Jusqu’à a la garde

Xavier Legrand (2017)

 

Cuando en su día la vi me esperaba otra cosa. Me esperaba una película que solamente se desarrollará en la sala del juzgado con unos personajes -padre y madre- luchando verbalmente por la custodia del hijo que tienen ambos. Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que no solo no tenía razón mi imaginación sino que superaba con creces mis expectativas.

Hoy, tras un año -mas o menos- de su primer visionado me sigue sobrecogiendo de igual manera. La tensión va creciendo poco a poco según vas viendo cómo los personajes se desenvuelven. Pocas veces un personaje menor de 16 años me cae bien en una película pero qué bien este «niño» tan maduro y tan «catárquico» con su madre.

Y qué bien, también, esa escena final. Me ha dejado sin aire las dos veces que la he visto y eso que en esta ocasión ya sabía su final. Qué directa y qué real -desgraciadamente-. Todo esto se consigue por la naturalidad de un guión estudiado al milímetro.

Myriam te somete a un Vía Crucis compartido en el que todas las dudas que puedo tener al principio de la película son resueltas, si es que alguna vez se puede dudar ante dichos actos.

Empiezo por el final porque me parece lo más relevante de la película. Ese último tramo que comienza con el padre llamando por la noche al telefonillo del nuevo piso de su familia es de lo más agobiante que he visto en mucho tiempo. Una película de terror absoluto en esos minutos en los que madre e hijo están en la cama a oscuras esperando que todo pase. Me ha recordado a esos momentos en los que, siendo niños, pensamos que hay monstruos o fantasmas en nuestra habitación y queremos encender la luz para comprobar que no los hay, pero a la vez no nos atrevemos a salir de la cama y encenderla. ¿Soy el único que pensó que Antoine podía estar ya dentro de la casa? Horrible. En mi mente estaba repasando la escena en la que quita la llave de la casa a su hijo por si aun podía tenerla.

Pero esta escena no es tan impactante sólo por lo agobiante que es y la fuerza que tiene por si misma. Este tramo es tan potente porque da sentido a todo lo que hemos visto antes. Te obliga a revisar los pequeños (y no tan pequeños) detalles que se han ido dejando durante toda la película. Ahora cada gesto de Antoine se entiende mejor, no sólo como los comportamientos del gañán que está claro que es, sino como la escalada del maltrato que ejerce desde el principio sobre Miriam y sus hijos. Las subidas del tono de voz, los agarrones, los chantajes emocionales… Personalmente a mi me saltó la alarma definitivamente cuando se echó a llorar diciendo que había cambiado. Mala señal siempre. Luego, recordando la película, aparecen otras escenas clave como la inicial (muy guay, por cierto), en la que se muestra totalmente calmado y sensato cuando hay más gente observando.

Una película muy esclarecedora, que retrata con contundencia y realismo el perfil del maltratador y que creo que plasma bastante bien ese amor tóxico que tanto abunda en nuestra sociedad. Una peli que debería ver todo el mundo y que ayuda a revisar e identificar esos comportamientos que a veces pasamos por alto en nuestro entorno por puro desconocimiento o inconsciencia.

He visto además que es el estreno como director de Xavier Legrand y mi pregunta es: ¿Tiene nuestra compañera Pam algún tipo de fetiche con las operas primas?

Las señales eran claras: el niño no quería ir con su padre, hubo violencia explícita. El club de fans de la custodia compartida te dirá que las madres son unas manipuladoras, que los hijos mienten, que hay exageración, que si el SAP. El SAP no existe, joder. Sobre eso: https://www.elsaltodiario.com/sap/sindrome-alienacion-parental-que-es-de-donde-viene-infancia-libre

Os hablaría de la película en términos cinematográficos pero no he podido ni pensar, estaba demasiado tensionada. Solo ha habido una cosa que me ha chirriado por lo visto que está: el plano de los pies de la chica en el baño. Por cierto, ¿y su trama? ¿Para qué se plantean su desarrollo si no volveremos a saber de ello?

