Lazzaro felice

Alice Rohrwacher (2018)

 

Y como hacer un Jesús más bueno que el pan sin que te quede una película demasiado sensiblera? Pues una de las respuestas la tenemos en Lazzaro Felice. Primero tienes que conseguir rodearlo de personas ignorantes , toscas o bien unos verdaderos cabrones para conseguir que en vez de llorar por Santo Lazzaro te den ganas de salir ahí y protegerle de tanta bestia. Pero el tío siempre te da una lección poniéndoles la otra mejilla y encima una sonrisa. El personaje, digamos, que no es nada que no se haya interpretado ya , aunque si esta exagerado hasta el limite. No he podido dejar de acordarme de Forest Gump.

Me gusta como Rorhwacher indaga en la condición humana de una manera bastante oscura y pesimista. Ninguna circunstancia ajena el hombre altera esta condición. Pues si en la época feudal no podemos hablar de libertad o dignidad alguna del campesinado, es difícil hacerlo en el lado mas duro del capitalismo. Visto así, normal que al primero que pase que no entiende de que va la vaina le den la paliza de su vida. Un punto muy positivo el diferenciar dos partes que contribuyen no solo a hacerla mas interesante sino ademas a que no se te haga demasiado larga. En ese sentido la directora recurre a lo que a mi me recuerda al realismo mágico de Gabriel García Márquez.

El sometimiento absoluto no existe y siempre hay alguna manera de devolver un poco de lo que recibes, en este sentido me encanta el sonido de viento que le hacen al señorito cada vez que se da la vuelta. Que genios.

Lazzaro felice es una preciosa fábula del comportamiento del ser humano en la que la manipulación, el egoísmo y la ausencia de la conciencia vagan a sus anchas. ¿El mundo actual? Puede ser, yo nunca he creído que ahora somos peores que antes simplemente tenemos más o menos medios para ello lo que sí refleja esta película es la añoranza que podemos tener de la figura de Lazzaro que casi es inexistente. El esclavo de los esclavos, el alma pura, la bondad.


He de reconocer que me costó entrar en ella y no lo hice hasta que fui consciente del simbolismo que mostraba. Hasta ese salto temporal en el que «los sirvientes» de la marquesa son «liberados» y llevado al mundo real. Ahí pensé: «¿Esto qué es? Esto es una maravilla.»
Así que, ya perdonaréis, pero no me he fijado mucho en los planos, la fotografía, la música o el guión sino que me he quedado en la fábula y en lo que creo que quiere transmitir o al menos me ha transmitido a mí. Un mundo en el que todxs «somos iguales», da igual el poder o la riqueza que tengas, la inquina y la maldad serán usadas en cuanto te sientas más fuerte frente al débil. Una fábula o parábola pesimista pero que parece reafirmar aquello que dijo Plauto y popularizó Hobbes: «Homo homini lupus» (el hombre es el lobo del hombre).

Nada más empezar la película pensé que estaba ante la continuación de Léolo, aunque pasados unos minutos me di cuenta de que era más bien Los santos inocentes a la italiana. Por suerte para mi, pese a tener cosas de ambas, Lazzaro felice tiene una identidad muy propia y diferenciada de las otras, que recordemos no me entusiasmaron mucho.

La primera parte, pese a tener todo el rollo este de los señoritos y el campo que tanta pereza me da, me ha gustado. No se exactamente por qué, pero cuando me he querido dar cuenta ya llevaba cuarenta minutos que se me habían pasado volando. Creo que ha ayudado el misterio que mantiene en torno a la época en la que se está desarrollando la historia, con pequeñas incoherencias que te hacen sospechar. Tal vez haya sido el rollito raro que se trae Lazzaro y que no acababa de pillar, o tal vez la novedad de introducir un personaje tan ajeno a ese mundo (aka Draco Malfoy), para darle un poco de variedad.

– Harry, vaya pintas de muggle me llevas.

Sea como sea, la película me ha mantenido entretenido hasta el momento clave. El punto de inflexión en el que Lazzaro se cae por un barranco me ha pillado totalmente desprevenido y me ha roto los esquemas, supongo que como a todos.

A partir de aquí la película se convierte en algo totalmente diferente que claramente no entiendo, pero que sin embargo he disfrutado y me ha mantenido expectante por ver hacia donde iba. Lo que antes eran los años 40 ahora son los 2000. Donde solo había campo y miseria ahora hay puticlubs y neones. Resulta que el chaval rarito es una especie de ángel. A estas alturas ya ni siquiera entiendo el título de la película. ¿Lazzaro felice, en serio? A mi me transmite de todo menos felicidad ese muchacho. Lazzaro Mute o Lazzaro Empané, le hubiera puesto yo.

Es de esas pelis en las que disfrutas del viaje más que del destino. No me hace falta entender lo que está pasando para dejarme llevar, y eso me parece un gran mérito. En ese sentido me recuerda a la gran Mother, que aunque me parezca mucho mejor y más espectacular, me mantuvo en ese mismo estado de “te compro lo que me eches aunque no entienda nada”, aunque no tengan mucho que ver entre ellas. ¿O sí?

Además de todo esto, la película nos deja varios temas sobre los que reflexionar. Dejo aquí uno que me parece importante y de complicada respuesta: ¿Son más libres esas familias en la primera parte de la película o en la segunda?

Al final es difícil distinguir entre la esclavitud a la que están sometidos por la marquesa y la que tienen al vivir en la ciudad. La falta de recursos de todo tipo les arrincona en ambos casos a vivir de forma precaria y sin apenas libertad de elección sobre sus vidas. Tanto es así que acaban planteándose el volver a su antigua vida en el campo.

  • Anotaciones de cuarentena

¡Dejad de compartir vasos y de escupir en los quesos! ¿Es que no veis la tos que tiene el rubio? Dice que es del tabaco pero yo hoy ya no me fio de nadie, no me acerco a menos de un metro y medio de distancia.

 

Le doy dos estrellas a sabiendas de que se merece más. Lo tenía todo para gustarme, pero no me ha terminado de convencer. No os engaño, creo que la culpa es más bien mía, que la he visto a trozos, medio dormida y sin la predisposición adecuada. Nos volveremos a ver, Lazzaro.

Ya que estamos lanzo el melón, ¿Lazzaro nunca crece o me perdí algo súper importante en mis minutos de sueño? Sea como sea, no había visto a nadie con esa cara. Esos ojos y pestañas, su forma de parpadear. Definitivamente encontraron el mejor actor para el papel, si es que este chico es actor y no realmente Lazzaro. Al principio pensé que el chaval era un pardillo excesivo, pero poco a poco fui viendo que no, que este chico era un santo bajado del cielo para ayudar a todo el mundo que se encuentre en su camino, capitalistas y anarquistas.

Me ha recordado a Los Santos Inocentes, y de hecho el título de esa película encaja incluso más aquí, porque, ¿qué tiene de feliz Lázaro? ¿todo? ¿o es ingenuidad en su máximo esplendor? Hay algo que está claro, y es que las personas que saben del campo son las que tienen la verdadera sabiduría. Si lo piensas, en realidad somos nosotros sus esclavos.

Lo mejor: el momento en el que aparece el Tancredi del S. XXI y que me han colado una crítica social que no me esperaba. Siempre a favor.

Lo peor: estoy totalmente en contra de la amistad Tancredi-Lazzaro.

Te gustará si te gustan Richard Alpert el de perdidos, el feudalismo y los precipicios.

A %d blogueros les gusta esto: