El año del descubrimiento

Luis López Carrasco (2020)

 

Tantos años escuchando cosas sobre esta película y queriendo verla y por fin me he visto obligado a hacerlo. Una vez más el club del cine aportando a la causa.

Lo cierto es que me ha dado justo lo que esperaba de ella: ganas -de Madrid- de quemar cosas. No es que me faltaran, bien sabéis que suele ser mi primera propuesta ante cualquier conflicto, pero siempre se puede avivar esa llama aun más. De hecho ahora me siento un poco peor por no hacerlo y sólo ir de boquilla.

Dicho esto, en general no me ha parecido para tanto. Igual mis expectativas eran muy altas, pero no es tan memorable como esperaba. Y hay decisiones de la dirección que no entiendo muy bien. ¿La movida de la doble pantalla era necesaria? Lo cierto es que no me ha molestado, pero tampoco siento que aporte gran cosa.

Los testimonios de gente corriente me gustan y me parece que acercan bien el relato, sin embargo creo que algunos temas quedan un poco liosos. O igual es que estaba yo algo espeso, que me faltaba sueño.

Lo que si me ha parecido esperpéntico es la escena final. Después de una historia tan potente, con tanto significado, acabas la película con un notas diciendo que sueña que no puede pegar puñetazos a los nazis. Con la fuerza que el tiene, eh. Que en la realidad no le para nadie. A puntito ha estado de soltar que parecía mariquita de la poca fuerza de sus brazos en el sueño. Vamos, yo creo que lo dijo y lo han cortado. Demasiado out of context ese final.

Para terminar dejo un momento que me ha impactado, en el que uno de los hombres cuenta como su generación fue la última en la que los niños conocían el trabajo antes que cualquier cosa. Muy fuerte eso.

Voy a decir una cosa muy obvia, pero qué maravilla es que te abran una ventana a observar la España obrera. Me he pasado las tres horas asintiendo como si todo me lo contaran a mí, y yo muy atenta, sintiéndome apelada, mirando sin ser vista, escuchando historia.

Recomiendo el capítulo de Carne Cruda sobre el documental.

Capítulo 1.

Empieza la confusión: no sabes si las imágenes son de 1992 o del 2019. Creía estar segura de que muchas eran grabaciones antiguas no por lo que dicen, que podría haber sido dicho en cualquiera de los dos años, ni por cómo visten o se maquillan, que lo mismo, sino por esos brackets en los dientes. Pero no lo eran.

Hay un uso estupendo de los primeros planos, y empieza a usarse la pantalla partida desde el inicio. Aun así, siempre sabes dónde mirar, y la segunda pantalla siempre añade sin entrometer.

Este capítulo es gente hablando de su día a día en un bar, del trabajo, de la precariedad, de cosas banales. Te deja ir entrando poco a poco en el mood, pero también va haciendo daño escuchar conversaciones sobre dobles turnos de trabajo durante una vida, el poco tiempo de descanso del que disfrutan o simplemente el riesgo de trabajar. “Conoces el trabajo antes que el sexo, conoces el trabajo antes que el dinero, conoces el trabajo antes que el amor, antes que nada. Esa es la vida del obrero de los años 80. La última generación de niños obreros de este país”.

Al final de este capítulo quise salir a gritar consignas a la calle.

Capítulo 2.

Familias sentadas a la mesa, otra de mis debilidades. Conversaciones del día a día. Jóvenes en un bar. De nuevo la sensación de no saber si estoy viendo 1992 o la actualidad.

En este capítulo está sin duda lo más divertido de la película: las peleas de bar. Hay un momento en el que hablan del servicio militar como algo que te permite “salir de casa, buscarte la vida y hacer amistades”. Aspirar a eso solo a través de la vía militar me parece tristísimo y muy significativo de una sociedad a la que no se le permite ni tan siquiera soñar con una oportunidad mejor. Igual de mal los comentarios del tipo “los chavales que roban entran por una puerta y salen por otra con 600€ de paga al mes”. Ay, qué mal estamos para no poder ver que las oportunidades no se las dan a todos.

Eso sí, la chavalada intentando explicar movidas políticas y haciendo discursos un poco chuchurríos… eso sí que es mi patria. A partir de ahora voy a empezar a usar la frase “¿¡Dónde estás tú el uno de mayo?!”.

–El trabajo se basa en la responsabilidad, ¡se paga con la responsabilidad!

–¿Qué responsabilidad tiene un futbolista?

–Mucha

–¡¡¡¡NINGUNA!!!! ¡¡¡¡NINGUNA!!!

Al final de este capítulo quise ir a un bar a beber cañas y a rajar de la derecha. Cañas, no dobles.

Capítulo 3.

Cuando vi esto en el cine no noté tanto la diferencia entre capítulos. Ahora he visto que la progresión está muy bien realizada. En el primero y segundo vas creando contexto, conociendo a la ciudad, y en el tercero te estalla la vena revolucionaria. Acabas queriendo formar parte de un piquete. Ingenio y sorna > miedo > ira > violencia: qué bien explicado con tan pocas palabras.

Desde que vi este documental mi percepción del año 1992 cambió. Cuántas veces no se ha dado la espalda a colectivos pequeños, en este caso ciudad pequeña, por no aportar a la alegría de la foto. Pienso por ejemplo en el movimiento feminista.

Al final de este capítulo quise ir a quemar cosas. Luego preguntan por qué se recurre a la violencia, cuando la respuesta está clara: es el momento en el que empiezan a escuchar.

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