Noah Baumbach (2014)
Lo que parece que va a ser una disertación sobre la edad, sus cambios y la añoranza o una lección de vida se convierte, al final, en una lucha de egos masculinos que no la hemos visto venir ninguno. Pero todo ha estado muy bien. Nos hemos reído mucho, la verdad es la verdad.
Las cosas que destaco -soy una jovencita que está a puntísimo de los 30- serían las siguientes:
- El comentario del personaje de Adam Driver: De Eisenstein he visto ‘La huelga’. Me encanta la Europa de los años 20, el periodo de entreguerras. Esta es justo la frase que necesitáis para ligar en el mundillo de los entendidos -ojo, no pedantes-. También sirve si mencionas a Billy Wilder.
- como hbaéis podido deducir cuando he confesado que estoy a punto de los 30 también estoy cruzando ESA crisis por lo que me ha dolido más de lo que me gustaría confesar ver que soy más Ben Stiller que Amanda Seyfried. Totalmente certera esa frase del personaje de Ben: Tengo 44 años. Hay cosas que nunca haré, hay cosas que ya no tendré.
- 100% representado el mundo millennial con esa fiesta de ayahuasca.
Y poco más. Que he acabado un poco rota pensando que lo único que me une a la juventud es tener tiktok y hacer twerk -aunque me duelen ya las rodillas-. Pero no nos confundamos, soy plenamente consciente de que la juventud no da experiencia.
YA SABÍA YO QUE AL FINAL TENÍAN QUE TENER UN HIJO PARA SER FELICES. QUÉ PEREZA SIEMPRE IGUAL.
Si algún día me escucháis decir de alguien que “hace nueve años no podía votar” por favor, pegadme un tiro. Espero no haberme rendido de la vida así.
Hechas estas dos importantes aclaraciones, diré que la película en general me ha gustado. Creo exagera un poco los dos “modos de vida” en los que o te estás drogando en una discoteca gay o estás en casa con tu hijo hablando de pañales, pero al mismo tiempo me da la sensación de que la gente lo vive un poco así.
Hay mucha presión social por cambiar todos tus hábitos a partir de cierta edad y pasar al “modo adulto” donde todo básicamente tiene que ser un rollo, y está bastante interiorizado por la mayoría de la gente. No obstante guardo cierta esperanza en nuestra generación, en la que veo gente que se hace mayor sin eludir sus responsabilidades (e incluso teniendo hijos) y manteniendo cierta actividad social, que creo que es la clave.
Los dos protas me caen muy bien y entiendo su crisis, una pena que al final reduzcan todo a “querían tener hijos y no podían”.
Lo que me chirría un poco más es la trama del joven cineasta manipulador. La verdad, me interesaba mucho más el ver como se relacionaban estas personas de diferentes generaciones a la película de detectives en la que parece que se convierte todo y que me da bastante igual.
Eso sí, todos los actores top. Me he reído bastante con todos. Qué bien volver a ver a Adam Driver.
La primera mitad de esta película ha llegado en el momento perfecto para mí. Llevo un tiempo cegada con el concepto de juventud, qué supone tenerla, qué supone perderla y cuándo exactamente se produce ese momento en el que una deja de ser joven, no tanto para sí misma, sino para los demás. En esa reflexión vital me hallaba cuando me alcanzó esta película, de la que no sabía apenas nada más que la dirige Noah Baumbach, cineasta que adoro y del que excepto White noise y sus películas menores, he visto todo y lo he gozado todo. Vamos, que ponía mi nombre.
Me gusta mucho la primera mitad porque hay un enamoramiento total de la pareja mayor hacia la joven, y también del espectador hacia la manic pixie dream pareja. Cómo no enamorarte de ellos si son las personas con más carisma que has visto en tu vida. La mejor escena es el montaje que contrapone a los jóvenes con juegos de mesa, usando máquinas de escribir y escuchando música con vinilos frente a Josh y Cornelia viendo Netflix o escuchando podcast con cascos. Van apareciendo detalles que te hacen empatizar con la pareja de cuarentones, con los que por mucho que tengas 20 años, siempre te vas a sentir más cercano (nadie puede sentirse cercano al aura que desprende Adam Driver, que como bien dice, es joven y viste hipster, así que es hipster. Ni tampoco al aura de Amanda Seyfried, que ha protagonizado el minuto más sexy de la historia del cine). En definitiva, la relación entre ambas parejas –entre ellos y con la otra pareja– es sin duda lo mejor de la película. Amor hacia esas dos personas que ya tenían su vida hecha y acaban en una sesión de ayahuasca, ilusionados por dos jóvenes pijoprogres.
Pero poco a poco la peli se va torciendo, como la personalidad de Ben Stiller, y te encuentras en mitad de una discusión sobre documentales y un debate entre ser verdaderamente amable y sincero vs. ser un sucio trepa manipulador (obviamente team Stiller). Esto no es lo que me importaba, la verdad, así que todo se acaba diluyendo un poco. Además, nos perdemos la parte de la relación entre Cornelia y Darby, que también apuntaba maneras.
Disfrutable a tope, aun así. Seguiré intentando parecer joven.
Conocí a Noah Baumbach con Frances Ha y me gano completamente con Marriage story. Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero While we’re young ha sido un auténtico bajonazo. Quiero pensar que es un ensayo con mal gusto, pero necesario para lo que vendría. Pues con Marriage story comparte ciertos temas y algunas similitudes. En ambas encontramos un estudio de la pareja y un amor propio por la ciudad de Nueva York. Ahora bien, Marriage story desbordaba una naturalidad en todas sus escenas que te mantenía completamente pegado al televisor. En esta, en cambio, el tono de comedia se les va de las manos.
La estructura de la película es típica de comedia romántica, hay un subidón precedido de los problemas y un final feliz. Lo más lamentable es que durante el momento happy de hacerse los jóvenes la película se convierte en un maratón de gags sin apenas gracia que se hace bastante largo y cansino. Hacia el final, hay un momento que pretende ser más reflexivo con varios discursos en los que pone en duda el comportamiento del “villano”, por así decirlo, pero que el tono precedente se ha ocupado de arruinar. No falta para rematar la moraleja final: no juguéis a ser lo que no sois, las parejas casadas y con hijos son el verdadero y único camino a la felicidad.
El tiempo pasa rápido para todos. Incluso, por desgracia, para Ben Stiller. Marido, director que tuvo (y ya no) cierto éxito, y que se ve anclado en una vida cómoda pero en la que su mayor vuelco al corazón se lo da el conocer al hijo de uno de sus amigos.
Tanto él como Naomi Watts están hartos de su vida, pero ninguno de los dos es capaz de mirar a los ojos al otro y decírselo.
Un día conocen a Adam Driver y a Amanda Seyfried. El primero se come la pantalla cada vez que sale con ese papel que evoluciona tanto que acabas cogiéndole entre tirria y un cariño especial.
Mientras seamos jóvenes habla del paso del tiempo, de esa vida que se nos escapa entre los dedos. Pero también de que ser siempre jóvenes tampoco es lo que necesitamos, aunque incluya hip-hop o muchas fiestas.
Esta película empieza con buen ritmo y te saca varias sonrisas en la primera media hora. Después embarra y el argumento comienza a girar y girar hasta contarte lo que les interesa en cada momento.
La calidad de los actores es lo que salva el entuerto.