La abuela

Paco Plaza (2021)

Siempre he dicho que no soy fan del cine de terror y que sólo lo consumo cuando es con gente, ya sea en casa con amigos o en una sala. No tiene tanto que ver con el miedo que pueda pasar viéndolo a solas (aunque algo de eso también hay), sino con que lo considero una experiencia colectiva. Disfruto más del asustarme y ver asustarse a otros, con la parte cómica que eso implica, que del miedo en concreto.

Hasta el otro día mi relación con este género me parecía en cierta forma de menosprecio hacia él, pero me ha tranquilizado saber que Paco Plaza (director de La abuela) como más disfruta sus películas es en una sala llena de adolescentes, dónde unos están de risitas, otros picándose entre ellos y otros saliéndose al baño de vez en cuando. Lo cuenta en su entrevista en Los felices veinte (el mejor programa) y me parece bonito que haya gente que no se tome el cine tan en serio, que hay otras formas de disfrutarlo sin necesidad de ver hasta los créditos del final sin pestañear.

Con esta actitud me presenté yo a las 8:30 AM en el Kursaal, dispuesto a ver gritar a cientos de personas de buena mañana y, personalmente, la parte que menos me gustó fue la final, cuando el terror se hace más explícito y empiezan las cosas paranormales, que creo que es algo que objetivamente no puede no quedar ridículo al verlo en una película.

Si que salvo gran parte de la película donde los miedos son bastante más sutiles y terrenales. Todo comienza con el personaje de Almudena Amor (habrá que seguirle la pista) mudándose de París a Madrid para cuidar de su abuela, que acaba de tener un ictus y no tiene nadie que se encargue de ella. Al miedo de ver que puede perder a su único familiar cercano se le suma la angustia de haber tenido que dejar su trabajo en standby mientras encuentra alguien que la cuide, con la incertidumbre que eso conlleva.

Todo este tramo de la peli si que te traslada el agobio real que siente ella, ya no sólo por lo comentado, sino por los comportamientos raros que empieza a tener la abuela. Realmente no hacía falta mucho más para hacernos pasar un mal rato, porque la señora acojona realmente sólo con su presencia. Y digo la señora, y no el personaje, porque al verla en la rueda de prensa posterior seguía siendo igual de creepy.

Poco a poco se empieza a ir todo de madre y se vuelve demasiado loco para mi gusto. Pero oye, no se me hizo larga y la disfruté a mi manera.

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