Sound of metal

Darius Marder (2019)

Sound of Metal nos cuenta la asfixiante historia de Ruben, el batería de una banda de heavy metal formada por él y su novia Lou. Ambos recorren distintas localizaciones de Estados Unidos dando conciertos y viven juntos en su auto caravana. El problema surge cuando, de la nada, Ruben comienza a perder la audición. Primero comienza con una serie de pitidos que van prolongándose en el tiempo hasta terminar, rápidamente, por ser incapaz de escuchar ningún sonido.

Sound of Metal me pareció una película verdaderamente real, en la que, sin ningún tipo de edulcoraciones dramáticas, la realidad nos golpea violentamente a través de los oídos de Ruben. Riz Ahmed, quien ya había demostrado sus dotes actorales en la estupenda serie de HBO The Night Of (2016), borda su papel de joven cuya vida se ve completamente destrozada de la noche a la mañana. Sus gestos, miradas y forma de comunicar su rabia contenida, ofrecen la que sin duda es una de las interpretaciones del año. Es muy posible que no gane el Óscar, pero su nominación es y debe ser una realidad. La estupenda interpretación de Ahmed va acompañada de un nada desdeñable trabajo de Olivia Cooke y un notable trabajo de Paul Raci, el líder de una especie de comuna de gente con problemas de audición que tratan de salir adelante con la máxima principal de aceptar su nueva condición.

Es justo aquí cuando la película nos plantea un interesantísimo dilema, aceptar tu enfermedad y tratar de vivir con ella, o bien pensar que hay alternativas a la misma, y por lo tanto, que una parte de ti continúe en una negación perpetua.

La dirección de Darius Marder consigue que la película apenas decaiga en algún momento, y el juego que realiza con el sonido y el silencio, especialmente durante los planos centrados en Ahmed, es un fantástico trabajo.

Es muy de agradecer que en un año tan mediocre en cuanto a cine se refiere (ya ni hablemos de lo demás), se nos presente una película tan sincera, honesta y dura, que sin duda está entre lo mejor de un año tan malogrado como fue 2020.

Sound of metal me generó muchísima angustia, mucha. Es cierto que se fue diluyendo, como en general pierde fuerza la película, hasta que en el tramo final vuelve a engancharte y no te suelta. Desgraciadamente, hay parte de la historia en el centro para sordos que me empalagó en exceso, y como siempre los argumentos religiosos me impiden creer del todo en una trama (porque considero demasiado fácil aludir a Dios y solucionar así el conflicto), pero a pesar de ello me tuvo en vilo. De hecho, despertarme sorda es la nueva adquisición en mi lista de miedos nocturnos.

Riz Ahmed, que yo no conocía, lo hace genial, y eso me basta aunque su recorrido en la película sea demasiado increíble. Observamos cómo se transforma la clásica masculinidad (en la que la máxima verbalización de una emoción es “hoy no es un buen día”, seguido del no menos clásico momento destrozar-todo-lo-que-hay-alrededor) hasta convencerme a mí también de que sí, igual es mejor asumir que eres sordo y aceptar el aprendizaje que llevas y el que te queda.

Hay una cosa que me ha indignado y es lo mal que le parece al señor del centro de sordos que nuestro protagonista Ruben se opere. Sí, entiendo su argumento. Ruben no dejará de ser sordo nunca, y seguramente él sea más sabio y haya que escucharle. Pero… renegar de la ciencia… esto son palabras mayores. A ver si ahora nos va a parecer mal que alguien se opere para mejorar su vida. Ojo, que eso no es incompatible con asumir la discapacidad y convivir con ella. No es que todo lo que haya aprendido Ruben lo vaya a desechar. Es más, a la vista está que no.

Lo mejor:

    • Las risas en silencio de las personas sordas.
    • Están maravillosamente pensadas las escenas en las que se nos permite oír y las que no. Las veces que estamos perdidos con Ruben y las veces que solo somos espectadores. Y cómo vamos entendiendo el lenguaje de signos junto a él.