Bueno, eso. Excepto esa parte todo lo demás lo he vivido demasiado. Demasiadísimo. Os digo que los viajes en coche con el niño (ehhh por favor ese niño, le he creído cada gesto) ya me han hecho sufrir más de lo necesario. El padre entrando en la casa de su mujer/exmujer y haciendo pucheritos. Ahí ya creí que se me salía el corazón del pecho. Las señales eran tan claras, la violencia era tan palpable que estaba a punto de llamar a la policía yo. Así que no os quiero contar con esa media hora final. Que me ha dado fiebre, os lo juro.

La violencia de género es injusta para mucha gente. Obviamente, para la mujer que la sufre, que además ve cómo sus hijos son utilizados como medio para hacerle daño a ella. Chantaje y no amor paternal. También, por supuesto, para los hijos (recordatorio: un maltratador no puede ser un buen padre). En este caso lo vemos en Julian, un niño inteligente que debe ir un paso por delante de su padre, intentando encontrar el equilibrio exacto entre que su madre no sea objeto de daño y protegerse a sí mismo. Qué injusto para un niño. Y papelón también el de los padres y madres de maltratadores. En este caso me han parecido muy interesante las reacciones de ambos progenitores, desde la esperanza de dar una enésima oportunidad a su hijo y la aceptación de la realidad.

Esta era una película que no quería para nada ver en tiempos de confinamiento (¿cuántas mujeres e hijos hay ahora mismo encerrados con su maltratador?), pero que es importante ver para darse cuenta de que esas señales siempre estuvieron ahí.

Por supuesto enseguida he encontrado valoraciones que aluden a la ideología de género, a la falta de objetividad… Peligrosas también me han parecido las críticas de la prensa que mencionan el “drama del divorcio” o la “obsesión”, obviando que estos son problemas derivados de un sistema mucho más complejo que tiene en su parte visible la violencia de género pero que en sus capas inferiores ata a todas las mujeres del planeta en casi todos los aspectos de sus vidas.

P.D. Por favor, creed a los niños.

Probablemente es difícil crear una sensación de tensión más elevada que la que propone Xavier Legrand en este film, si nos pudiéramos acercar a la tortura que supone vivir el calvario de esta familia no tengo en mente ninguna otra película mejor. La situación se asemeja a estar debajo del agua y sentir que te estas ahogando, sabes que te queda poco y esperas que en cualquier momento te llegue el momento. Ademas todas las herramientas a tu alcance son inútiles, la ley no te ampara como debería, tu entorno, aunque voluntarioso, no puede hacer frente a la amenaza y el salvamento solo puede llegar cuando ya estas flotando.

El tema, desgraciadamente, viene muy a cuento por el retroceso que estamos sufriendo en occidente a tenor, pero no solo, de los grupos de ultraderecha. No me entra en la cabeza que no rememos todos en la misma dirección y seamos capaces de reconocer el problema y poner las herramientas necesarias para que las victimas puedas sentirse amparadas. Películas como estas son necesarias para exponer hechos y crear conciencia pero a menudo me pregunto a cuantos de los que no estamos convencidos ya, llega. Por muy pequeña que sea la cifra habrá merecido la pena.

No sería posible lograr un ambiente tan real sin la gran interpretación de los actores, me parece que todos están a un nivel muy alto y en particular Denis Menochet al que es imposible no odiar con todas tus fuerzas.

Especialmente rabia me da la sentencia de la juez. Como es posible que después de una declaración así de los hijos y supongo que habiendo hablado con ellos y la mujer permita un régimen de visitas como ese. No logro entenderlo.

Mencionar el momento club del cine total cuando la película se transforma en la comentada con anterioridad Den Skyldige en la llamada de emergencias. Así como también me recuerda a Irreversible y el debate de la necesidad o no de incomodar y ser explicito a la hora de contar alguna clase se abuso.

A %d blogueros les gusta esto: