Paula Ortiz (2015)
¡Hola! Me llamo Clara y he decidido que mi crítica número 100 en El Club del Cine sea ‘La novia’, iniciando la nueva temporada de este curso. ¿A que soy maja? Sé que me vais a decir que sí porque sois unos gafas.
Llamadme inculta pero yo no había leído Bodas de Sangre, y ahora ya no tengo por qué hacerlo así que una cosa menos en mi bucket list (no es que estuviera tampoco, pero bueno). Lo primero que decir, es que tristemente esta película entra en el mismo saco que cientos de otras españolas de “imposible de entender sin subtítulos”. Nada, de vez en cuando los quitaba y tenía que volver a ellos. Lo del sonido de los diálogos en las películas españolas es una cosa de estudio.
Pero ¡y las imágenes! Eso sí. Los atardeceres, los paisajes, todo precioso. Todo muy antiguo y a la vez muy actual, ya que no veo apenas diferencias entre esa boda y una de hoy en día. Si eso, que las viudas ya no van de luto, pero estoy segura de que en realidad en muchos lugares sigue sucediendo. Bien arraigadas están las tradiciones españolas. Y no hay nada más tradicional que unos buenos cuernos, que es lo que da todo el jugo a la historia. Inma Cuesta me enamora hasta a mí, cómo no va a enamorar a ese pobre chico que un día iba andando por la calle y le cogieron para hacer esta película por su pelazo y pectorales. Ante él no tiene nada que hacer Asier Etxeandía, al que ponen de friki en su versión adolescente. Nótese lo de las gafas que viste, es que me pareció sangrante (como las bodas, je). Innecesario atuendo para recalcar que él no era el guapo de los dos jóvenes del pueblo.
Pero no vengo hater. Hay partes de la película que merecen muchísimo la pena. Una es la sección de amor entre amantes recitándose, otra es la canción de la novia y el novio con el montaje frenético. Pero sobre todo, por encima de todo lo demás, está Inma Cuesta cantando La Tarara. Es hipnotizante, como hipnotizantes son esos diálogos a lo largo de toda la película que casi rozan el verso y aun así no cansan. Como aporte final diré que Luisa Gavasa se come la película.