Aute retrato

Gaizka Urresti (2019)

 

Los documentales biográficos me gustan, me gustan mucho. Y la música de Aute es parte de la banda sonora de mi infancia. En conjunción, era esperable que Aute Retrato me iba a gustar. Pero la realidad es que me ha resultado un auténtico tostón.

La estructura me parece vetusta (es un documental de 2019, pero si me dicen que es de 1983 me lo creo), aburrida, falta de contexto sociopolítico y, sobre todo, falta de ese toque más íntimo y personal de la vida del protagonista (ese salseíto que a todas nos gusta en este tipo de documentales). Hasta las tipografías de los rótulos me han resultado aburridas y cutres. La incorporación de imágenes del concierto homenaje que se celebró mientras se recuperaba del infarto que sufrió en 2016 me ha descolocado bastante también. Los testimonios tampoco siento que sigan un hilo conductor, no consiguen enganchar al espectador. Por momentos me parece más un corta-pega de entrevistas varias. Por no hablar del bajonazo que me ha dado enterarme de que “Al alba” es una canción originalmente de amor.

Sí me ha gustado que se traten las diferentes facetas artísticas de Aute (sobre todo la pintura, pero resulta que también hizo alguna serie y también animación), y ver a Forges (que debió morir antes del estreno del documental, también antes de que Aute falleciera finalmente por COVID en 2020).

Pensándolo bien, Aute es probablemente una de las figuras musicales de referencia para la generación boomer (mi padre incluido), y probablemtne tenga sentido que el documental tenga ese tufillo boomer y desfasado, tanto en forma como en contenido. Un documental clásico, que imagino entretendrá a los más fans del artista pero que puede causar unas profundas ganas de hacer cualquier otra cosa que no sea verlo en quienes no lo seamos tanto.

Para mí Aute es el disco Alevosía de 1995. Tendría unos siete u ocho años y ese era de los poquísimos discos que tenía mi padre en el coche, que de otra manera casi siempre estaba en silencio, ni radio ni nada. Mis hermanas y yo hacíamos bromas del suplicio que nos suponía escucharlo una y otra vez y cantábamos las canciones con burla. No puedo precisar por la edad cuánto tiempo estuve escuchando ese disco, pero ahora, al ver el documental, me he puesto el disco y aún me sé bastantes canciones. Solo por el recuerdo desbloqueado ha merecido la pena.

Aparte del disco, tenía muy pocas referencias de este hombre y todo el repertorio polifacético que tenía. El documental está bien dirigido, es interesante y da pie para los que no estábamos muy enterados de querer indagar más. En especial me ha llamado la atención toda la parte visual y la ilustración y descubrir la película que hizo de animación que me he apuntado para, si no cae en el fondo de la watchlist, verla algún día. Aun así, supongo que es más provechoso para el que la ve como homenaje o es fan del artista.

No tenía yo ubicado a este hombre y he comprobado, gracias a este documental de nombre terrorífico, que conocía un buen puñado de sus canciones.

La verdad es que el tío no paró de hacer cosas de todo tipo, encomiable. 5 mil dibujos en 5 años. A 3 dibujos por día, así a ojo. Y yo tengo que escribir una crítica y la voy a haciendo a cachos a lo largo de varios días. Diferencias.

El documental no me ha dado para más. La primera media hora me ha mantenido interesado pero luego es un poco más de lo mismo todo el rato. Ni siquiera parece que tenga un hilo conductor muy claro más allá de la obra de Aute en orden cronológico. Parece la típica pieza de telediario repasando la vida de un artista pero muy larga. Supongo que los más fans disfrutarán de ver a Silvio Rodríguez decir lo amigos que eran.

Algún día habrá que hablar también de la omnipresencia de Dani Martín en todo tipo de homenajes, documentales o eventos culturales. Llama la atención que tenga de referente a este cantautor y poeta y su discografía empezó con La madre de José me está volviendo loco (23 años) y termina con Me vuelves puto loco (48 años). Sorry por el hate, en realidad me gusta pese a la broma.

Lo más importante es que si no te gusta Aute, o peor, si no le conocías, no vas a entrar en su universo. No vas a entender nada, no le vas a descubrir, no te va a servir de catalizador de algo ni te va a mover. No se explica su historia, se dan unas pocas pinceladas y además de forma demasiado genérica y a bandazos. Terminas y guardas a Aute en el mismo cajón donde lo tenías guardado antes de empezar, sea cual fuere. Y eso es una pena porque es un hombre que da mucho de sí, tiene mucha historia y arte que contar si a alguien le apetece hacerlo de forma coherente. Esto siento que han sido sus hijos intentando hacerle un homenaje antes de su muerte, llamando a todos los teléfonos de los amigos de su padre más el de un archivista para juntar un par de grabaciones sin ningún tipo de cohesión. A quien sí se olvidaron de llamar es al de los gráficos, menudo cuadro. Los hago yo mejor con el Canva. Si es que parece un documental de los 90, estoy tan impresionada de que esto sea de 2019 que he buscado más de una y más de dos veces si he visto el documental correcto.

Dejando de lado la parte documental (es decir, de lo que aquí venimos a hablar), diré que tengo un especial cariño a Aute. Para mí es música fundacional. Son los CD’s del coche de mi madre yendo todas las tardes a clase de música. Es muy de madre porque no hay nada más madre que la canción protesta. De hecho me ha sorprendido saberme más canciones de las que recordaba, incluyendo ‘Rosas en el mar’, que me sigue pareciendo de las mejores letras escritas en España. Me molesta que no se explique bien la historia de esta canción, que pasó la censura haciendo creer que se trataba de una canción de amor inocente pero que escondía detrás un gigante homenaje a la revolución cubana.

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