The commitments

Alan Parker (1991)

 

Elegí esta película porque me la pusieron en clase de música cuando era teenager, y aunque apenas recuerdo nada de aquello, sí que me quedé con la sensación de haber descubierto un tipo de música que guardaría en mi iPod. Luego en mi vida he escuchado esta banda sonora bastantes veces, tanto en sus versiones originales como en las de la película, pero no la había vuelto a ver.

Y, a pesar de todo, mi recuerdo nostálgico la ha envuelto en un halo místico que esta semana no ha reaparecido. La música me sigue pareciendo impresionante, pero el resto me flojea un poco. En realidad no hay mucho más resto, porque esto va de música desde principio a fin, pero sí que he echado en falta un poco de argumento, o sí, lo voy a decir, profundidad. No os dejéis engañar por la crítica de Boluda, The commitments es entretenida y te da lo que esperas, pero tampoco es lo mejor del mundo. Es la Sing Street de los años 90: música, Irlanda y clase obrera.

El Dublín precario está muy bien plasmado y hace que la escapatoria de estos jóvenes hacia la música parezca casi una obligación en un contexto así. Lluvia, desempleo, frío, muchas bocas que alimentar, caballos subiendo en ascensor, sentimiento de pertenencia. Acción – reacción, todo bajona.

Asimismo me ha parecido interesante el reflejo de las relaciones entre las personas de la banda, especialmente hasta la mitad de la película: la dificultad de los hombres para mantener una amistad natural, la imposibilidad de evitar hacer un comentario sexual hacia sus compañeras cada dos minutos, la relación entre ellas, la relación de cada una de ellas con Joey The Lips. A pesar de los múltiples conflictos y egos, aprenden a tocar, a mejorar, a gestionar el trato con los compañeros, a ser músicos junto al resto. Eso mola.

En definitiva: como BSO, fantasía; como película, echo de menos un poco de trama. Quizá la magia esté en que no deba existir nada externo más allá del grupo, que únicamente nos importe el odio recíproco de los miembros a todas horas excepto encima del escenario.

Lo mejor:

    • El momento en el que le lanzan a Nat unos calzoncillos en mitad de Bye, Bye, Baby y ella se ríe mientras canta. Delicia.
    • Que alguien haya mencionado a Gina Lollobrigida y no sea jugando a Time’s Up.
    • Mustang Sally, Take me to the river, Bring it on home to me, In the midnight hour, Bye, Bye, Baby. Imaginad ir a un concierto.

Lo peor:

    • No es necesario que cuando aparezcan gemelas en pantalla digan todo a la vez.
    • Jimmy: tiene la idea, dirige un grupo y luego no toca. Eso sí que es triste.

No es que yo sepa mucho de Soul, mas bien no se absolutamente nada, así que las referencias y versiones que aparecen se me escapan sin más. Aun así, termina la peli y mi sensación es buena.

Te enseña ante todo la formación de una banda. Y se agradece que se centre en eso y las subtramas no sean todo lo evidentes que podrían ser. El talento no puede con todo y a veces es fácil cagarla. No siempre hace falta que el prota acabe comiendo perdices con la rubia de turno. Es más, no hace falta ni que lleguen a estar juntos. Todo un puntazo. Podría haber elegido el camino mas fácil y habría cavado su propia tumba. Te genera la frustración de ver a un grupo de gente desperdiciar algo que merece la pena, todo un clasicazo atemporal.

El ritmo no es bueno, da la sensación de que los acontecimientos se precipitan y el ascenso y declive de la banda se produce de forma atropellada. Al igual que los personajes y su forma de relacionarse. Quizás la escena que lo ejemplifica es la del matón golpeando la batería paro acto seguido salir al escenario reconvertido en músico. Aunque parte es buscado para hacer la gracia me parece un reflejo de la incapacidad de hacer creíble la evolución de la trama y los personajes.

Durante el visionado de muchas escenas pienso en lo casposo que queda todo en relación con las chicas de la banda. Casi caigo en la tentación de escribir que quizás a envejecido de mala manera y echarle la culpa a los 90. Pero la realidad es la que es y no se aleja de lo que se ve reflejado en la película.

Lo peor para mi es el exagerado humor ingles y el ultimo concierto, se me hace interminable.

Que bien me podría haber venido esta peli para alguna partida del Times Up.

Energía y vitalidad. Eso es ‘The Commitments’. Y también un poquito, o mucho, de verdad. Esto último lo digo porque en todo momento parece una banda real que está unida (que igual lo son, no sé, no lo he mirado. El pecado es mi ignorancia).

Es una película modesta y sencilla que se sostiene sobre un puñado de personajes peculiares pero carismáticos. Y más inglesa que quemarte en Benidorm.

Las entrevistas de Jimmy consigo mismo me parece un acierto. La sencillez, como he dicho antes, y el costumbrismo de la cinta, otro. Ese ambiente que ves, ese Dublín de finales de los 80 y la música, también.

Con los personajes y sus historias puedes entrar o no. Hay historias que sí e historias que no. Yo desde luego entro en esa atmósfera de «perdedores» que en realidad reman juntos hacia un mismo cauce. Cine social pero nos comprometemos lo justo que para eso ya está (estaba, está y estará) Ken Loach.

También me ha parecido un poco Operación Triunfo con fish and chips. Tenía que decirlo. En este caso todos son Chenoa. Je suis Chenoa. Otra cosa Alan Parker, cariño, ya era hora de que nos hicieras una película con una chispina de alegría corazón, un cantar, un moverse, unas risucas de los protas, un algo que haga que no quiera matarme. Te la tengo jurada desde ‘Arde Mississippi’.

Empecemos por el principio. Imagínate que eres Jimmy y te da por montar un grupo de música. ¿Qué instrumento eliges? ¡El tío elige ser manager! Hay gente que nace siendo empresaria. Entrepreneur de vocación.

El caso es que Robert Arkins, el actor que le interpreta, me sonaba muchísimo. Qué sorpresa la mía cuando he visto que no ha hecho ninguna película más. Igual me recordaba a una especie de versión joven de Will Schuester. Desde luego tiene toda la pinta de acabar de profesor de música frustrado en un instituto dando la turra a sus alumnos con grupos que solo le gustan a él.

Volviendo a The commitments, todo el inicio (por no decir la mitad de la película) se me ha hecho un poco pesado. Salvo algún momento divertido como las audiciones para el grupo, el resto me ha dado bastante pereza, algo sorprendente porque en estas películas de bandas emergentes me suele gustar ese proceso inicial de creación de la misma. No está mal ver ese Dublin barriobajero y sucio, pero yo quería pasar ya al canturreo.

Eso sí, una vez empiezan los conciertos del grupo, la película se vuelve muy graciosa. Divertidísimo ver a cada uno de los miembros con sus manías y, sobre todo, ver como se odian entre ellos. Personalmente me quedo con el flipao del saxo. Me ha matado cuando se ha puesto pelito de moderno y a fumar en el escenario. Pero no se quedan atrás el cantante, con sus caretos cantando y sus aires de divo, Joey “The Lips” Fagan con su misticismo y la grima que da en general, o el propio Jimmy y sus entrevistas imaginarias. En general todos, hasta los mas secundarios, tienen su punto carismático y sus momentos.

Pero como decía, más allá de las personalidades de cada uno, lo mejor es ver lo mal que se llevan y los conflictos que tienen entre ellos. Desde la subtrama “amorosa” entre Joey y las tres coristas, que ya de por sí es cutrísima, hasta el odio que tienen todos por el cantante del grupo. Otra forma de ver el mundo de las bandas que se agradece, acostumbrados a tanto buenrollismo.

En definitiva, The commitments, aunque se hace un poco larga, es divertida, original y con una atmósfera que a los más fans de ese estilo les flipará. Y por supuesto las canciones, que por muy odioso que sea el cantante, tiene un vozarrón. Cuando toca ver una peli de estas siempre recuerdo inevitablemente Sing street. Ojalá alguien la recomiende. Tal vez sea yo.

