The french dispatch

Wes Anderson (2021)

 

Imposible seguir el ritmo de la película. Empiezas con un desgaste brutal de intentar seguir la cantidad de estímulos, los diálogos rápidos,subtítulos ininteligibles,intentar absorber todos los datos y ademas fijarte en los detalles de los decorados. A los diez minutos ya estaba sobrepasado, solo me daría algo de paz la primera historia pero en general se me ha hecho completamente agotadora. Y eso que mi predisposición al estilo único de Wes Anderson es absoluta y la película es suya de principio a fin. El reparto es un auténtico escándalo lleno de estrellas parece que nadie se la quería perder.

Una pena, como ya he dicho, no poder disfrutar como se merece todo el trabajo de decorados, composiciones, colores y la originalidad a la hora de narrar que tiene el director. Es una autentica maravilla que igual podría disfrutar en formato revista deteniéndome en cada una de sus páginas. Y es que es un poco repetitivo todo lo que estoy escribiendo pero es lo que mata todo lo demás. El que busca Wes Anderson tiene aquí un despliegue que suma y multiplica toda su obra pero que se hace muy difícil de procesar.

Si voy a dejar antes de irme un datito curioso más por si aun no estáis lo suficientemente sobrecargados. Parece ser que la ciudad y la revista de la película son de ficción pero basada en la revista The New Yorker de la que Wes es muy fan por lo visto. Incluso las historias y los reporteros tendrían similitudes con autores y relatos que aparecen en ella.

En esta última película, el siempre amado y odiado, Wes Anderson intenta homenajear con éxito al mundo del periodismo mostrándonos tres historias y media, que versan sobre los artículos publicados en la última edición de la revista ‘The French Dispatch’. Digo lo de las tres historias y media porque la historia inicial de Owen Wilson no se puede considerar a la altura del resto, ni por duración ni por originalidad, más allá de algún plano más que estiloso al más puro estilo de su director.

Esta historia ejemplifica el mayor problema que tiene la película: la excesiva cantidad de estrellas que han trabajado en ella. Entiendo que todo el mundo quiere salir en cualquier película de Wes Anderson, pero en este caso ocurre que hay demasiados personajes, muy secundarios, interpretados por actores estupendos. Así pues, si eres amigo del director te hace una historia metida con calzador para que salgas, y si no pues te pone para que salgas un poco de fondo como un extra, véase el inexistente papel de la gran Elisabeth Moss.

Al margen de lo que acabo de comentar la película me encantó, pero hay que reconocer que es café para muy cafeteros. Si ya amabas todo lo que hacía Wes Anderson por encima de todas las cosas, esta película te habrá parecido lo mejor del año, y probablemente una de las mejores de su carrera. Si, por el contrario, el ‘Gran Hotel Budapest’ te pareció simplemente entretenida, esta película te va a parecer horrible, vacía y aburrida. Es una película esteta llevada hasta el extremo, que te deslumbra con su escenografía, con sus colores y que claramente está concebida para verla en un cine. He de confesar que, tras volver a verla en casa, el resultado me parece mucho más decepcionante.

Por último, quiero remarcar, que, aunque las tres historias me parecen increíbles, la que más me gustó fue la primera: La obra maestra del hormigón. Quizás fue porque estudié Historia del Arte o porque Benicio del Toro y Tilda Swinton están increíbles, no lo sé, pero es una historia que me cautivó.

En resumen, para mí es una obra increíble y esencial en la filmografía de Anderson. Además de una de las películas del año, para mucha gente una bazofia vacía rodada en tonos pastel.

Demasiado Wes Anderson para mi. Café para muy cafeteros. No es que me haya sorprendido, porque al final es volver a todos esos planos simétricos, la variedad de colores, el narrador o los personajes sin alma, pero creo que en este caso va un paso más allá y se centra tanto en el estilo que el resto queda un poco diluído.

Aunque la película esté bastante estructurada, se me hace muy difícil seguir todas esas tramas con tanto personaje, tanto salto temporal y tanta frase disparada en pantalla o directamente dicha por los protagonistas. Mi sensación es que no hay ni un silencio en toda la película. Es agotador seguir el ritmo con tanto estímulo.

En definitiva, me ha aburrido bastante y no me deja mucho acerca de lo que pensar, presagio de que pasado mañana la habré olvidado totalmente. Aun así voy a salvar algo de cada una de las tres crónicas que nos cuentan:

Los tres personajes protagonistas de la primera historia (el artista, la musa y el “manager”) me han gustado tanto de forma individual como la interacción que tienen entre ellos.

Timothée desnudo.

La conversación final con el chef, que se iba a quedar fuera de la crónica, en la que celebra haber probado un nuevo sabor, aunque fuera el del veneno. Y su discurso posterior: No soy valiente, simplemente no estaba en el mood de defraudar a todo el mundo.

Y para terminar dejo la inquietante imagen de la reencarnación de Verónica Sánchez aka Eva en Los Serrano:

No he podido, no he podido. ¿Cómo es posible que una y otra vez me enfrente a las películas de Wes Anderson con una ilusión tan grande y siempre las termine aborreciendo? Volveré a ilusionarme de nuevo, no pienso desistir. Algún día me gustará Wes Anderson (bueno, los Tenenmbauns me pilló en un buen día).

