Rocky

Menos Ingmar Bergman, más Sylvester Stallone

Es un auténtico placer iniciar esta nueva temporada de El Club del Cine con una de las mejores películas que jamás se ha rodado. Una película que lamentablemente está denostada y estigmatizada simplemente por el mero hecho de que salga Stallone. Pero la grandeza de esta película trasciende a todo tipo de postureo intelectual que tanto daño esta haciendo a la industria del espectáculo. Revindico las películas que no tienen ningún tipo de trasfondo, de reflexión filosófica o de intensidad intelectual, ya que no siempre tenemos que estar planteándonos el sentido de la vida o pelearnos con las constantes dicotomías de la existencia humana. Hay momentos que lo único que se busca es el disfrute más superficial posible, el abandonarse en un universo repleto de explosiones, peleas y tópicos, el hecho de querer entretenerse sin tener que pensar. Una vez hecho este pequeño inciso, Rocky no es este tipo de película, es algo más. Es el inicio de un género de cine donde se dibuja una realidad romántica de la ascensión del perdedor a estrella por la más abrupta casualidad. Hay que recordar que Rocky, esta película tan básica, simple y cutre, ha sido premiada con 3 premios Oscar, que bueno esto no puede ser más que un pequeño convencionalismo, pero lo que es totalmente innegable, es que está película está presente de manera notable en la cultura popular. Un claro ejemplo es la banda sonora, recurrente habitual en nuestras vidas, no podemos escapar de ella y la disfrutamos cada vez que suena, pocas bandas sonoras han tenido tanto impacto como la de Rocky, igual solo comparable con 2001: Odisea en el espacio. Hay constantes referencias en absolutamente todo lo que vemos, consumimos o escuchamos a esta obra maestra, con lo que se podria afirmar de manera contundente, que no existe la cultura moderna sin Stallone y sin Rocky. Pero la grandilocuencia de esta película no solo reside en el su tremendo impacto cultural, sino que también ejerce un claro sentimiento motivacional que te despierta del letargo del sofá y la pereza, profesando un querer vencer al sopor de la comodidad de la cama. Pocas películas tiene este efecto, pocas películas consiguen cambiar tu vida, y Stallone consigue cambiártela, ese hombre con la cara paralizada, con un cuerpo digno de un héroe griego, el Woody Allen de las hostias, ha tenido más impacto y ha resultado más importante en nuestras vidas que cualquier otro personaje endiosado que basa su trabajo en el intelectualismo.

• ¿QUÉ DESTACAS?

El romanticismo. Ese héroe escondido, el luchador, el combatiente encuadrado en un ambiente decadente y pernicioso, que sale a flote con trabajo, entusiasmo y humildad, y que por acción del maravilloso azar, consigue convertirse en el insigne de una sociedad decrépita. Rocky Balboa, un titán, el personaje más genuinamente bueno y bondadoso, humilde y romántico, un guerrero, el adalid de una generación, con la modestia por bandera, consigue erigirse en el héroe que todo el mundo necesita. Gracias por todo Rocky.

• ¿QUÉ NO TE CONVENCIÓ?

¿Cómo va a haber algo que no me convenza si es la película perfecta?

• MEJOR MOMENTO

No hay más preguntas señoría.

• ¿QUÉ OPINARÍA TU CUÑADO?

Yo a Apollo Creed también le aguanto 10 asaltos como mínimo. Es muy fácil, todo es movimiento de pies. Flota como una mariposa, pica como una avispa. Es un luchador muy pesado y muy lento, y si concentro gran parte de mis fuerzas en esquivar y golpear en el momento preciso, yo no solo le podría aguantar, sino que le podría tumbar. Yo he peleado mucho en la calle, con todo tipo de personas y me he curtido, tengo matrícula de honor en la universidad de la vida. En un ring con todas las normas de pusilánimes y cobardes, igual caigo, pero en la calle, no amigo mío, en la calle no tengo rival, y Apollo aprendería lo que es la pillería y la picardía de un chico de barrio. Ahora, esto lo digo en este momento, que estoy en fase definición, pero le cojo en fase volumen, ahí cuando estaba como el auténtico Mesías de El Templo, y ese negrata ni las vería venir, ni un puto asalto aguantaría. También hay algo que juega en mi favor y que lo estoy dejando un poco de lado, algo que supondría mi contundente victoria, me refiero a la furia española, ese fervor y orgullo de haber nacido en Hispania, que tenía Maximo Meridio y que también tiene Sergio Ramos, y que hace que podamos gritar con orgullo y pundonor ¿Soy español a que quieres que te gane?. Porque los verdaderos genes españoles, esos que nos hicieron tener un Imperio donde el sol no se ponía, donde éramos el temor de todo el mundo y que con los Reyes católicos como insignes de una gloriosa generación de orgullosos españoles dominamos el planeta, no hay anda que pueda pararnos.