Para terminar os dejo un par de caras conocidas: Glen Hansard (el guitarrista del grupo) es también el protagonista de Once (otra que también he recordado al ver The commitments) y la omnipresente Gina Lollobrigida, que sigue viva y tiene 93 años.

¡Vivan los musicales!

Es The Commitmmets la mejor película que jamás existirá, yo digo CLARAMENTE, la gente con criterio (equivocado) dice “no te flipes”. Esta es una de las películas que más he visto y después de verla otra dos veces estos días me quedé con ganas de más.

Dublín en eterna crisis lejos ser el centro de la trama es el paisaje donde se desarrolla la trama otros peliculones como Full Monty (1997) o Billy Elliot (2000) harían algo parecido. En estas Jimmy Rabitte , un chaval con ínfulas de Leonard Chess, arma un grupo de Soul Irlandes cuyo ascenso y caída vértebra la trama.

The Commitments es una absoluta maravilla por varias razones, la primera la banda sonora la elección de temas soul (la gente lista escucha Soul ver estudio) no sólo solo está on point y esconde guiñitos brutales también es un curro magistral de grabación muchos de los temas suenan mejor que los originales. Sure it’s basic and it’s simple. But it’s something else ‘cause, ‘cause, ‘cause it’s honest, that’s it. Its honest. There’s no f***in’ bullshit. It sticks its neck out and says it straight from the heart

Las canciones que hilan toda la peli son Nowhere to Run y Destination Anywhere tenen que ver con ese espíritu de evasión de la realidad tan característico de las situaciones de crisis. Durante muchas escenas se ve la miseria en la que viven y nunca se centran en ella demasiado por que la chica esta en la música en la escapada a través de las canciones. Otra de las canciones, Mr.Pitiful (Señor Lamentaciones) hace referencia al mote que le puso un DJ a Otis Redding porque sus canciones eran todas de amor de echarse a llorar Con es el tema Otis se desquito a modo irónico de ese sanbenito. Igual que los miembros de la banda (The Irish are the blacks of Europe. And Dubliners are the blacks of Ireland. And the Northside Dubliners are the blacks of Dublin. So say it once and say it loud, I’m black and I’m proud)

Los personajes están pensados como en una peli de robos ya sabéis Ocean`s Eleven con sus especialistas y eso. Como muchas de las cosas de esta historia está ahí pero no te das cuenta si no rascas un poquito o te la ves mil millones de veces. El cantante Declan Deco Cuffe: borracho irlandés de manual un cruce entre Rory Gallagher y Joe Cocker se la suda la música, pero no la fama, tocapelotas como el 99% de los cantantes. El bajista y el guitarra el germen del grupo después de la aventura se quedan como están, se dejan llevar por las ilusiones de otros. El saxo el tipo que se da cuenta que hacerse pajas con el jazz es bien. El trompeta (Joey ‘The Lips’ Fagan) el gurú y a la vez destructor del grupo . De baterías no hablo. En fin, me seguís el rollo mucho personaje cada uno con su movida te encariñas de todos o no tienes corazón.

La moraleja del final de la película cuando ya se fue todo a la mierda es brutal también. No importa que no hayas llegado a conseguir lo que te has propuesto si al menos as aumentado un poco trus expectativas. Es un poco de libro de autoayuda sí, pero… qué demonios. Me dejo mil cosas de esta peli, pero no quiero haceros sufrir más. Choques ridículos de codos para todos.

Ha terminado The Commitments y, pese a no ser para nada un amante de la música soul, me he puesto un disco de Otis Redding antes de empezar a escribir. No soy un fan del soul, pero sí de la música en general, por lo que puedo apreciar el trabajo de alguien a quien le apasiona. Alan Parker ya había demostrado otras veces su amor por este arte. En 1982 plasmó magistralmente en imágenes el maravilloso disco The Wall, de Pink Floyd, de una manera que todavía me estremece cuando veo esa película. En este caso deja un poco de lado su toque más expresionista y sensible (Birdy o El Expreso de Medianoche son buenos ejemplos de ello) para plantarnos ante una banda de jóvenes proletarios que deciden unirse para revitalizar un género que se supone prácticamente muerto, el soul.

