Drive

Nicolas Winding Refn (2011)

 

Una vez más, Ryan Gosling se mantiene inexpresivo durante toda la película. Muchacho, di algo. Contesta cuando te hablan. ¡Cambia el gesto! Que angustia de tío.

El caso es que durante gran parte de la película me ha sacado de quicio con esa actitud de pasmarote, pero al final le he acabado cogiendo el gustillo a ese personaje mitad pasota, mitad psicópata.

La película gana muchos enteros precisamente cuando empieza a salir ese lado más salvaje del protagonista (que acabo de ser consciente de que no tiene nombre) y la cinta se va volviendo más macarra y gore. No sé si es porque no me esperaba que fuera en esa dirección, pero va claramente de menos a más.

A decir verdad poco sabía de esta película antes de verla. Que era de Ryan Gosling y poco más. Por el título me imaginaba que sería un taxista o algo así que se dedicaba a escuchar las historias de sus pasajeros, algo claramente más acorde a su personalidad. Luego ha resultado que era un especialista de cine que encima se dedicaba a hacer de chofer en atracos y que se postulaba como piloto de carreras. No negaré que me ha dado rabia que la película no discurriera por ahí. Ya me apetecía a mí ver unas carreritas de coches, no se por qué.

Probablemente lo que más me ha gustado ha sido el apartado técnico. No sé si ha sido imaginación mía o sugestión (por ser también Ryan Gosling el prota en Blade Runner 2049) pero he visto un toque cyberpunk a la película. Obviamente no lo es, pero tanto la fotografía como el sonido son propios de este género, con esas calles oscuras dominadas por las luces y esa banda sonora electrónica y futurista. Incluso el propio protagonista parece más una especie de androide sin sentimientos que un humano. Un replicante. Hasta las letras de algunos de los temas que suenan hacen clara referencia a ello (Real human being and a real hero). Una maravilla de banda sonora original que va directa a mis listas de spotify.

La verdad es que tiene todos los ingredientes para ser una gran película, pero como suele ser habitual deciden meter con calzador una historia de amor totalmente innecesaria que acaba por arruinar gran parte del concepto.

Y decir que está metida con calzador es quedarse corto. Resulta que llega a tu edificio un nuevo vecino y las dos veces que te lo cruzas se comporta como un trastornado. Ni te dirige la palabra ni mueve un músculo de su cara. Pero tú, Irene, te encaprichas. Luego cuando te está llevando a casa con tu hijo empieza a conducir como un tarado para llevarte a Dios sabe dónde y tu gozándolo. Insisto, un tío que no conoces de nada y lo único que te ha mostrado es su poca capacidad para comportarse como un ser humano normal.

Pues nada, tiráis unas piedras en un lago y el hombre que aún no ha hablado contigo se convierte en tu protector y en el padre de tu hijo . Llega a tu casa y se encarga de llevarle en brazos a la cama y acostarle. Aquí está el héroe que todas esperabais. El que necesitabais.

Porque él lo que quiere es cuidarla. Así se lo dice en uno de los momentos más bochornosos de la peli, cuando le propone que se escapen con el para poder protegerlos. Luego para rematar la absurdez, acaban enrollándose en el ascensor (con un tío que quiere matarle al lado) momentos después de que su marido se haya muerto y él le haya confesado que ha sido culpa suya.

Una relación totalmente irreal que desgraciadamente sirve como hilo conductor de la película. ¿Tan difícil era de sostener toda la trama de la mafia (bastante interesante de por sí) sin una damisela en apuros a la que rescatar? Al final da lugar a escenas bastante patéticas que emborronan el resultado final, en una película que en todo lo demás es de notable alto. Una pena.

  • TEST DE BECHDEL

La verdad es que poco tienen que decir las mujeres en esta película. Ni entre ellas, ni con hombres, ni na. A dejarse hacer.

Sabias que…El nombre del personaje principal nunca se revela. Siempre se le llama Conductor o El chico incluso en los créditos del final que aparece como “Driver” .

Hay tres puntos fuertes en esta película que son los que hacen que me guste mucho, la banda sonora, la estética y la caracterización del personaje protagonista.

La banda sonora es brutal, ha pasado a mi colección desde la primera vez que la vi allá por el 2011. Es una gozada volver una película con una música que te entusiasma te hace disfrutarla doblemente.

La estética que propone es sin duda lo que mas me atrae de la película. Los colores, la iluminación, los planos y el cuidado de todos los detalles en la ambientación hacen que siempre tengas una distracción y un agradable viaje por todo el metraje. He de decir también que en mi segundo visionado el abuso de la cámara lenta me ha puesto un poco de los nervios.

Y la mas personal de todas es la construcción del personaje, en el que da en el clavo eligiendo a Ryan Gosling, si en algunas de sus otras películas se le puede achacar su inexpresividad, en esta, se hace unos de los rasgos que le da potencial. Las escenas de la pareja conociéndose en el coche me transmiten mucha ternura. Y es que ese héroe solitario, melancólico que podría tenerlo todo por cualidades pero elige siempre acercarse a los que no tienen suerte en la vida me gana completamente. Por cierto ¿Dónde puedo comprar esa chaqueta? Me flipa.

Al final salvando algunos destellos de brillantez, te queda un film bien estructurado y entretenido pero que a mi personalmente me cautiva y siempre guardo con muy buen recuerdo. He hecho el intento de ver algo más de la filmografía Nicolas Winding y no han estado a la altura.

A medio gas: Gosling on fire.

Tras ver esta película me han salido huevos. No tan gordos como los de su director pero casi. Mala como garrafón de DYC. Promete acción y no tiene acción, es aburrida y pretenciosa. Esta es la típica película que te recomendó tu ex y que nunca visteis. Y, claro, ahora que la has visto entiendes por qué lo dejasteis. Sigue así nena, lo estás haciendo bien.

Esa machunada ¡¡¡with the hands up in the air!!! Ryan Gosling siempre me ha parecido un tipo que usa colonia de proxenetas ¿Sabéis no? Esas colonias florales que huelen muy fuerte y se te meten en la garganta –vaya, qué visual todo y qué poco acertado porque yo en la garganta, viéndole a él, solo me meto los dedos para vomitar.-

Es que lo tiene todo; protagonista cachas –mucho macho dolido-, chica trofeo, tiros, carreras y música de comprar en el Bershka. El gato de escayola de mi abuela es más expresivo que el protagonista y las comedias alemanas de TVE tiene un argumento más sorprendente. El adjetivo más adecuado para esta película es: desquiciante. Perdí el norte, me enfadé, grité, me llevé las manos a la cabeza, pensé que me tomaban el pelo y hasta comencé a barajar la posibilidad de coger el palillo de Ryan Gosling e introducírmelo en los ojos.

La escena en la que matan a la pava pelirroja tiabuena al uso y él, tras cargarse a los dos matones, se esconde, poco a poco ¿ES UNA BROMA NO? Tiene que serlo.

Intentaré ser crítica. La película tiene sus cosas….MIRA ES QUE NO. No tiene nada y eso que salen tetas, ni por esas. Ryan Gosling te falta un verano, en serio ¿esa cara? Pues la de siempre, que parezco nueva.

-El álbum de fotos boudoir que María Teresa Campos le regaló a Bigote Arrocet.

-La adaptación keniata de Acacias 38.

-La reposición de ¡Ala Dina! con anuncios.

-La liga B de baloncesto femenino de ciegas cojas vs sordas mancas.

-Un musical sobre Sergio Ramos cantado por Melendi.

-Una sesión de fotos de King África en tanga en el desierto del Gobi.

-El anuncio de la Lotería de Montserrat Caballé en bucle.

-Una serie dramática sobre Rita Barberá protagonizada por los teletubbies.

-La depilación anal de Jesús Gil en Ultra HD 4K.

-Los 147 episodios de Los serrano en swahili –con extra de machismo-.

-El biopic turco de David Meca cruzando el estrecho del Bósforo.

-Una cinta VHS de la comunión de Esperanza Aguirre.

-Una película porno entre Jaime de Marichalar y E.T. con escena golden shower y coprofilia incluida.

El hormiguero.

Esta es la lista de cosas que vería antes que Drive si fuera a morir mañana.

“Adoro la controversia, creo que es un símbolo de éxito. […] Adoro estar en el ojo del huracán”. Nicolas Winding Refn es el último ‘enfant terrible’ del cine europeo. Arrogancia, provocación, y todo hay que decirlo, notorios apuntes de genialidad y estilo han sido los baluartes que han llevado a este danés de 48 años a ser uno de los directores con plaza fija en la sección oficial de Cannes. ¿Es un poco gilipollas? Seguramente, sí. Pero qué necesarios son de vez en cuando.

Probablemente (y esta es una simple opinión bastante infundada), Drive sobreviva como una de las películas más representativas e icónicas de ésta década. La razón, seguramente, se encuentra en que cumple con algunos de los parámetros que definen normalmente a las películas de culto. Aunque este tipo de cintas suelen tener un recibimiento discreto o mínimo en el momento de su estreno -y son rescatadas posteriormente por un creciente ejército de fieles-, Drive ya causó un gran impacto desde su aterrizaje en las salas. Refn, incluso, se hizo con el premio a mejor director en Cannes.

Sin embargo, cuenta con varios argumentos al respecto del cine de culto: una gran capacidad iconográfica, una devoción bastante apasionada de cierta parte de crítica y público (que se mantiene con los años), y una fuerte voluntad de transgresión, en este caso, a través de la vuelta de tuerca al género noir, donde la renovación tiene lugar gracias a su estilizada propuesta.

Y es que Drive es una estimulante rareza. Se dice que el cine negro no es tal a causa de la historia que se cuenta, sino que es un género marcado por su tono, su ambientación y su reflejo de las zonas más oscuras y podridas de la sociedad que representa. Y ahí reside precisamente la valía de esta película: en alcanzar un nuevo estado de las esencias del género, acreedor de algunas de las mayores obras maestras del cine clásico norteamericano, con una nueva identidad, en lo que es casi una ficción criminal posmoderna. Un género que, precisamente, y como decía el gran crítico Roger Ebert, es el más estadounidense de todos, y no podría haber nacido en otro sitio, ya que “ninguna otra sociedad estaba tan podrida como para crear un universo movido por semejantes hilos de fatalidad y traición”.

Drive representa una nueva concepción del género que nos adentra en un submundo en el que impera esa sensación permanente de pesimismo, de desgracia y violencia contenida y latente. En este caso, a través de un personaje imbuido todo el rato en un halo de misterio, de falsa identidad, que prácticamente no habla, porque como mejor se comunica es a través de una violencia repentina, feroz y desmesurada, que se ha ido fraguando en el interior de una mente convulsa que contrasta con la inexpresividad de su rostro. Este protagonista sin nombre es el antihéroe trágico del cine negro del siglo XXI, que deambula solitariamente por unas calles que son el reflejo de un mundo profundamente masculino, melancólico y cruel.

Sin embargo, aunque de Drive me interese mucho esta apuesta de renovación, de nuevas aproximaciones al género, con una identidad propia tanto en su tono como en su estética, y pese a que contenga algunas escenas fascinantes (como por ejemplo, su desenlace: ese montaje paralelo con la sonrisa de Ryan Gosling cuando previamente ha sido atacado), hay cosas en la película que continúan sin convencerme en un segundo visionado. Básicamente, sus momentos de pretendida intensidad, en los que los diálogos son sustituidos por un cruce continuo de miradas de una profundidad bastante insustancial, y que intentan reflejar una historia de amor trascendental y sufrida, pero que en realidad se tornan en una sensación de absoluta frialdad. Las femme fatale del cine negro, conocidas tanto por su atractivo irresistible, seductor y destructivo, como por su audacia, complejidad y protagonismo en las diferentes inflexiones de la historia, han desembocado en Drive en un personaje femenino angustiosamente plano, que únicamente tiene cabida dentro del afán protector de su protagonista.

Un inicio fulgurante que hacia presagiar que nos íbamos a enfrentar a una película trepidante, sin descanso y donde la velocidad y la acción iban a ser la piedra angular donde se iban a erigir estos 100 minutos de metraje. Pues ni por asomo. Drive es una película lenta y pesada, donde el dialogo brilla por su ausencia y su argumento carece de interés y fundamento.

Una historia vacía que se pueden resumir en un capitulo de 20 minutos con un final fácilmente predecible que parte con el protagonista de siempre: frio, impasible, apático, solitario pero con la clásica ternura del chico malo con pasado atormentado que sale a relucir cuando conoce a la bella vecina de al lado.

A esta escasez de argumento y dialogo, con la tremenda falta de profundidad en los personajes y en la historia, le pido que por lo menos entretenga de alguna manera, como hacen las clásicas películas de acción con esos desarrollos de polvo, disparo en la cabeza, polvo y explosión, pero Drive reúne lo peor de los géneros de acción (su vacuidad e intrascendencia) con la falsa intensidad de las películas más pretenciosas. Excesivamente lenta y pesada. Solamente salvable para sacar posters y carteles molones con Ryan Gossling con su chupa, sus guantes de conducir y su palillo entre los dientes.

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