La hermana de mi abuela también se apagaba el sonotone cuando estaba harta y quería descansar. De pequeña me aprendí el abecedario en lengua de signos. Mi hermano toca la batería y también está un poco sordo. Esta película me ha hecho sentirme en familia.

Lo primero y más lamentable es que estos días he tenido un catarro que me ha ido por el oído y oía mal y me retumbaba todo y con mi aprensión congénita ya me había imaginado la situación. Ciertamente peor que el director. Casi me ha dado un palo al que agarrarme en mi melodrama hipocondríaco. He escuchado cada una de las charlas del viejo en primerísima persona y la verdad que aprender a ser sordo no sonaba tan mal. Ya sabia yo que lo de los implantes no iba a ser tan bonito como lo pintaban.

Pero bueno hemos venido a comentar la peli. Una de cal y otra de arena. En conjunto funciona bastante bien y es fácil de digerir lo cual no se si habla muy bien de ella teniendo en cuenta los temas que trata. Si bien expone el tema de una forma sobria y sin recurrir a la lagrima fácil me da la sensación que a la vez se queda demasiado plana. La relación de pareja, la reacción a la sordera, el paso por el centro y la aceptación final, todos parecen temas de los que se les puede sacar mas miga. Es en el aspecto más técnico donde parece que explota mas las posibilidades. El sonido esta muy trabajado y si da una sensación real de inmersión y diferentes perspectivas, para mí lo mejor de la película.

Estuve preguntándome durante un buen rato de que me sonaba el protagonista hasta que vi que es el de The Night Of, vaya papelón y que gran episodio piloto, de lo mejorcito que he visto en series. Para esta interpretación he leído que es posible que se le nominé a mejor actor en los Oscars, pues bueno, me deja un poco indiferente al igual que la película en sí.

Una aclaración: le pondría 3’5/5 si se pudiera, aquí lo tenéis dicho.

Quise ver esta película desde que me enteré que Riz Ahmed la protagonizaba. Y a Riz Ahmed lo conocí, como supongo hizo la mayoría, gracias a la maravillosa ‘The Night of…’ se me siguen poniendo los pelos de punta. Bueno, al lío.

Se confirman mis sospechas de que, en efecto, Riz Ahmed sostiene toda la obra que se le ponga por delante. El nivel actoral me parece muy muy bueno aunque nuestro protagonista, Ruben, llega a hacerle sombra al resto de personajes que se mantienen correctos. A esto se le suma la magnífica banda sonora, mezclada con los efectos de sonido, y la fotografía. En algunos puntos me recordaba a ‘Whiplash’.

Sí bien lo positivo pesa más que lo negativo no puedo dejar de exponer las cosas que para mí han hecho que la película vaya decreciendo. El bajón que pega a la mitad coincidiendo con su ingreso en el centro de rehabilitación para personas con dificultades auditivas destaca especialmente. Este tramo me parece plano pues asistimos a una lucha interna del personaje entre la impotencia, la rabia y la resignación pero es monótono, no veo su carácter y, además, me preguntaba constantemente por qué no sabemos apenas nada de su novia cuando es una persona bastante importante para Ruben. Quiero destacar que soy consciente de que en ese momento de metraje asistimos a una historia de superación pero la veo algo vacía y simple. ¿Demasiada contención?

Para finalizar creo que es una película con un tremendo peso actoral, como he dicho al principio, perfectamente realizado no solo por Riz Ahmed sino también por Olivia Cooke y Paul Raci. Huyendo del paternalismo para mostrar la superación de un juego de destrucción y reconstrucción donde se deja ver el mensaje: persigue tus sueños ‘Sound of metal’ es una película con muchas más luces que sombras que, tristemente, al pertenecer al panorama indie no saldrá mucho de ahí.

Lo que me pasa con Sound of metal es que tiene lo que denominaré “sello Netflix”. Mi sensación es de que pese a tener una premisa bastante interesante y que ofrece la posibilidad de tratar temas importantes, lo hace todo con una capa de superficialidad, simpleza, o como quieras llamarlo, que te impide sumergirte de lleno en la película.