La película, con un montaje excelente (obtuvo una nominación a los Óscar), consigue que el espectador no se aburra prácticamente en ningún momento, lo cual tiene bastante mérito siendo gran parte de la película la banda tocando. Parker hace de la música el gran protagonista (gran acierto), dejando un poco en segundo plano las relaciones de nuestros personajes, que se van complicando a medida que la banda avanza en su camino al éxito. Como digo, aquí lo que cuenta es la música, y el reparto escogido no podría brillar más en el escenario. Las canciones son versionadas con maestría, estilo y corazón, y hacen que la película vuele en cada secuencia en la que la banda está en acción.

Ahora bien, del mismo modo que la música es el punto fuerte, la película se resiente un poco cuando nos centramos en los personajes. Es fantástico presenciar el nacimiento de la banda gracias al incondicional amor de Jimmy, el manager, por este estilo de música, que es transmitido al resto. La banda, sin medios y desastrosa al principio, comienza a progresar principalmente por las ganas y la pasión de todos por lo que están haciendo. Los vínculos entre ellos, afianzadas en los primeros conciertos, se van deteriorando cuando la banda empieza a conocer la miel del éxito. Un éxito bastante modesto, por otra parte. Y es aquí donde las cosas comienzan a torcerse, aunque no queda muy claro por qué. Todos entendemos que Deco, el vocalista, es un pomposo insoportable al que nadie aguanta, lo cual tensa las relaciones de la banda. Más difícil de entender son los rifirrafes de las chicas, en parte causados por ese curioso personaje que dice haber tocado con todos los grandes, y que por alguna razón consigue encandilar a alguna de ellas. Todo esto, demasiado rápido y poco explicado, nos lleva a un desenlace en el que todos los integrantes acaban peleándose y odiándose, rompiéndose la banda justo en su mejor momento.

No es que este detalle desmerezca el resultado final, pero sí que te deja un poco más frío de lo que querrías. En cualquier caso, me quedo con lo mejor, que es la música, y unos acertados e irreverentes toques de humor al más puro estilo de Full Monty, que por desgracia son cada vez más infrecuentes de ver en una sociedad cada día más políticamente correcta.

Básicamente, The Commitments es un remake de “Fama” pero con otro estilo. La película, donde la música es constante, es una oda al arte popular que es todo para los personajes, aportandoles una identidad y una vía de escape a los abundantes problemas del día a día.

En la película, Jimmy forma una auténtica obra conceptual, montando una banda de soul, una “música popular que la gente puede entender”, ya que al ser clase trabajadora “su música tiene que hablar de trabajo”. Acabando por llamarse a sí mismos “héroes de la clase obrera”. Y tras una escena de audiciones en la casa de Jimmy, donde vemos presente a su familia, se forman los Commitments como otra parte más de la casa.

Se nos muestra resumidamente el Dublín de una clase obrera como un sitio claustrofóbico, patriarcal e improvisado, pero como un lugar amistoso. Los personajes no dejan de ser una hipérbole o caricatura que ponen de manifiesto su individualidad, dando como resultado personajes sin mucha profundidad. Pero tampoco creo que los necesite, pues cumplen con la función de destacar las diferencias entre individuos y generaciones, y en caso de tenerlos la película sería otra cosa. Destacar el padre con el cuadro de Elvis por encima de el del Papa, o el alemán que contratan de seguridad.

A partir de cierto punto, la película se vuelve repetitiva, intenta crear una historia interna en el backstage pero no llega a funcionar. Se repiten también muchos encuadres y planos consiguiendo así cierta monotonía, incluso se cuela algún movimiento de cámara raro que técnicamente no creo que sea correcto. Aún así, existen detalles como el caballo asesinado tras un robo bancario, que es una de las imágenes de la calle que el espectador se da cuenta solo de pasada.

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