Romain Gavras (2022)
Inevitable no acordarse de ‘Les miserables’.
Siempre en contra del opresor.
Qué dinamismo tan coreografiado y tan bueno. En pocas dosis también os digo porque aquí al final hay un poco de empacho. Tiene un control y un poder audiovisual que haría las mieles de los que gozaron con ‘1917’. Para gozo el mío, pocas personas me han dado un orgasmo parecido al que he sentido cuando he visto a todos los policías acorralados. Ufffffff, qué gustito.
También es un poquito ‘Celda 211’ y ‘Antidisturbios’.
Me ha gustado porque:
-
El manejo de la cámara es tan bueno que sin darte cuenta estás dentro.
-
Este drama social lo hemos podido ver antes pero logra introducir nuevos recursos.
-
Hablan francés.
No me gusta que:
-
Mucho truco y mucha peripecia pero también necesito un poco de guion y profundidad. No sé, unas frases al aire sobre la levedad del ser.
-
La poli parece vulnerable, un corzo recién parido. Venga hombre.
-
Parece más un asunto personal (que lo es) que una verdadera revuelta de un barrio marginalizado. Resta un poquito de razón.
-
Cero unidades de mujeres. Como si yo no pudiera quemar un contenedor.
Sabe Dios lo a favor que estoy de quemar unos contenedores de vez en cuando o de enfrentarse a la policía, sin embargo la película me ha dejado un poco indiferente.
Como producto audiovisual me parece que está bastante bien. Tiene mucho ritmo y está rodada de forma bastante espectacular, mostrando la guerrilla de una forma tan cercana como si la estuvieras viviendo en primera persona. En ese sentido pocos peros le tengo que poner, la he disfrutado y he estado enganchado de principio a fin.
¿Por qué me ha dejado indiferente entonces? No lo tengo muy claro, pero creo que hay momentos puntuales en que se pierde el realismo en favor de la espectacularidad. Me viene a la cabeza por ejemplo la escena en la que tres mataos en moto consiguen arrinconar a decenas de antidisturbios como si de ovejas se tratara. Me da la sensación de que para mostrar la fuerza de los “rebeldes” han bajado un par de niveles la agresividad de los policías. No se en Francia, pero mi sensación es de que en España van mucho más predispuestos a atacar. Aquí van mucho más animados, sin querer yo insinuar nada.
En cuanto a la historia me ha recordado mucho a Les miserables (no el musical), que algunos de los aquí presentes recordarán de hace un par de temporadas. Este cine político y reivindicativo me parece importante y se ve que los franceses son bastante dados a él, punto para ellos.
Nota para el futuro: recomendar Les miserables (el musical)
Tengo la sensación de que todos vamos a decir más o menos las mismas cosas de esta película, y es que creo que tanto sus virtudes como sus defectos son evidentes.
Empezaremos por el mayor defecto. Y es que en una película sobre brutalidad policial han conseguido blanquear a la policía y los antidisturbios. Sé que hay algo muy turbio dentro de mí que me hace estar a favor de la policía en todas las series y películas (siempre contigo, inspectora Murillo) pero se les ha tenido que dar especialmente mal para que ni siquiera yo esté con ellos. Pensé que la escena final incluiría un primer plano del chavalín antidisturbio secuestrado, pero es que ni esas. Esa escena sobra totalmente. Es más, ni siquiera me parece que tenga un valor estético, es súper burdo el tatuaje nazi en el cuello y la quema de los uniformes. Con lo fácil que habría sido no enseñarnos esto y dejarnos con la duda de quién fue realmente el grupo de personas que mató al hermano de los protagonistas. Al fin y al cabo, en la vida real casi nunca se despejan estas dudas, y a menudo la policía está implicada en casos como este. ¿Era necesario este “ah no, pero la policía aquí no fue”? Bueno, aquí no, tantas otras veces sí. El director ha intentado contentar a todos los bandos sin llegar a contentar a ninguno.
Por otro lado, los aspectos visuales tapan las carencias de una trama que no tiene mucho recorrido. Planos secuencia largos, escenarios apocalípticos, efectos especiales, personajes carismáticos. Sobre todo la primera mitad de la película es para no apartar la mirada. Y más en concreto, esos primeros diez minutos de presentación. Bua, flipé. Momento chavales con la bandera de Francia en un furgón de policía con las puertas abiertas a toda hostia, y minutos después ese plano de todos ellos encima del puente… Buenísimo.
En fin, una película más para preguntarse quién coño se mete a antidisturbios y qué pasa por la cabeza de alguien para hacerlo; otra película más preguntándome si es real estas cosas que pasan en las afueras de París o solo ocurre en las películas que vemos en el club del cine, porque madre mía qué calcada es esta peli a Los Miserables.
Hay que ver cómo les gusta a nuestros vecinos franceses las películas con los problemas raciales de fondo, por qué será. Entiendo que dentro del contexto de la guetificación de los barrios de las periferias esto sea un tema recurrente. En el caso de esta película creo que juega en contra, comparada con otras como Los Miserables (2019), se queda bastante coja.
