Crimes and misdemeanors

Woody Allen (1989)

Me encanta esta película. Maravillosa representación de la más descarnada realidad. El nihilismo más puro representado de una manera exquisita mezclando genialmente el drama y la comedia.

No hay ni Dios, ni karma, ni ley, ni justicia, no hay nada más que la mas pura aleatoriedad siendo esta el signo que rige toda vida humana. Delitos y faltas es una perfecta exhibición del significado y sentido de la vida, donde los malos no siempre son castigados y los buenos casi nunca son recompensados. Este profundo pesar del significado de la vida viene apoyado de una manera genial de una historia interesante e intrigante donde el drama y la comedia se revuelven perspicazmente dibujando una crónica portentosa.

Allen generan unos personajes sólidos y soberbios desde unas decisiones morales y éticas reprobables, potentes creencias existenciales, la dicotomía entre que es el bien y el mal y la dualidad entre el fracaso y el éxito, todo ello ambientado en esa atmósfera tan representativa de Woody Allen. Película reflexiva, entretenida y fundamental.

Como hay varios fans de Woody Allen en el club, entiendo que ya se encargarán ellos de hablar de él como director, como actor, como guionista, como personaje influyente y hasta como padre y esposo (al mismo tiempo). Yo me voy a centrar en la película, que para eso estamos aquí.

La historia se divide en dos tramas independientes. La primera es la del asesinato. La del tío que se cree con la potestad de hacer y deshacer a su antojo sin ningún tipo de consecuencia o repercusión. Los podemitas le llamarán casta. Para las feminazis será un machirulo opresor. Yo, por mucha barbaridad que haga, no he podido tomármelo muy en serio por la pinta de mayordomo de Batman que tiene. Luego resulta que estuvo nominado al Oscar por este papel. Pos ok. Está claro que de actuación no tengo ni idea.

Profundizando un poco más en el personaje, este señor ve peligrar la estabilidad de su perfecta vida cuando su amante le reclama más atención (la falta de amor propio de esta muchacha la dejaremos para comentarla en otra ocasión). Él decide afrontar el conflicto de la manera más madura posible: matándola. ¿Por qué enfrentarse a un problema cuándo puedes (otros pueden por tí) deshacerte de él?

Por unos segundos se plantea hablarlo con su mujer, pero lo desecha rápido porque ella no lo entendería, la pobre. Y como no está dispuesto ni a plantearse el perder su perfecta vida de reuniones familiares y cintas de correr, opta por el asesinato, claro.

Y después de matarla, le da el bajón. Pobrecito. Qué sufrimiento el suyo, que no puede ni dormir. Menudo sacrificio ha tenido que hacer, el muy heroe. En la antigua Grecia se escribirían epopeyas sobre sus hazañas, sobre cómo se sobrepuso a sus miedos y sus fantasmas.

Lo mejor de esta trama, ahora en serio, es sin duda el final, en el cual el tío ha dejado atrás esos absurdos momentos de regresión a su infancia más religiosa para darse cuenta de que no, no hay ningún tipo de retribución cósmica que recompense o castigue nuestros actos. El muy psicópata se ha dado cuenta de que más allá de su -dudosa- moralidad no ha sufrido consecuencias y vive tan feliz. Una vez más la religión perdiendo la batalla con la ciencia, esto es lo que puedo salvar de la película.

En la otra cara de la moneda tenemos la trama de Woody Allen. Por su apariencia física diría que los personajes de esta historia rondan los cincuenta años, sin embargo se comportan como niños de doce en el patio del colegio intentando conseguir a la chica guapa. Y yo pensaba que esta película trataba de ser realista.

¿Se supone que tenemos que identificarnos con el personaje de Woody Allen? Nos lo intentan vender como la contraposición del empresario pero es que además de ser igual de pesado que él, encima es pedante y feo. ¿Así como se va a quedar contigo, Woody? Ya que TIENE que elegir entre dos babosos, al menos que sea el guapo, no jodas.

El pavo se pasa la peli intentando ligarse a la tía con estrategias de, en terminología de forocoches, un puto beta. Para empezar se enamora después de haber cruzado tres frases con ella, cómo no. Y a partir de ahí se dedica a intentar ridiculizar al otro y a pasarla el brazo por el hombro a ver si cae. ¡Ah! y también le pide matrimonio, creo que el segundo día que quedan. Al final ella, tras haber rechazado a los dos, se queda con el guapo después de que se tirara una semana entera yendo a su casa a suplicar. Que puta pereza. ¿Esto son personajes bien escritos?

Se me olvidaba el filosofo ese del que estaba grabando un documental y se suicida. QUE PROFUNDO ERES, WOODY. QUÉ DE CAPAS TIENE TU PELÍCULA.

