Manolito gafotas

Miguel Albaladejo (1999)

 

Mi padre se había olvidado de su vida de perro y mi madre de su vida de esclava. Parecíamos distintos de lo que éramos siempre, parecíamos felices”

BOOM.

Una vez más, elijo una peli para ver en El Club del Cine y le planto 5 estrellas, totalmente vendida y a sabiendas de que se las iba a dar antes de empezar la película. Mientras que a otras películas –ejem Tenet– no les perdono ni un minuto de mediocridad. Hay varios elementos que tiene esta película que me funcionan siempre. Uno, que es una película protagonizada por niños, y otra, el costumbrismo. Y a esto se suma que Manolito Gafotas es igual igual pero os juro que igualísimo que mi hermano de pequeño. Entonces… es que me hace todavía más gracia porque me recuerdo a mí misma leyendo los libros de pequeña y girando la cabeza para mirarle protagonizar mi Manolito Gafotas particular en una especie de unión de libro, imaginación y carne y hueso.

Empieza la película de Miguel Albaladejo hablando del cielo de Carabanchel, y a mí ese orgullo de barrio me cala por los huesos. Yo, criada en Pozuelo de Alarcón y con un nulo sentimiento de pertenencia hacia ese municipio. Comparo la vida de Manolito con la mía y se parecen bastante poco, pero se me pone la piel de gallina con la cotidianeidad y la ternura de la mirada de un niño que vive la precariedad de cerca pero que a la vez todavía no la comprende del todo. Ni siquiera veo al niño actor que actúa como un niño, regulinchi. Veo las camisetas que llevaba mi hermano y los pasillos de los colegios madrileños, y me parece que todo está reflejado a la perfección. Un diez.

La madre de Manolito puede parecer un personaje demasiado estereotipado, y el padre más de lo mismo. En cambio, si pienso un poco, me doy cuenta de que las mismas frases que repite ella las he oído en boca de mi madre muchas veces. Madres histéricas, que cargan con el peso de una familia sobre sus hombros, responsables de los cuidados de todo el mundo. Todos: sus hijos, su padre, su marido, las plantas de su vecina. Madres que no han descansado más de una hora en un año, que cocinan huevos fritos para quien haga falta a las tres de la mañana. Que viven en el autodesprecio. Otro diez.

Tener dinero es el subtexto de todo, algo a lo que se alude directa e indirectamente todo el rato. Lo cuenta genial Soy una pringada. Tener o no tener dinero es algo que reposas cuando eres pequeño/a en la parte de atrás del cerebro pero no te baja a explotar a la cara hasta que no eres más mayor. Por eso esa fetichización de la estética de toldos verdes y camiones que ahora reivindican en España artistas como Rosalía y C Tangana me produce una especie de dualidad amor-odio. Y sin embargo, Manolito Gafotas consigue que todos esos hijos y nietas de clase obrera puedan tener nostalgia de sus veranos en Madrid.

Tengo el recuerdo de haber visto esta película de niño y no tenía buen recuerdo principalmente porque odié cada uno de los libros que se me obligó a leer, incluido el de Manolito. Con unos años más, me ha parecido una joyita, es bueno tener la oportunidad de entender todo lo que pasa por alto a uno de niño cuando se enfrenta a una peli con tanto recoveco.

Cosas que si

  • Huye de dar esa visión embrutecida de la clase obrera que tanto gusta en el cine y sobre todo en la televisión generalista española (Aida, Manolo y Benito…) Siempre me ha parecido una re-putisima mierda. De hecho, es cierto que también hay algo de eso en algunos personajes, pero hay un equilibro.

  • En el otro extremo del espectro da una visión realista sin caer en un dramón a lo Ken Loach de lo que es “no tener ni un puto duro”. Es una visión edulcorada claro, es una película familiar, pero no falta de tragedia (la tragedia de la precariedad)

  • Es un ejercicio de pre-nostálgia (si millenials estamos en esas ya) vista ahora parece hecha adrede para que nos entre la añoranza 24 años después. A mí concretamente lo de jugar a las “armas” apuntando con los deditos me dio directamente en la patata. Un poco TENET el asunto ¿no? Vengo del futuro para darte un guion que… offff

  • Todos los actores y actrices clavan los papeles, supongo que en parte porque han convivido y visto lo que representan mil veces. Hacen más un ejercicio de imitación que de actuación creo yo.

  • Es una película que genera conciencia de clase (arriba parias de la tierra… en fin ya sabéis)
    Supongo que las familias de la élite serán incapaces de conectar con la sensibilidad de esta película.

