hacen la marquesa de Merteuil y el vizconde Valmont al principio. Toda la película está cubierta por unos falsos juegos de seducción elaborados con gran maestría gracias a la casi total ausencia de moralidad que nos muestran lo maleable que son las personas y lo fácil que es obtener de ellas lo que se desea. Al fin y al cabo absolutamente todos manipulamos así que ¿por qué no descubrirnos las caretas desde un principio?
Valmont es la imagen perfecta de un donjuan de manual que además queda acentuada por la presencia física del actor John Malkovich –ojo a mí me gusta menos que Danny De Vito pero entiendo que sus hechuras son las de un madurito sexy-. Se desenvuelve como la serpiente en el Génesis: ávida y conocedora del juego al que lleva la tentación. También recuerda al monstruo del cuento por su hieratismo y forma mecánica de desenvolverse que carece de principios morales, pero que, en un giro argumental, no carece de sentimientos.
Se muestra el sexo es una mera transacción, un contrato, como el matrimonio para los romanos. Desflorar doncellas o seducir casadas no es una cuestión moral sino social. Todo forma parte de un juego en el que participan tanto Valmont como la marquesa –si no hago un comentario sobre lo soberanamente estupenda que está aquí (y siempre) Glenn Close reviento-. Por eso lo suyo no es un juego de sociedad, sino la sociedad en juego.
Los objetivos son simples: seducir a la mosquita muerta de Cécile y acabar con Madame de Tourvel. Y lo “terrible” es que en el empeño de salir victorioso de dicho desafío Valmont consiga lo que tantos ansían: enamorarse. Ya la hemos cagao macho. Tarde o temprano, los juegos llegan a afectar a los jugadores y hasta la mismísima marquesa de Merteuil acabará por enredarse en la tela de araña.
Se plantea un tema TAN BELLO como discutido hasta nuestros días. Amor y sexo. Sexo y amor. ¿Pueden ir separados? O ¿La acción conduce al sentimiento? Básicamente nos están contando que la sociedad en la que nos movemos –sea cual sea- nos induce a pensar que no pueden separarse (no hay más que ver cómo acaba esto) y no solo me refiero al mito del amor romántico sino a muuuuuuuchas otras indirectas que vamos mamando desde que somos cigotos. PUES CLARO QUE SE PUEDE SEPARAR. Lo que pasa que John Malkovich es un hijo del pan pringao y cae así que te jodes chaval –bueno lo de joderse es en sentido figurado, ya me gustaría a mí joder con Michelle Pfeiffer-. La clave está en follarse a alguien que vote a Vox que así fijo que no te putopillas, ahí va, consejito gratis. DE NADA.
Pero bueno que me voy del tema. Lo realmente curioso ya no solo es el debate, que también, sino cómo una sociedad que ha trastocado el sentido del sexo –convirtiéndolo en juego y reduciéndolo a un mero objeto de cambio- lleva implícito un elemento disolvente que termina por convertirse en subversivo. Es decir que se va todo al carajo y no lo tienen bajo control como sí creían.
De ahí, el final. Qué final. Desgarrador. Desgarrador por Glenn. En definitiva, una de las mejores exploraciones jamás hechas en el cine (porque tampoco me vienen muchas más a la cabeza que traten el tema dejando el tabú a un lado) sobre la seducción, la manipulación, la debilidad, la venganza y, por ende, sobre la mezquina naturaleza humana.