El gran fallo que le veo es la construcción de los personajes, muy en la onda de Marvel, que dan bandazos entre acciones épicas y mucho fuego artificial (en este caso literalmente). Excepto el Karim los hermanos protagonistas carecen de un fondo que haga que te preocupes por ellos. El cambio de parecer de Abdel en cuanto a matar o no a una persona a sangre fría es necesario para la trama pero poco creíble. Todo me pareció un punto exagerado y adornado en exceso como si fuera un videoclip de La Rosalía. Esto es algo personal pero me aburren bastante las escenas de acción y los disparos.
En lo que si le veo la gracia es en el tratamiento audiovisual (tra, tra!), los planos secuencia y el tratamiento de todo el conflicto como si fuera una película de guerra está bien traído. El asalto a la comisaría de la primera escena es sin duda lo que más me llamo la atención de toda la película. Vale la pena ver la película solo por esto. La actuación de los papeles principales me gustó aunque lo personajes fueran poco realistas y con un guion ciertamente mejorable.
Aunque no da para punto extra, la banda sonora es una pasada, este tema se me quedo grabado. Recomiendo darle una escucha a parte.
No puedo negar que la película me atrapa desde el primer momento, el altísimo ritmo que impone desde el principio prácticamente no decae y aunque el chute no llega hasta el final, el potente inicio con el plano secuencia infinito es magnífico en cuanto ejecución y resultado. La estética está muy cuidada y resulta llamativa. Incluso la manera de ir contando la historia dejando caer los datos entre todas esas escenas de acción me mantiene interesado. La banda sonora acompaña perfectamente el ritmo que se quiere imponer. Por ahí he leído que Romain Gavras ha dirigido varios videoclips con un corte parecido y se nota. Entre las cosas buenas tengo que destacar también el papel de Sami Slimane como Karim que me parece que está soberbio, bastante por encima de sus hermanos.
Todo lo bueno conforma un saco muy grande que me permite disfrutar de la película y los fuegos artificiales, pero que si le atribuimos la etiqueta de cine social empiezan los problemas. Aquí Romain Gavras hace un pronóstico de temas de mucha actualidad: la inmigración, la pobreza de los suburbios, la acción policial y gubernamental y el auge de la extrema derecha en nuestras sociedades. ¿Cumple el objetivo de exponer y concienciar sobre esos temas? No sé si esa es la intención, pero de serlo cae en un error fatal de romantizar en exceso una estética y una lucha más propia de Mad Max que de la ira y rabia de un grupo de personas oprimidas que no ven salida a su situación. Hay un intento de mostrar la vida precaria del barrio, la ira y rabia de los chavales y el sufrimiento de las familias. También el de humanizar y poner rostro a la policía a través del secuestrado. Pero todo queda muy difuminado entre las épicas formaciones de la policía defendiéndose del bombardeo multicolor, las escenas efectistas de los lanzamientos de molotov y el tumulto de cargas de chavales a la última en barriada de chándal. A veces tengo la sensación de que me quieren vender más un chándal que hacerme partícipe de la situación. Por faltar no falta ni un paladín de barrio a caballo.
Otra cosa que me escama y me parece torpe es el final, ya se había mencionado la posibilidad durante la película, pero decide señalarlos para enfatizar su responsabilidad. Son los desencadenantes del conflicto de la trama, pero solo vienen a sumarse a la cantidad de circunstancias que llevan a ese punto.
No hay nada tras los muros de Athena
Hay algo que me perturba últimamente en muchas de las películas que veo, y, por desgracia, Athena no ha sido una excepción: la forma muy bien, el fondo, para otro rato.
En un futuro muy muy cercano, un chaval es asesinado a manos de unos policías. Esta es la llama para una revolución de todo un barrio, harto del peso del racismo y de un techo de cristal que nunca se acaba de romper.
Los primeros minutos son una escalada trepidante en la que no entiendes mucho y tampoco sabes muy bien dónde mirar. Romain Gavras consigue lo que parece pretender, mezclarnos en un shock postraumático como el que vive la familia del chico y toda Francia. Lo malo es que no salimos del embrujo en toda la película.
A partir de aquí nada se desarrolla como tendría sentido. Las razones de ser de los protagonistas quedan ocultas tras un espeso manto de adrenalina, tiros y gritos. El hermano pequeño (el más pequeño vivo) enarbola una bandera de mesías durante media hora para luego caer en desgracia y abrazar los likes de instagram y la violencia por lo más sencillo e inútil que algo puede generar violencia: la pura y simple venganza. Cuando sale descamisado y con el pelo suelto mientras el resto va protegido hasta las trancas, ¿qué pretenden contarnos?
No hay crítica, no hay culpa, no hay arrepentimiento ni discurso político tras una película que podría haber servido para representar a los Banlieue (los barrios oprimidos de Francia) y todas esas personas que intentan labrarse una vida y un futuro con todo en contra. Y el único instante en el que se hace un esfuerzo de representar a todas esas barriadas francesas unidas bajo la bandera de la justicia, queda tapado por más tiros y un antidisturbios con las uñas pintadas para mostrarnos que, al otro lado, también hay personas.
No hay nada tras los muros de Athena, y la última escena lo demuestra. Athena podría haber sido todo lo que prometía y mucho más de lo que acaba siendo, pero quizá entonces no sería un proyecto made in Netflix.