French Dispatch: más de lo mismo. Lo visual frente a la sustancia. No hay tregua estética. En realidad, no hay ningún tipo de tregua. Es posible que ni siquiera haya un segundo de silencio en toda la película, narrada por distintas voces en off y revuelta de diálogos eternos con infinitos adjetivos. En teoría no deberías poder distraerte ni un solo segundo. Y en cambio, solo tengo una palabra: somnífero. He luchado contra el sueño a niveles que no recordaba. Incluso me puse la película cenando a sabiendas de que era la única manera de no dormirme. Y me dormí sentada en la silla delante del plato.

Es todo demasiado artificial, y a pesar de que esa estética excéntrica dé gustito, se acaba haciendo excesiva. Me surge la duda de si la gente la amaría igual con un elenco menos famoso. Vamos, es que se permite usar a Saoirse Ronan diez míseros segundos.

La primera historia de las tres que se cuentan es la que más me ha gustado. Además creo que Benicio está espectacular, pero aun así… ¿por qué no convierten la cárcel-manicomio en un museo y se dejan de tonterías de transportar paredes de acero? Me entretengo con este tipo de pensamientos. Las otras dos historias ni las comento, pero la segunda fue la que más se me atragantó.

En fin, que destaco toda la estética wesanderesiniana pero que acaba siendo tan pedante como hacer una película en inglés y francés en la que se afirma que los personajes discuten en latín y lengua de signos. Con musiquita infantil de fondo.

Ni Timoteo Bechamel desnudo ha conseguido que me guste. Menos mal que no la vi en el cine, y mira que me lo planteé.

Está claro Wes Anderson tiene un estilo visual y artístico impresionante, muy pulido, característico y que impacta (al menos la primera vez que lo ves). Cuando acabé de verla, además de tener la necesidad de meterme en la cama o ingerir siete cafés, se me vino una idea persistente a la cabeza: Wes Anderson es el Fito y los Fitipaldis del cine. Al igual que el señor Cabrales, Wes nos está intentando colar lo mismo una y otra vez, cosa que me temo hará mientras la crítica lo abale. Igual que me gustaba lo que hacía Fito con 12 años me encantaron pelis como Life Acuatic o Moonrise Kingdom. The French Dispatch es el disco de 2020 con refritos de ideas pasadas que solo te lo van a poner en Los 40 la primera semana de salir.

En los primeros 5 minutos ya me había perdido, me gusta seguir las tramas y las ideas que hay detrás de las películas pero aquí se me hizo imposible, en el minutos 6 ya no quería ver más. En las primeras escenas una voz en off vomita datos, que a priori no se sabe si son importantes o no. Todo es innecesariamente rápido se narra atropelladamente como si no hubiera comas en un texto, como si las casi dos horas que dura la película no fueran a ser suficiente. El resultado del empacho de información y estímulos sensoriales fue que a partir del minuto uno me importara una mierda lo que me estaba contando la dichosa voz en off. Frase de 0,6€: solo hay una oportunidad para causar buena impresión.

Después de el estrepitoso comienzo se suceden una serie de historias, a cada cual más absurda y falta de interés en las que se cae en el mismo error que en los primeros compases. El ritmo aceleradísimo de todo no me permitió reengancharme ni disfrutar de la película en ningún momento. Fue como montarme de resaca en una atracción feria con muchos loopings.

Todos los cameos y pequeños papeles de actrices y actores renombrados que se reparten en la película los igualo a los aduladores del cuento de El Traje Nuevo del Emperador. Siento decirlo WES ESTÁ DESNUDO NO HAY NADA AHÍ por mucho que se empeñen los entendidos en decir lo contrario (al menos yo no lo veo). Igual que Warhol o Alaska, Wes pasa a mi lista de “pijos endiosados del arte que toman el pelo a quien pueden”

Le pondría 2 estrellas porque a nivel visual es una pasada como se lo montan pero le quito la segunda porque veo que coincido con Carlos Boyero y eso no se lo perdonaré (jamás, Carmena, jamás)

Sí la recomendaría como recomendaría cualquier película de Wes. Poco más puedo decir, no soy objetiva, me gusta este rollito.

LO QUE SÍ:

Me gusta todo y no nos vamos a poner ahora a hacer aquí una lista eterna de cosas que SÍ de esta película así que voy con mis dos más favoritas.

1. La fotografía, los colores, la composición, lo que viene siendo la imagen en sí. Es todo muy pinterest, muy tumblr, muy poético, muy típico de Wes.

2. Todas esas reflexiones sobre arte, escritura, la soledad, etc. Me gustan las reflexiones y dilemas éticos y/o sociales que presenta sin que apenas te des cuenta, todo muy fluido, muy natural, pero ahí te lo llevas.

LO QUE NO:

Hay varios momento en la película que sin saber explicar por qué como que me salgo un poco y se me hacen algo pesados o largos. Pero vamos, esto por ponerle un pero.

Bueno eso y que, habiéndome gustado mucho, no me ha encantado tanto como otras suyas. De ahí la estrella que le falta para el perfect.

EL DATITO:

Pues aquí vamos a hablar del español Javier Aznarez, que es el dibujante de toda la cartelería de The French Dispatch y el creador de 30 portadas para la revista de la película (portadas inspiradas en el New York Times según he leído por ahí). A mí me ha gustado descubrir a este dibujante. Javier vive en Cadaqués, donde veranea la productora y amiga de Wes, Octavia Peissel, que fue quien lo propuso, por lo visto se trata de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.

EL MEME:

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