Gia Coppola (2024)
Eligió el camino del artista. Todos los planos están desenfocados, la cámara pegada a la cara siempre del protagonista y con movimientos continuos. No es que esté en contra de buscar formas técnicas originales para contar la historia, el problema es que no le encuentro el sentido y resulta muy molesto. El ritmo es muy pausado y busca siempre la intimidad y conexión de sus protagonistas con una trama que apenas avanza y se centra en plantear las dificultades que atraviesan los personajes. En este contexto, el abuso de este uso de cámara contribuye a la impaciencia del espectador y tira por tierra la oportunidad de conectar mejor con ese ambiente íntimo. Una historia a medida para Pamela Anderson que la verdad pienso que hace un trabajo notable.
El gran acierto es la mirada de Gia para plantear los conflictos de la protagonista con la maternidad, la familia y la precariedad laboral. Siempre eligiendo los momentos y lugares que generan esa sensación de intimidad que me parece que está muy lograda. Al margen de cómo está rodada, también me falta algo más en la línea argumental que pueda hacer que la película no se quede en un mero planteamiento.
Vi esta película en SSIFF junto con Anora de la que también escribiré en los próximos días. Fue curioso contrastar las distintas perspectivas desde ambientes similares. En The last showgirl no se ve de manera explícita el ambiente sexualizado, todo lo contrario que en el film de Sean Baker que ahonda de manera directa.