Puedo imaginarme al ejecutivo de turno de Amazon diciendo “esta parte es demasiado oscura, rebájala un poco” o “esto es muy complejo, la gente se va a aburrir y va a cambiar de canal”.

Y no se me entienda mal, a mi la película me ha gustado. Efectivamente ha cumplido ese propósito de mantenerme entretenido e interesado las dos horas que dura, pero creo que una vez acabada, deja poco poso. Ya estás listo para darle al play a la siguiente película del catálogo.

No obstante tiene algunos momentos salvables que si me parece que están a la altura del drama que se supone que está viviendo el protagonista, como la conversación con Joe en la que este le explica que ya no puede seguir viviendo allí o la ruptura con su novia.

Luego también tiene un gran reparto encabezado por Riz Ahmed, que para quien no le conozca, ahí tiene The night of como visionado obligatorio.

En definitiva, Sound of music tiene unos buenos actores, una trama interesante y es en lo visual y sobre todo en lo sonoro, bastante buena y original. ¿Por qué entonces la vi hace dos días y no se la he recomendado a nadie? Le falta chicha a esto.

Es el segundo visionado que hago de esta auténtica maravilla, una ficción ligera de ver pero con una densidad y unas deliberaciones sobre lo que es el estar vivo que son un escándalo. En esta sociedad loca en la que existimos que trata de convencernos del “si quieres, puedes” o “la felicidad está en tus manos” es muy potente el mensaje de esta historia. Las reflexiones que se hacen sobre el trauma, la pérdida y la aceptación son un ataque contra todo esa autoayuda tóxica que está por doquier.

Riz Ahmed está tremendo en el papel de Ruben, se ve que sabe hacer algo más que pilotar un X-Wing. Me gusta mucho cómo, tanto en el personaje de Lou como en el de Ruben, conocemos sus historias de manera sutil (cuando se ven las autolesiones en el brazo de ella, el tatuaje de “please dont kill me” que lleva él en el pecho) y cayendo en el drama más directo en los momentos más tensos. En el caso de Ruben casi en ningún momento verbaliza sus sentimientos, pero puesta en escena y la interpretación hace que empatices a cada momento con el personaje. Hacía mucho que no me pasaba esto, para mí el momento en el que me enganchó fue cuando suena Careles Love de Bessie Smith y en el autobús. Luego suena This Love de The Commodores que es ya para echarse a llorar del gusto, qué horterada más magnifica.

La segunda parte de la película que trascurre en la comunidad de sordos rompe con la dinámica de lo anterior, rompe el ritmo de la película, para la trama en seco, ayuda a darse cuenta del ostión que tiene que suponer quedarte sordo cuando tu vida gira en torno a la música. Entre medias de estas dos partes está la escena tremenda de la discusión en el autobús entre Lou y Ruben, él está frustrado y recurre chantaje emocional, pero le sirve de poco y ella desaparece de escena.

A partir de ahí quedas atrapado en esa cotidianidad de gente sorda rara pero reconfortante. Las escenas de las cenas y los juegos con el sonido en esa parte son de los momentos más chulos. Aquí es cuando viene lo más interesante tras una primera etapa de no aceptación Ruben parece que empieza a encontrar su utilidad y a resignarse a ser sordo, me recuerda a las escenas de las pelis de superhéroes en las que entrenan duro para luego ser los putos amos. El final de esta parte de la trama llega cuando ve que Lou a tirado para adelante sin él (cómo se atreve!) y vuelve a desmoronarse (la escena del solo de betería en el bosque también es súper potente)

A partir de ahí la historia y los dramones se reactivan, perdida de todo lo que le ataba a su pasado idílico, enfrentarse a la realidad versus las expectativas con el tema del implante coclear y un único camino posible, tirar de frente con el bagaje de las cagadas cometidas. El reencuentro con Lou y la parte final son también pura miel. Finalmente él encuentra su Kingdom of God no hace falta más que un buen manejo de los planos y del sonido para decirlo todo. Gracias por estos finales de peli sin outros innecesarias.

Especial mención también a la caracterización de Lou y Lousie y la actuación de Olivia Cooke que está fetén fetén.

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