En definitiva, aparte de los debates religiosos-filosóficos lo único que salvo es a los actores. No tanto por como actúan sino porque físicamente parecen personas normales. Joder, por fin una película en la que no todo el mundo parece modelo. Aquí son todos feos y viejos. Chapeau, Woody. No cómo tus ligues.

  • TEST DE BECHDEL

Juraría que no lo pasa pero tampoco os fieis mucho. No lo he comprobado porque ya estoy un poco cansado de esta sección. Creo que ya se ha entendido el punto y tal vez esté cerca de desaparecer como tal.


Sabias que… Durante una discusión con Cliff, Lester dice que tiene un armario lleno de premios Emmy. En la vida real, Alan Alda había ganado cuatro premios Emmy antes de aparecer en la película y consiguió otro después de la película.

Soy un ferviente seguidor de Woody Allen, puede estar décadas dándome mas de lo mismo y me va a seguir entreteniendo igual. No se que haría sin la interpretación del propio director de su personaje neurótico por antonomasia, solo con eso ya se que voy a disfrutarlo y a partir de ahí, que no es poco, solo puede subir. En esta película, precisamente, vemos quizás la versión mas recatada de ese personaje, bastante mas serio y sereno pero que sigue ahí latente y dispuesto a quitarse la mascara en algunas escenas.

Me gusta la película en general, sin demasiados alardes, pero tiene aspectos muy notables, el análisis sobre la moralidad que ya habéis citado en vuestras criticas es el eje de la trama que nos meterá sin necesidad de ninguna moraleja final. En la película los buenos no son recompensados ni los malos castigados, ni el éxito empresarial acaba envidiando el camino del intelectual ni viceversa, simplemente los actos acaban teniendo unas consecuencias pero no necesariamente las definidas por unos valores y un código ético. Para ello, el guion y la estructura de la trama se hacen imprescindibles y es donde Woody esta mas acertado a la hora de enseñarnos esta descarnada exposición.

Bueno ¿Cómo empezar? Esto es muy intenso. A falta de sustancias más fuertes me he visto obligada a ponerme un vinito –intuyo que no será el último- y mi playlist favorita de Daddy Yankee porque ESTO ES SERIO. Mucha tela que cortar.

Me parece una paradoja –y de las buenas- que Woody Allen traslade a la gran pantalla una historia tan sobrecogedora y real como la vida misma acerca de las mentiras y los pecados de las personas. Qué buena mezcla de tragedia y comedia maneja esta película.

Judah y Clifford, para mí, son dos opuestos. Mientras el primero camina por el lado oscuro y sus decisiones van de mal en peor Clifford se deja llevar por la honestidad y la sinceridad –en serio, pedazo de paradoja Allen-. Estamos acostumbrados a que el primer personaje sea castigado o redimido a lo largo del metraje mientras que el segundo sea premiado pero aquí no. No es una película más “Esto no es una película de Hollywood sino la realidad” como le dice Judah a Clifford en el monologo final. Cuánta razón.

Algo positivo y negativo a su vez –negativo para las personas controladoras como yo- es que no sabes qué pretende Woody Allen, no sabes a dónde van a ir a parar estos personajes y te sientes obligada a acompañarles durante su día a día hasta un final que no ves venir. Me parece fantástico y odioso al mismo tiempo. Me gusta que jueguen conmigo pero detesto no saber qué está pasando.

No negaré que toda la película he estado con un escudo y una lanza dispuesta a arrojarla a la yugular de Allen, ya sabéis por qué. Pero he de reconocer que me ha ganado con el monologo final y encima ¡tengo que darle la razón! Somos las decisiones que tomamos aunque no estoy del todo de acuerdo con eso de que “con el tiempo todo desaparece”. Mira no. Dejemos de decir esta chorrada. Ayuda pero no borra, joder. Afrontemos las cosas de una puta vez cuando tocan.

El gran tema es el pecado disfrazado, en esta ocasión, de infidelidad/amor. Ufffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff. Me parece muy difícil teorizar sobre todo esto aunque Woody Allen lo haga tan resuelto. No creo en la monogamia y aun así ando con pies de plomo cuando se tocan estos temas. Su punto de vista es uno más, más o menos acertado, pero ahí está. Me da miedo que, por ser quien es, se siente cátedra. Aunque, bueno, la verdad es que lo maneja de una manera bastante ambigua. Al final todo converge en la conversación entre Judah y su amigo rabino, que es una verdadera maravilla, sobre estos temas, ligados a la existencia de Dios. La conclusión parece pesimista: no hay una instancia de justicia externa, uno debe hacer lo que pueda con su vida y sus decisiones. AQUÍ TE APLAUDO. Es una especie de “Tú mismo con tu mecanismo.”

El reparto es magnífico. Poco más puedo añadir.

Llegados aquí no sé si he hablado mucho de mi opinión sobre la película o solamente he intentado –modestamente- “teorizar” pero es lo que me provoca Delitos y faltas: la reflexión y esto es lo mejor que te puede ofrecer una película.

 

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