  • Todo el soliloquio de voz en off de Manolito funciona muy bien. Qué bien que Elvira Lindo se involucrará en escribir el guion.

Cosas que no:

  • Mñe… supongo que ninguna, no nos vamos a poner tiquismiquis, nos comeremos una salchicha, aunque no sea marca Día.

Buen dramón Manolito Gafotas. Iba con poquitas ganas de ver esta peli que a mi no me produce ninguna nostalgia, no la vi de pequeño y el único recuerdo que tengo es el de medio leer algún libro en la biblioteca del colegio. Si conocía los personajes y los aspectos básicos y he de reconocer que ha superado mis expectativas.

Poco nuevo se puede decir del personaje creado por Elvira Lindo. Pero hablando de la puesta en escena y como espectador que no ha sido fan del personaje me queda una peli entretenida con un buen equilibrio entre la visión ingeniosa e inocente de Manolito y el trasfondo de la vida de clase baja en España. Peca de tener un ritmo no demasiado fluido y la narración de Manolito, que es una constante que acaba cansando.

Después de la peli vi el vídeo de Soy Una Pringada analizándola y sobretodo hablando de la vida en el barrio, muy recomendable. (https://www.youtube.com/watch?v=XsNbi-maVhg&ab_channel=Soyunapringada)

La adaptación de Elvira Lindo me trae recuerdos de aquellos 90 en los que mi generación todavía tenía la inocencia actualmente perdida. Millennials 100% representados, no tanto con la historia -o sí, depende de vosotrxs- pero sí con el marco, las vibes y ESA CASA -Almodóvar, guárdalo en casasdeverdad.doc-

Es que me lo sudan las condiciones técnicas y artísticas, me dejo llevar y sonrío al ser testigo de la ternura que rodea toda la película. 

Me gustan los personajes, bien trazados y con diálogos que, aunque parezcan caricaturas, están bien definidos. 

No me gustaría quedarme solamente con el «positivismo» y el humor ya que la fina crítica social que se desarrolla en ese barrio obrero queda latente.

Diálogos a recordar:

-«Cata, ven pa’ca’ que tengo hambre de to».

-«Estas salchichas no son como las de mí madre. Las de mí madre son de marca, de marca Día».

Los fans de los musicales -creo que debería hablar en singular- espero que reseñeis el momento Campanera de Manolito disfrazado de El Zorro. Quizá lo más bizarro que se hizo en esa década junto a Leticia Sabater.

Y, chicxs, no lo negueis: todxs somos Manolito.

Como película no es muy allá. Ahora, como documento histórico es casi impagable. Imposible haber vivido en la España de los 90 y no reconocer cada una de las situaciones que nos muestran.

Es verdad que a estas alturas da mucha pereza ver según que cosas, como los roles familiares tan marcados, pero eso no quita para que haya sido una realidad no muy alejada en el tiempo y encima, tan reconocible.

Sinceramente, no entiendo cómo la madre (y tantas otras) consigue soportar esa vida. No solo tienes que aguantar 24-7 a dos niños insoportables sino que todavía tienes que escuchar las lecciones de paternidad de tu marido, que no sabe ni a que colegio van. Y luego encima ponte a hacer unos huevos fritos a las tres de la mañana, que la familia tiene hambre. Y la vecina.

Respecto a la película hay una cosa que la lastra claramente y es que los protagonistas sean niños. No les echo la culpa porque son chavales de diez años, pero claramente actual mal. Me resulta insoportable ver durante una hora y media a niños recitando frases claramente memorizadas y que jamás dirían. Hay un momento especialmente ridículo en el que Manolito narra como se le empañan las gafas de los goterones que le están saliendo de los ojos, pero mientras enfocan su cara no se ve ni una mísera lágrima.

Una cosa que sí me ha gustado es su humor. Igual más por costumbrista que por bueno, pero me ha hecho reir. “Ni Mr. Proper ni Mr. Propar.”

En general, con sus cosas buenas y sus cosas malas, se deja ver. Y aunque sea una peli ligera, si que deja algunos diálogos que reflejan algunas realidades bastante jodidas, como el momento en el que Manolito le pregunta a su padre por que habla con todo el mundo en el bar si en casa nunca dice nada. Demoledor.

Por último quiero reivindicar algo que hacíamos de niños y que no entiendo que no se haya exportado a la vida adulta, que es levantarse y salir a gritos en el momento en el que suena el timbre y la clase ha terminado. Ojala así en las oficinas.

La comparación que nadie pidió jamás: Manolito gafotas > Tenet

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